Papá Noel no es un chantajista

Si eres de los que amenazas a tus hijos con que se quedarán sin regalo de navidad, te conviene leer por qué no estás haciéndolo bien

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Si no te portas bien, Papá Noel o los Reyes Magos, no te van a traer nada. Esto es, a todas luces, una amenaza velada que representa lo más granado de la pedagogía negra y que, tal y como nos relata Olga Carmona, psicóloga clínica y madre de dos niños en edad de creer, «responde a una forma tradicional de educar, basada en el premio-castigo, básica, cortoplacista y trasnochada». Un modelo pedagógico conductista que prioriza –explica- el resultado en lugar de a la persona, que hace apología de aquello de «el fin justifica los medios». Por tradicional que sea no deja de ser un chantaje.

No es patrimonio de la navidad chantajear así a los niños, se hace, de hecho, el resto del año con frases tipo, si no te portas bien no te voy a regalar tal, o no te voy a comprar ese juguete que tanta ilusión te hace.

«Es triste observar lo generalizado que está este planteamiento en nuestra sociedad,  como se les chantajea con “portarse bien”, porque si no serán castigados con la ausencia de regalos», explica Carmona. «Hay, además, en este caso concreto, un agravante: se sentirán unos niños extraordinariamente marginales si el día en que casi todos los demás niños de su alrededor reciben regalos, ellos, los malos, no obtuvieran nada. Es, además de una manipulación, una mentira porque no lo haremos. No conozco ninguna familia que a pesar de haber asustado a sus hijos con el asunto de marras, haya tenido el coraje de cumplirlo».

En la base de este razonamiento de Olga Carmona se encuentra que para entender todo esto debemos ponernos a la altura de su pensamiento para entender por qué esto es cruel. Los niños, cuando son pequeños, es decir, en la época en la que creen a pies juntillas que los Reyes Magos existen, también se creen a pies juntillas lo que los padres dicen: «Nos creen, explica la psicóloga, creen en nuestra palabra y nosotros la adulteramos, ensuciamos esa confianza ciega con manipulaciones burdas como esta. Y tantas otras».

Pero, ¿y por qué lo hacemos cuando sabemos que esto hace daño? Es de imaginar que la inmensa mayoría de los padres no desean hacer daño a sus hijos, sin embargo, usan estos chantajes. Para Olga Carmona tiene mucho que ver hacer esto con «la falta de autoridad y de recursos que desemboca en tener que recurrir a estos sicarios para que nos hagan el trabajo sucio».

El mensaje que recibe el niño al recibir amenazas

Casi todos los padres presumen a la hora de explicar los deseos de cómo quieren que sean sus hijos el día de mañana. Es bastante normal escuchar: «yo lo que quiero es que sean buenas personas», «quiero que sean honestos»… pero para lograr todas estas cosas muchas veces se olvida que todo esto se aprende por imitación más que por educación. Dicho de otra manera, ¿quieres que tus hijos aprendan que robar es malo porque le haces un daño a la persona a la que robas o quieres que aprendan que no se roba porque si te pillan hay un castigo? Lo cierto es que hay una diferencia brutal entre una postura y la otra. En la primera se enseña la bondad por sí misma, no se roba porque se daño a otra persona, mientras que en la otra se enseña, no se roba (o se miente, o lo que sea) porque si te pillan, te vas a llevar un castigo.

En esto último, como método de supervivencia de cualquiera, para evitar el castigo habrá quienes opten por no hacerlo y habrá quienes opten por hacer igualmente el mal pero cuidándose de que los pillen. «El mensaje subliminal y tóxico que estamos enviando a nuestros hijos es “pórtate bien por miedo” no por razones, valores o principios, no porque eso te ayudará a crecer y te beneficia, no porque te amamos y tratamos de transmitirte lo mejor de nosotros mismos. “Pórtate bien” porque si te “portas mal”, el espía de la barba blanca  y los chicos de los camellos,  no pasarán por aquí», explica la psicóloga.

Momento Navidad. Respiremos y reflexionemos

La especialista reconoce que «en estos días, donde el estrés se va apoderando de las familias que ya están empezando a sentir que algo se les desubica por dentro, donde los que faltan se vuelven inmensos, donde los conflictos intrafamiliares que hemos ido esquivando el resto del año ahora se ponen encima de la mesa, donde el simple hecho de las vacaciones de los niños y la perspectiva de que tenerlos en casa a muchas familias les remueve, donde nos confrontamos con el paso del tiempo, donde los ritos nos conectan con emociones que no queremos manejar, todos nos volvemos más vulnerables, es aún más fácil recurrir a terceros mágicos que hagan de espías omnipresentes y amenazantes.  Es humano, pero no es ético. Y además ni construye ni educa».

«Los regalos –recuerda- son regalos, dádivas, ofrendas, que sirven para transmitir amor, generosidad, gratitud. Yo regalo a mis hijos porque me produce y les produce felicidad, igual que lo hago con mis amigos o con mi pareja. A ninguno de ellos les digo que si no “se portan bien” no les haré un regalito por navidad o por su cumpleaños».

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