Familia

«Le llamaban padre porque ellos eran niños y no sabían que les violaba»

El autor Carles Porta asegura que la pederastia y la pedofilia existen «y en mayor medida de lo que nuestra sociedad quiere reconocer»

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Carles Porta, autor de «Le llamaban padre», edicciones Península, cuenta en su libro la desgarradora historia real de un hombre, David Donet, que durante 17 años abusó sexualmente de los menores y adolescentes que tenía en una casa de acogida en Lleida. Su historia relata cómo el horror vivido entre auqellas cuatro paredes se convirtió en normalidad y es que a David Bonet «le llamaban padre porque ellos eran niños y no sabían que les violaba o pensaban que era el precio que tenían que pagar por tener una "familia"».

-¿Por qué un libro sobre pederastas?

¿Y por qué no? Precisamente porque hay muy pocos libros sobre pederastia (exceptuando los escritos por profesionales) me pareció un reto interesante escribir sobre un tema tan delicado sin caer en el morbo.

Creí también que era importante hablar de esta cuestión cuando nadie hablaba de ello.

-¿Cree que hablar de este tema puede incitar al sexo con menores a algunas personas?

En absoluto. Justamente este libro, y así lo corroboran los especialistas, permite que se ponga sobre la mesa de las familias y las escuelas esta cuestión. Hablar de ello ayuda a quién ha sido víctima y permite hacer prevención. Callar sobre un tema no hace que desaparezca de nuestra sociedad, sino todo lo contrario, permite que se extienda amparado en ese silencio social y en ese tabú. Hablar, en este caso, ayuda a todos y cura.

La pederastia y la pedofilia existen y en mayor medida de lo que nuestra sociedad quiere reconocer. Sobre todo en el seno de las familias, donde se produce la mayor parte de abusos a menores. Sociedades avanzadas como la alemana o la norteamericana proponen que la pedofilia pueda ser considerada una enfermedad y tratada por especialistas, antes de que hayan cometido abusos o, en caso de que la víctima lo considere aceptable, sin necesidad de encarcelar a las personas que desean ser tratadas. Si los psiquiatras que visitó David Donet (el pederasta de mi libro) le hubiesen hecho un poco de caso cuando era joven y pedía ayuda porque le gustaban los niños y no sabía cómo reaccionar, quizás todo esto no habría sucedido.

-Asegura en su libro que muchos menores sufren abusos y "los aceptan" porque su inocencia no les hacer verlo como algo malo e, incluso algunos, consideran que es el precio que "pagan" por tener una familia. ¿Cómo se puede resolver esta situación?

En el caso de “Le llamaban padre” son niños que venían de familias desestructuradas, con padres alcohólicos, drogadictos, prostitutas o encarcelados. Esos niños no habían tenido familia y el padre de acogida, David Donet, les daba cariño y educación. Esos niños —así lo dicen ellos—, se hacían los dormidos las primeras veces que Donet abusaba de ellos y no querían “abrir los ojos” porque tenían miedo de perder esa nueva familia en la que sufrían mucho menos que en sus casas de origen. Eso explicaría que no se quejasen de unos abusos que no entendían y que, como no habían sufrido daños físicos, no consideraban importantes. Poco a poco los fueron asumiendo como “algo normal”. Para ellos era como un juego que les había enseñado “su padre”.

¿Cómo se resuelve? Lo ideal sería actuar para que esos niños y sus familias biológicas no tuviesen los graves problemas que tienen (pobreza, desestructuración…) y luego si es inevitable, porque lo será, supongo que con más y mejores controles, pero los grandes expertos dicen que detectar a un pederasta antes de que abuse, es prácticamente imposible.

-¿Por qué cree que los pederastas son tan inteligentes como para lograr engañar a los niños, a los padres, vecinos, profesores…?

Algunos expertos hablan de que los pederastas empatizan muy fácilmente con los niños y con las personas en general, pero no hay ningún perfil estándar ni elementos fiables para detectar a ningún pederasta previamente. Si fuese posible, se estaría evitando.

-Normalmente, cuando se descubren los hechos, casi todo el mundo se echa las manos a la cabeza calificando al pederasta como una persona "normal", amable… ¿Por qué es tan difícil detectarlo? ¿Qué soluciones propone después de estudiar este caso tan de cerca?

Esta es una pregunta para expertos. Supongo que dicen que es indetectable porque es fácil mentir sobre tus preferencias sexuales y tus intenciones “malvadas”. Es obvio que, a priori, nadie dirá que le gustan los niños y que abusará de ellos. Y para los examinadores, ¿en qué te basas para afirmar que alguien es pedófilo o, peor aún, pederasta y que un día puede abusar de niños? Y debes basarte en elementos empíricos que un juez y la sociedad puedan aceptar y entender como generalizables. Eso es, sencillamente, imposible. Creo.

El diálogo entre padres e hijos es, supongo, absolutamente fundamental para que los menores sean conscientes de posibilidades como la pederastia.

-En su opinión, ¿internet ha favorecido el aumento de casos?

Sí, sin duda. Internet ha facilitado el contacto de pederastas con posibles víctimas. Y facilita anonimato e intimidad a los delincuentes.

Volveríamos al diálogo entre padres e hijos. En este sentido, la socialización de los problemas de pedofilia y pederastia (que se conozcan y no sean un tabú) puede ayudar a que la sociedad en general, y los niños en particular, pierdan el miedo a hablar de situaciones con adultos y, sobre todo, no tengan miedo a decir «no».

-Las estadísticas dicen que el 70% de los niños abusados son abusadores el día de mañana. ¿Qué se debería hacer para corregir este comportamiento?

Los expertos hablan de terapia, claro. En mi libro, la especialista Montse Juvanteny, explica muy bien que guardar el secreto es, muchas veces, peor que el abuso en sí mismo. El abuso ha durado un rato pero el secreto queda dentro de la persona para toda la vida. Y es fundamental que las víctimas reconozcan y entiendan que los abusos no son normales, ni que lo haya hecho su propio padre. Y los abusadores también necesitan terapia, porque muchas veces son los primeros que lo consideran «normal». Y abusar de un niño no tiene absolutamente nada de normal.

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