Los seis estilistas que peinan a las mujeres poderosas
El estilista Ramón Ríos - abc

Los seis estilistas que peinan a las mujeres poderosas

Pocas cosas hay tan importantes para las mujeres expuestas al ojo crítico como su peinado

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Pocas cosas hay tan importantes para las mujeres expuestas al ojo crítico como su peinado

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  1. Ramón Ríos, prestigioso y discreto

    El estilista Ramón Ríos
    El estilista Ramón Ríos - abc

    No hay bloguera de moda que se precie que no le haya dedicado algún post (Nieves Álvarez, María León, Miriam Yébenes, Cristina Reyes, Marta Bahillo…), pero es reacio a hablar con los medios, y huye de la publicidad. «Mi éxito radica en la discreción. Como decía Peñafiel, valgo más por lo que callo que por lo que hablo». Este peluquero y maquillador no tiene salón propio. Empezó siendo promotor en Llongueras, durante cinco años trabajó como director técnico y artístico en Italia, se mudó a Londres y, por último, desembarcó en España, donde trabaja como freelance y acude a casa de sus clientas. ¿Qué tiene este hombre para que lo veneren algunas de las mujeres más bellas de España? Buena mano. O de eso presumen sus clientas, ya que a Ríos no hay manera de sacarle una palabra. Discreto, y muy profesional, este hombre tiene una legión de fans, como nuestra «reina de corazones».

  2. Eduardo Sánchez, «Manostijeras»

    El estilista Eduardo Sánchez
    El estilista Eduardo Sánchez - abc

    De origen colombiano y espíritu viajero, este peluquero comenzó su formación desde muy joven, y se lanzó pronto también a «vivir nuevas experiencias», una de las razones principales por las que viajó al Viejo Continente hace 25 años. Primero pasó unos años en Bruselas, y desde allí aterrizó en Madrid hace dos décadas, para enseguida entrar a formar parte del equipo del mítico Dessange. Culminó su carrera como director creativo de la marca, a nivel internacional, y el año pasado decidió tirarse a la piscina y crear su propia marca (y salón), Maison Eduardo Sánchez, que se ha convertido en el referente en cortes y color de la alta sociedad (peina a Mariló Dancausa, consejera delegada de Bankinter, y a la ex-Jequesa de Qatar). Una de las propuestas más exitosas de este alquimista son sus coloraciones naturales, a base de barros y óleos, que contienen minerales y extractos naturales que no estropean el pelo. Cuando coge las tijeras, empieza el espectáculo.

  3. Michel Meyer, el número 1

    El estilista Michel Meyer
    El estilista Michel Meyer - abc

    Esta primavera ha colgado sus peines y se ha ido a vivir a Londres «para crecer, para descubrir qué otras cosas puedo hacer con mis manos», declaraba mientras hacía sus maletas. Cuando celebró sus bodas de plata en la profesión, tiró la toalla. «Me voy a disfrutar de la vida, de la ciudad, del arte... Lo dejo para siempre». Este francés, que «nació» peluquero, respirando el ambiente de la pequeña peluquería que regentaba su madre en Casablanca, ha dejado «huérfanas» a Ana Botín, Alicia Koplowitz, Marisa Paredes, Luz Casal, Elena Salgado y María Teresa Fernández de la Vega. Llegó a Madrid de la mano de Jacques Dessange, pero enseguida abrió su salón de la madrileña calle de O’Donnell, referente de algunas de las mujeres más elegantes. Su sello distintivo ha sido siempre la fidelidad hacia sus principios: ni extensiones capilares que dañan la raíz, ni mechas de colores que afean la melena ni queratinas que estropean el pelo. Y también su resistencia a cheques con muchos ceros que le ofrecían para crear franquicias.

  4. El mediático Moncho Moreno

    Moncho Moreno
    Moncho Moreno - abc

    Noor de Jordania cayó prendada. Como lo han hecho en alguna ocasión Claudia Schiffer, Valeria Mazza, Natalia Vodianova, Eva Herzigova y Elletra Rossellini. Colaborador asiduo de las grandes firmas de moda y cosmética, Moncho ha sido estilista en todas las pasarelas españolas, artífice del maquillaje y peluquería de los mejores catálogos y revistas, y un referente en los backstages de Pronovias o Kina Fernández, entre otros. Se mueve más y mejor en el mundo de la moda, el cine y la música (Ana Belén, Paulina Rubio, Rosario Flores, Rocío Jurado, Azúcar Moreno, Marta Sánchez), pero eso no quita para que algunas de las mujeres más relevantes de la vida social (léase Carmen Posadas) hayan comprobado en algún momento su virtuosismo con las brochas y los cepillos.

  5. Loida Lamuz, la gran dama gallega

    Loida Lamuz
    Loida Lamuz - abc

    Hecha a sí misma, ha conseguido crear marca con su nombre: Loida es sinónimo de buen hacer y buen gusto. Ha sido presidenta de la Fundación Gallega de la Mujer Emprendedora, colaborado en producciones de moda, televisión y teatro, trabajado en algunos desfiles de Antonio Pernas, Roberto Torreta y Miguel Palacio, peinado en algún certamen de Miss España… Pero lo que más le ilusiona es el premio Loida «Jóvenes Diseñadores Gallegos», que puso en marcha hace unos años para apoyar a los nuevos valores. Su salón en La Coruña, con su Spa Urbano, es un emblema de la ciudad. No hay personalidad gallega que no haya pasado en algún momento por este o por alguna de sus peluquerías Zamuz, repartidas por La Coruña y Santiago de Compostela. Las más ilustres: Flora y Marta Ortega. «Mi sueño es conseguir un salón que sea el número uno en atención al cliente y cada día lucho para hacerlo realidad», dice.

  6. Peque, la más grande

    Establecimiento donde se peinan Esperanza Aguirre o Ana Botella
    Establecimiento donde se peinan Esperanza Aguirre o Ana Botella - abc

    De «peque» solo tiene el nombre. Es nuestra Lola Flores en peluquera, y sus coloraciones son como el Rolex en la muñeca: cuando las llevas, no hay nadie que no las envidie. Esta mujer de 77 años –aunque aparenta 67– ha sabido lo que es el hambre de niña y, al más puro estilo Scarlett O’Hara («A Dios pongo por testigo…»), ha logrado llegar a lo más alto. Por su salón pasan algunas de las cabezas más aristocráticas, ricas, cultas y regias de este país. La lista es tan larga como las horas que pasan en su salón ( Ana Botella y Esperanza Aguirre son incondicionales). Sus coloraciones son «a medida» (elabora personalmente cada una de las mezclas) y eso se paga. Con tiempo y con dinero. Por algo la llaman el doctor Chams de la peluquería. Ni gritos, ni voces ni charlas en los lavacabezas. Entre tantas mujeres, reina el silencio. Y la perfección.

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