Katalin zu Windischgraetz trata a sus perros como auténticos reyes
Katalin zu Windischgraetz trata a sus perros como auténticos reyes - KZW

La princesa marbellí que diseña tronos para los perros de la jet set

La aristócrata Katalin zu Windischgraetz triunfa con sus colecciones. Entre sus clientes, Liz Taylor y Farah Diba

Madrid Actualizado: Guardar
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Si no has oído hablar de KZW ya puedes ponerte al día, porque no hay mascota de buena familia que no tenga alguna de sus piezas en su fondo de armario. La firma cuenta con dos colecciones, la primera, «pets interiors», de interiorismo, con camas y mobiliario, realizado y pintado a mano y con las mejores calidades en colchones y cobertores y a precios bastante elevados. La segunda es «canes optimus» y tiene una selección ultra chic de accesorios como cajas de juguetes, bolsas de viaje o almohadones-colchón. Y detrás de esta firma, que ya se ha hecho famosa en toda Europa, encontramos a un personaje imprescindible en la Costa del Sol: la princesa Katalin zu Windischgraetz.

Es austríaca, aunque nació como baronesa húngara Hatvany du Hatvan en un castillo de Budapest y toda su vida ha vivido con perros. «Ahora -dice ella- los perros tienen de todo, pero entonces nosotros les fabricábamos unos juguetes hechos a base de trozos de tela anudada de algodón, para sustituir al posible zapato que roban de tu cuarto y que se querían comer. Desde niña aprendí a observarles, a entenderles y a quererles», explica a ABC.

Su historia hasta que desembarca en Marbella da para el guión de una película. Recuerda que nació dos años después de la Segunda Guerra, cuando Hungría estaba bajo el Ejército Rojo. A su madre le confiscaron todas sus posesiones y a su padre le encarcelaron y murió poco después. En aquel régimen, los burgueses, aristócratas e intelectuales eran peligrosos para el país, enemigos del proletariado y ahí estaban ellos, una de las familias más antiguas, con la que había que dar ejemplo. El Estado no iba a facilitar la educación de esos niños, con lo que a ella le tocó asistir a una escuela de adultos nocturna, como castigo por su nacimiento. Los mayores, por su parte, tenían que hacer trabajos manuales.

Los años pasaron y para que les empezaran a visitar grandes damas de la alta sociedad europea, al gobierno se le ocurrió abrir un salón de costura y llamaron a Klara Rothschild para que lo dirigiera. «Y ella me llamó a mí. Yo tenía ya 16 años y llegué con la falda azul del colegio, era guapa y no lo sabía y muy tímida también. Me hizo andar hasta la ventana me hizo una prueba de fotogenia y allí empezó todo», recuerda.

Hablaba cuatro idiomas y comenzó a hacerse con el oficio. «Allí conocí al gran Norman Parkinson, a Farah Diba y a Madame Tito, que se prendó de mí». Katalin se convirtió en la modelo oriental más famosa, la primera que llevó allí una mini y que escuchaba a los Beatles saltándose todas las normas. Le ofrecieron trasladarse a Viena para llevar dos tiendas de prêt-à-porter y con 21 años y ganas de comerse el mundo se plantó en Austria con una maleta y unas joyas escondidas para vender.

«En 6 meses hice una primera colección. Egon von Furstenberg, mi primo, hermano de Ira, lo vio y me invitó a ir a Nueva York. No lo pensé dos veces. Fui y decidí quedarme allí, en ese mundo lleno de oportunidades. Era la efervescencia. Me gané 300 portadas y mis colecciones fueron fotografiadas para el ‘‘Vogue’’ y ‘‘Harper’s Bazaar’’. Las compraban desde Jerry Hall hasta Liz Taylor y en aquellos años tuve a Nueva York a mis pies. Y aprendí mucho, todo lo que sé de diseño y de empresa. Allí conocí al que se convirtió en mi marido, el príncipe de Windischgraetz».

Llegó a España en el año 97, dispuesta a llevar una vida mas tranquila, pero sus genes húngaros han podido y ahora es, junto a sus primas Sandra Gamazo y Beatriz de Hohenlohe, una de las activistas que protege y recoge a perros abandonados de la costa. Todos ellos duermen como reyes en regios tronos de la firma KZW.

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