El 71,3% de adolescentes reconoce que su familia no supervisa su móvil

El dato es significativo si tenemos en cuenta que el 89% de los menores encuestados tenían una edad entre los 10 y 12 años

S. F.

El acoso entre iguales (bullying) y el ciberacoso (cyberbullying) son dos formas de violencia presentes en el entorno escolar que no resultan nuevas a los docentes. Pero, debido al impacto negativo que generan a todos los niveles y a la creciente sensibilización de la sociedad ante estos problemas, es necesaria una búsqueda activa de posibles soluciones. Y para ello un primer paso es conocer lo mejor posible las características del alumnado implicado , las causas y las consecuencias del acoso en sus diferentes manifestaciones y cómo corregirlas.

Con ese objetivo en mente, UNIR , La Universidad en Internet ha llevado a cabo un amplio estudio pionero, gracias a la elevada cifra de participación, que permite obtener resultados de suma fiabilidad. En el proyecto, denominado CiberAstur y realizado en colaboración con la Consejería de Educación y Cultura del Principado de Asturias, han participado 25.582 estudiantes de ESO, Bachillerato y Transición a la Vida Adulta pertenecientes a 140 centros asturianos. Si bien 115 de ellos (82 públicos y 33 concertados) han intervenido más activamente. Su desarrollo ha sido posible, en gran medida, a través de una herramienta online y la colaboración del profesorado y las direcciones de los colegios participantes.

La parte del estudio que indaga en las situaciones de acoso y ciberacoso refleja la existencia de un 2,4% de alumnado que es víctima de situaciones de acoso grave. Si de ciberacoso se trata, en un 3,25% de los casos supone un problema grave.

Además, el informe recoge que los que desempeñan el rol de agresor grave no llegan al 1% en el acoso tradicional y se sitúan en un 2,3% en la ciberagresión. Por edades, la franja con mayor prevalencia es la de los 13-14 años para la victimización y de los 15-16 años en la agresión. Cuestiones de gran importancia, puesto que ser víctima o cibervíctima afecta gravemente a la calidad de vida percibida de los estudiantes. En concreto, a las dimensiones de bienestar físico, psicológico, la autonomía y las relaciones con los padres, su entorno escolar y sus iguales.

En general, el acoso tradicional es más prevalente, si bien el ciberacoso lo es en las fórmulas más graves . También hay más acosadores en el ciberbullying, con 588 en el nivel severo, frente a los 237 agresores en el tradicional. Los resultados, que diferencian entre los roles de víctima, agresor y observador, reflejan que un 4% ayuda al agresor o simpatiza con él en ambos casos. Un 24% se muestran poco comprometidos y más de la mitad actúan como defensores en ambos tipos de situaciones.

La otra gran área de análisis en la que se centra este estudio realizado en Asturias es la utilización de Internet a través de dispositivos móviles y que ofrece resultados muy relevantes. Por ejemplo, indica que se realiza un control insuficiente del uso de estos dispositivos en cuanto a tiempos de uso y a contenidos a los que accede el alumnado. El 95,7% de los estudiantes afirma tener teléfono móvil. Cifra de especial relevancia si se tiene en cuenta que casi el 89% de los participantes en el informe tiene entre 10 y 12 años.

Además, el 71,3% asegura que su familia no supervisa su actividad con el teléfono y un 33,2% reconoce usar el móvil más de cinco horas al día durante los fines de semana. También se estima que casi el 4% de los estudiantes puede presentar un uso problemático y compulsivo de Internet.

Estos datos globales de acoso y ciberacoso recogidos en Asturias son, según el investigador principal y profesor del Departamento de Psicología en la Educación y Psicobiología de UNIR, Joaquín González-Cabrera, “convergentes con los encontrados en otros estudios, especialmente en los casos graves donde la horquilla habitual de casos oscila entre el 2 y el 7%”.

“Este estudio”, ha asegurado el docente, “es pionero por su carácter poblacional en una comunidad autónoma, que supone que todo alumno cuenta y es importante en el proceso; es la mejor manera para un diagnóstico y una futura toma de decisiones político-educativas en el Plan Estratégico para la Convivencia Escolar del Principado”.

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