El hombre que quiso ser Carmen Miranda

Cuando la necesidad aprieta y los despidos vuelan bajo. Cuando el estrés es pandemia y al futuro laboral le dan una manita de pintura gris cada mañana, conviene tirar de imaginación y placer. Conviene hacer algo en lo que se crea, algo que parezca beneficioso y cómodo para otros.

Ese instinto siguió este autónomo gaditano. Era directivo de banca pero no le gustaba. La crisis llamó a la puerta y decidió recibirla con innovación y originalidad. Eran mejores alternativas que la pesadumbre. Con 48 años, como si fuera Carmen Miranda, aquella actriz famosa por lucir sombreros frutales, ha encontrado en la vitamina C la inspiración que necesitaba.

Frutal cumple un año de su nacimiento. «El balance es muy positivo, el negocio va bien, aunque no puedo permitirme por ahora tener empleados, que es mi sueño.

Por el momento, voy tirando», cuenta Juancho muy entusiasmado. Hace un año decidió embarcarse en Frutal, una empresa de entrega a domicilio de tarrinas de frutas cortada con sede en Cádiz. Fue en Inglaterra donde le vino la inspiración.

Juancho se había quedado alucinado con la cantidad de tarrinas de frutas que se vendían en los supermercados de las grandes ciudades. Pensó entonces en por qué no exportar la idea a Cádiz y se puso manos a la obra.

Desde ese día no ha parado. Para ello contó con la ayuda y el apoyo de sus hermanos y su mujer. «Tras muchas horas de trabajo, esfuerzo, investigación en la materia prima y papeleo», logró construir la microfábrica de la barriada de San Severiano.

Todos los miércoles y domingos Juancho se levanta a las seis de la mañana para ir a comprar a la lonja de Cádiz. Es allí donde encuentra la mejor fruta para elaborar sus tarrinas que son repartidas los jueves y lunes desde las nueve de la mañana hasta que entrega la última tarrina a domicilio. «Me adapto a los horarios y preferencias de mis clientes», asegura.

De momento, bajo el nombre de Frutal produce y reparte hasta 400 tarrinas semanales. «Me gustaría empezar a jugar con clientes medianos, además de repartir en colegios y a los turistas que llegan en cruceros a Cádiz», relata.

Cada una de ellas llegan a su destino fresquitas y listas para comer. Hasta siete tipos de frutas diferentes. El melón va sin semilla y cortado a bolitas, las uvas sin pepitas, pero con piel, fresas, manzanas... Para conservarlas en perfecto estado el único truco que utiliza es ponerlas en zumo de naranja natural. Esto evita que los trozos de fruta se pongan tan negros. «La fruta que reparto es 100% natural», añade.

«Me adapto a mis clientes»

Este empresario con las ideas claras presenta un proceso de envasado de fruta completamente artesanal. La fruta se pela y se trocea a mano. «En el local tengo una mesa de acero larga y las voy envasando una a una».

Cada tarrina, con 200 gramos de fruta vale 1,5 euros. El pedido mínimo es de tres tarrinas y no cobra gastos de envío. La fruta tiene una durabilidad de cuatro días. Señala que la forma de trabajar de su empresa, con dos días de reparto a la semana, permite tener fruta disponible siempre sin ningún problema. Juancho comenta que cuando empezó en esta aventura pensaba que la mayoría de la gente le compraba por pena, pero ahora su sorpresa es que tiene clientes que le llaman para decirle que no están en Cádiz. La mayoría son particulares.

Desde que perdió su trabajo en Bankia, Juancho Pérez vive entregado a su empresa de entrega a domicilio. Los pedidos se pueden hacer por teléfono o por WhatsApp. A través de esta herramienta, Juancho comunica las novedades de frutas que tiene cada semana a sus clientes. «Esta siendo la principal herramienta de marketing de Frutal», añade.