Altar de la parroquia de Santa María del Monte Carmelo
Altar de la parroquia de Santa María del Monte Carmelo - FOTOS: MAYA BALANYA
IGLESIAS DE MADRID

Santa María del Monte Carmelo: Misión carmelita en el barrio de Salamanca

El templo cuenta con una amplia labor social para pobres, analfabetos, separados...

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La parroquia es un anuncio, buen anuncio del Evangelio. Y a una parroquia también se la mira, y se la mide, por los avisos, las notas, la convocatorias que cuelga en los tablones de anuncios. Titulares que expresan el «kerygma», esa formulación básica con la que se sintetiza el cristianismo hecho existencia. Entrada a la parroquia «Santa María del Monte Carmelo», padres Carmelitas de la antigua observancia, ni calzados, ni descalzos por más que se usen estas denominaciones. Mejor dicho, carmelitas de «La Orden de los Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo», eremitas de la Madre, que llegaron a Madrid por primera vez en 1574. Por obra y desgracia de la desamortización de Mendizábal en 1836 fue requisado el convento antiguo, cuyos vestigios son hoy el templo parroquial de Nuestra Señora del Carmen y San Luis, de la calle del Carmen.

Adentrémonos en la geografía espiritual carmelitana del templo, que se encuentra en la calle Ayala 35-37. Allí está desde 1924. Primer cartel de avisos, la esencia histórica del periodismo parroquial, raíces romanas, basílicas romanas. Es lo que leemos; somos los que escribimos. La vida de esta parroquia traducida en menos de ciento cincuenta caracteres de letras de las de antes, no concursas, mosaico de vitalidad: «Si tú o alguien que conoces tiene un problema con el juego contacta con jugadores anónimos»; «Centro de orientación Familiar»; «Atención integral a la persona mayor en su domicilio»; «Curso de alfabetización de adultos»; «Para inscribirse en la bolsa de empleo o renovar su ficha»; «Separados y divorciados. En la parroquia de Nuestra Señora del Dolor está funcionando un espacio de encuentro y reflexión para personas separadas y divorciadas»; «Cursillo intensivo de preparación al matrimonio de fin de semana»; «Ropero. Lunes, 8,00 mañana»; «Misiones carmelitanas»...

El padre José Benavente, sacerdote carmelita, de la antigua observancia, acaba de cumplir sus bodas de oro sacerdotales. En la archidiócesis de Madrid fue párroco de Nuestra Señora de Sonsoles y arcipreste. Desde el 5 de julio del 2011 es párroco de este templo dedicado a la Virgen del Carmen, ese octavo sacramento de piedad en la vida de los fieles.

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Está acompañado por un coadjutor, el padre Alfonso Carlos Grau, y le ayudan los padres Luis Gallardo, Jesús Albadalejo, Joaquín Vicente y Alberto Yubero, éste último, por cierto, ahora provincial de los carmelitas de una provincia que es mucha España. La comunidad de religiosos que atienden esta parroquia no olvida la historia. El 18 de julio de 1936, sus predecesores tuvieron que huir en búsqueda de un refugio seguro. Cinco de ellos sufrieron el martirio. Quien fuera entonces el superior, el Beato P. Alberto María Marco Alemán en Paracuellos del Jarama. Un proyecto acariciado por la parroquia es la construcción de una capilla o altar dedicada al prior mártir, beatificado el 13 de octubre de 2013. Los datos de la historia de esta parroquia se publicaron recientemente en el libro «El Carmen de Ayala», de los carmelitas Rafael María López Melús y Juan Gil Aguilar.

Viento del Monte santo

En esta parroquia se respira el espíritu del Carmelo, el viento del Monte santo. Cuando el párroco describe con pasión cada hito en la vida de esta comunidad está acompañado por la asistente social, Cristina de Dios, que sale al auxilio en lo referido a los datos concretos. Por ejemplo, esa bolsa de empleo en pleno barrio Salamanca que atiende a 805 personas. Son veintiuno los voluntarios que trabajan tanto en las labores de la atención social, en el asesoramiento jurídico, en el apoyo psicológico o en lo referido a la formación. Un programa estrella: el inglés, que tuvo como voluntario a algún destacado ministro de Economía, hoy en no pocas listas negras. Hay que añadir la historia del ropero, que comenzó Mercedes Rodríguez y que se ha convertido en un modelo de ayuda de inmediatez. La caridad de lo inmediato y la justicia del comercio de un sector que siempre va sobrado. Desde las 7 de la mañana hasta la 22 horas se acumulan quienes necesiten ropa, que es su tejido primario de existencia y de salud. Largas colas, orden estricto, control para que no se comercie con la caridad, que es don gratuito. Incluso se envían las prendas que se reciben por añadidura a Cuba, allí, para los ancianos que viven en las casas religiosas.

La parroquia tiene una intensa vida de piedad. Celebraciones sacramentales, la novena a la Virgen del Carmen, la Cofradía del Carmen, los cursillos prematrimoniales, los laicos carmelitas. Y las Comunidades Neocatecumenales, que en esa parroquia son cuatro con más de 170 miembros. En la historia reciente de esta iglesia hay quien recuerda aquel «Capucha´s club», en alusión a la capucha del hábito carmelita, que aglutinó a un importante número de inquietos universitarios en los años sesenta y setenta.

Camino Neocatecomunal

Cultura, conferencias, proyecciones de películas relevantes, entonces y ahora, los sábados. El motor móvil de los miembros del Camino Neocatecumenal se nota en la parroquia, que alberga, además, en su territorio no muy extenso del barrio Salamanca a un número no menor de institutos de Vida Consagrada, las Siervas de Jesús, de origen mejicano, y los marianistas del Colegio del Pilar, además de algún centro del Opus Dei. Una parroquia que cumplió en el pasado año a las bodas de oro y que cuenta además con una residencia de ancianos, con unas 80 camas, y una librería que atiende a las necesidades de esa cultura tan relacionada con el culto.

El padre José, un hombre bueno donde los haya, dice que su mayor satisfacción es «la adoración continuada del Santísimo Sacramento, de lunes a viernes, en la cripta de la Iglesia». Y su sufrimiento, «ver que los religiosos carmelitas nos hacemos mayores y que los relevos no llegan. Rogad al dueño de la mies que nos envíe operarios a su mies».

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