El Cordobés: «Si mi padre hubiera podido, me habría borrado del mapa»

Tras un retiro, vuelve más decidido que nunca a ser reconocido como hijo de Manuel Benítez

MADRID Actualizado: Guardar
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La demanda de paternidad contra Manuel Benítez ha sido una auténtica bomba mediática. Parecía que Manuel Díaz había aceptado ser el hijo secreto de El Cordobés, con el «reconocimiento» de toda España aunque sin la aprobación de Benítez. Pero para él resultaba una carga demasiado grande. Tras dar la noticia, Manuel Díaz se refugió en el campo portugués, donde se ha entrenado para la nueva temporada. De vuelta a España, el diestro madrileño desvela cómo está encajando el proceso.

—¿Es consciente del revuelo mediático que se ha organizado?

—Tengo muchas sensaciones enfrentadas. Hubo una serie de circunstancias que me llevaron a la decisión de buscar mi identidad. Y yo no quería que llegara ese momento, porque siempre pensé que algún día me encontraría cara a cara con el hombre que desde pequeñito me han dicho que es mi padre.

Siempre le he venerado.

—Ha dicho que su padre para usted era como humo, ¿por qué?

—Porque a mi padre no le veía físicamente y lo creé en mi imaginación. Era como humo. De niño, yo era consciente de que era un hombre muy importante, un torero, y sabía que la única forma de llegar a él era dedicándome a su profesión. Además, no quería pasar sin pena ni gloria: me propuse sacar las castañas del fuego a mi gente y, por supuesto, tener la ocasión de encontrarme con él.

—Tengo entendido que cuando usted estaba en la Escuela de Tauromaquia se produjo un breve encuentro...

—Sí, pero entonces no pude hablarle de lo que yo quería. Fue durante un homenaje a Matías Prats, que en paz descanse. Pagué mi cubierto, 5.000 pesetas que me dio mi madre. Él sabía quién era yo, porque era un secreto a voces. Me acerqué a su mesa y tan sólo le dije: «Maestro, ¿me puede usted firmar la invitación?». Me sonrió, la firmó y me dio la mano, lo mismo que Matías Prats. Sacaron una foto y es la única en la que estoy a su lado. Mucho antes, cuando sólo tenía 2 años, mi madre me llevó en varias ocasiones a verle. Íbamos a los hoteles y ellos hablaban. Manuel me metía dinero en el bolsillo de la camisa. Lo que mi madre buscaba era que él me conociera. Todo esto ha marcado mi vida.

—¿Cuándo tomó la decisión de iniciar el proceso de reconocimiento legal?

—Hace dos años empecé a ver que no llegaba a ningún puerto y se despertó en mí una sensación de fracaso. Pero todo se aceleró cuando hace unos meses le dieron la medalla de las Bellas Artes. Le pusieron un micrófono y le preguntaron por mí, y entonces hizo un gesto muy feo. Así que decidí que fuera un juez quien determinara si es mi padre o no.

—¿Va detrás de una herencia?

—Yo le he brindado mis sentimientos, él lo que brindaba era su fortuna. Posiblemente, porque tenía miedo de que alguien pudiera llegar hasta él. La herencia jamás me ha importado. Tan sólo quiero explicarle cómo son sus nietos y lo que siento por él. El dinero, gracias a Dios, ya me he ganado el mío.

—Hace unos días se emitieron unas imágenes en las que se reflejaba el tremendo enfado de Manuel Benítez por todo este asunto.

—Me da mucha pena verle así y en algunos momentos hasta me he sentido culpable, porque nunca quise llegar a esta situación. Deseaba que fuera una cosa de cortesía, pues comprendo que él tiene una vida. Verle así, ahora mismo, me ha mostrado a un hombre solo. Rodeado de mucha gente, pero solo.

—¿Ha tenido alguna vez contacto con los hijos de Manuel Benítez?

—Nunca. Les comprendo y les respeto, pero también pido un poco de comprensión hacia mí. Estoy intentando encontrar mi identidad.

—¿Le gustaría conocerles?

—No me importaría. Si algún día alguno coge el teléfono y me dice que quiere tomar un café conmigo, yo encantado.

—Llegado el caso, ¿cambiará su apellido de Díaz por el de Benítez?

—En el fondo, me gustaría anunciarme como Manuel Benítez «El Cordobés», si se diera el caso de que ganara la sentencia. Por otro lado, tengo los apellidos que me dio mi abuelo.

—¿Contactó su abogado con el de Benítez en algún momento?

—Le dije a mi abogado que hablara con el suyo, que, por cierto, ya no le representa, y que le comunicara lo que íbamos a hacer. Su respuesta fue que yo era muy buen chico, pero que Manuel era un ser muy especial y que no había nada que hacer. Si se hubieran puesto en contacto conmigo, en ese momento lo habría dejado todo. Lo único que necesitaba es que me dijera «yo soy tu padre». Punto. Ahora voy adelante porque soy consciente de lo que significo para él: nada. Si mi padre hubiera podido, me habría borrado del mapa. Eso es lo que de verdad me ha dolido: su desprecio.

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