Charo Palacios, condesa de Montarco
Charo Palacios, condesa de Montarco - ARCHIVO ABC

Una novela «inspirada» en la vida de la mítica condesa de Montarco

Alejandra de Rojas, hija de Charo Palacios, está escribiendo su primer relato de ficción

Madrid Actualizado: Guardar
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«Cuando llegué a la moda a las maniquíes se les pagaba muy poco y generalmente eran prostitutas. Yo decidí cambiar eso y coger a chicas de la alta sociedad», suele recordar el diseñador Elio Berhanyer, el último de los grandes de la moda española. «Charo trabajaba en la Embajada de Turquía cuando le ofrecí desfilar. Entonces Pedro Rodríguez vino a verme y me dijo que estaba jodiendo la profesión porque estaba pagando a las chicas». La Charo que ayudó a revolucionar el caché de las modelos en los años 60 no es otra que Rosario Palacios Calleya, más conocida como la condesa de Montarco.

La vida de la hija del afamado físico y matemático Julio Palacios bien podría servir de fuente de inspiración para un guión de Hollywood.

Ahora, su hija, Alejandra de Rojas, está escribiendo una novela «inspirada» en la vida de su madre, la mujer que transformó el negocio de la moda en la España franquista sin dejar de cautivar a la rígida «high society» de la época. «No es una biografía ni una biografía novelada ni mucho menos. Hay muchas cosas de mi madre, pero también de mucha gente de mi vida, pero lo que estoy haciendo es pura ficción. No diría que es una novela inspirada en ella y no quiero que piensen que lo es porque eso despertaría falsas expectativas», aclara la autora.

Octubre de 1975. Elegante imagen de Charo Palacios, condesa de Montarco
Octubre de 1975. Elegante imagen de Charo Palacios, condesa de Montarco - TEODORO NARANJO DOMÍNGUEZ

«A mí me gustaba, desde muy joven, llevar una vida independiente, vivir sola y trabajar, cuando en esa época ninguna señorita trabajaba», reveló la propia Charo en una entrevista a ABC en 2010. Un día le propusieron que hablara con Berhanyer porque necesitaba una maniquí. Se presentó, caminó y lo hizo fatal. Pese a la prueba fallida, el diseñador, que por entonces ya vestía a celebridades de la talla de Ava Gardner, la fichó para que luciera sus creaciones en Nueva York. Naty y Ana María Abascal la acompañaron en aquella aventura por América.

Pero Palacios estaba predestinada a ser algo más que una modelo. «Francamente, no servía para eso», ha admitido en más de una ocasión. En seguida se convirtió en la directora de costura y mano derecha de Berhanyer, quien jamás salía de España sin ella. La exmodelo oficiaba de traductora del modisto a la hora de comunicarse en francés, inglés, italiano y portugués.

Fue cuestión de tiempo para que esta dama de personalidad arrolladora enamorara a uno de los hombres más multifacéticos de su tiempo, el aristócrata, político, ganadero y escritor Eduardo de Rojas Ordóñez, conde de Montarco. Se casaron en Portugal 1968. Él tenía 59 años y era viudo, ella era una treintañera que dio el «sí, quiero» vestida de calle para no llamar la atención. «Como Eduardo era viudo y se podía montar un escándalo, preferimos hacerlo así», confesó Charo en una conversación con ABC.

Gordas y minifaldas

No hubo escándalo. Al contrario, Palacios, ya como condesa de Montarco, terminó de conquistar a la sociedad madrileña con su saber estar y sus estilismos. En el verano de 1969, un año después de la boda, dio a luz a su primer hijo, Julio de Rojas, y una década después a Alejandra. Pero jamás frenó su ritmo de trabajo y vida social. Llegaba a cambiarse de ropa seis veces al día y cuando volvía a su casa por la noche quedaba reventada. En 1970, en pleno debate por el desembarco de la minifalda en la España tardofranquista, declaró: «La mujer, aunque no tenga las piernas bonitas, suele resistir bien la minifalda. En cambio, el pantalón sienta bien sólo a contadísimas mujeres».

En 1975 se la coronó como la «elegante oficial» de España. Cuando la revista «Blanco y Negro» le preguntó si se podía ser gorda y elegante, ella respondió con naturalidad: «¡Por supuesto! La Begum (la esposa del Aga Khan) es más bien gorda y yo la veo elegante. Aunque una delgada tiene más fácil el camino a la elegancia». Con frases como esa alimentaba su halo místico de jueza suprema del buen gusto.

«No he tenido tiempo para nada», se ha lamentado en múltiples entrevistas. «Yo creo que con mis dos niños (Julio y Alejandra) he estado el tiempo suficiente. Me he preocupado mucho de ellos, he estado pendiente de sus estudios y les he guiado a lo mejor que he podido».

Su hija Alejandra siempre recalca que se acuerda de todo lo que le enseñó su madre. En cierta forma la aprendiz ha superado a la maestra, porque no hay lista de elegantes que no incluya a la hija de la condesa de Montarco. «Tengo la suerte de tener una hija fenomenal, porque ella es más guapa y más alta que yo», dice la orgullosa madre.

Hija escritora

Alejandra es «la niña de sus ojos», siempre pendiente de su progenitora, a la que acompaña en todos sus viajes. «Ella valora lo que he hecho y sabe que no soy una madre normal», declaró Charo en una entrevista. Su pequeña se ha instalado en la finca familiar a las afueras de Madrid para escribir su primera novela. No será un cuento de hadas. «Mi vida no ha sido un cuento. Ha habido muchos sacrificios. Es cierto que soy una privilegiada, pero he pasado lo mío...», suele decir la protagonista de esta historia. Habrá que esperar a que su vida llegue a las librerías para descubrir las penas secretas de una de las últimas grandes damas patrias.

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