INCENDIO EN ARANJUEZ

Farinelli: de la opulencia de palacio a la depresión del destierro

El castrati curó a Felipe V con su voz y permaneció en España más de 22 años, durante los que fue nombrado director de teatros y condecorado con la Cruz de Calatrava

El palacio que Farinelli mandó construir quedó el miércoles reducido a escombros EFE

CARLOTA BARCALA

El miércoles en Aranjuez no solo se quemó el Palacio de Osuna , sino que ardieron todos los recuerdos intangibles de Carlo Broschi , el más célebre de los cantantes castrati del siglo XVIII . La locura absoluta en la que se convitió la melancolía de juventud de Felipe V y su posterior trastorno bipolar solo se calmó con la hipnotizante voz del italiano. Su presencia en España, invitado para unos meses y que terminó alargándose 22 años, convirtió Aranjuez en el motor de la música lírica europea, la ópera y la música barroca de la época.

Hijo de una familia acomodada, Broschi (Andria, 1705- Bolonia, 1782) tomó el sobrenombre de Farinelli en agradecimiento a los hermanos Farina , mecenas que financiaron su formación en un conservatorio. En el sur de Italia pronto empezó a conocérsele como «el muchacho», debido a su corta edad y a su particular voz , empleada en óperas tanto para interpretar papeles de mujeres o de hombres . Su fama no dejó de crecer: en 1722 realizó su aparición en Roma; de ahí, cantó en ciudades como Viena, Venecia y Milán.

Aunque en la España actual Farinelli no es sumamente conocido, hoy su fama sería equiparable a la de una estrella de Rock and Roll . Así lo definió el dramaturgo Gustavo Tambascio en su montaje lírico-teatral « Farinelli, el castrato del Rey Felipe ». En 1737, la reina Isabel de Farnesio –conocedora de las dotes musicales de su compatriota– lo invitó a la Corte madrileña. Felipe V había desarrollado sobre ella una fuerte dependencia, debido al carácter férreo de la italiana. La Reina acertó cuando pensó que la música de Farinelli acabaría con las pesadillas y depresiones de su marido. El castrati pasó más de 3.000 noches en el dormitorio de Felipe V cantándole arias. Las mismas canciones noche tras noche. Felipe V salió entonces del encierro en su habitación, donde pasaba la mayor parte del día. La música de Farinelli lo curó . Desde ese momento se convirtió en el asesor cultural del Rey, que lo colmó con múltiples favores. Esos benficios continuaron con su hijo Fernando VI , que accedió al trono en 1746. El primero de ellos fue nombrarlo director de teatros en Madrid y Aranjuez , además de condecorarlo con la Cruz de Calatrava .

Quince años después, Farinelli encargó construir el Palacio de Osuna –conocido con ese nombre por los duques que lo ocuparon años después– al arquitecto Giacomo Bonavia, autor del proyecto urbanístico de Aranjuez para la Casa Real. La construcción se llevó a cabo en un momento de plena expansión urbanística de la localidad madrileña y la explanada que adquirió Farinelli terminó convirtiéndose en el edificio bajo, de dos plantas , que el miércoles llenó de humareda Aranjuez.

El palacio sirvió para alojar , en una época en la que emanaba esplendor y abundancia –y no el mal estado de conservación que tenía en la actualidad–, a los principales artistas, músicos, literatos y políticos de la Corte real.

A la muerte de Fernando VI, Farinelli cayó en desgracia y fue desterrado cuando Carlos III ascendió al trono . Su voz, rota por el paso del tiempo, ya no le podía servir de sustento. A cambio del exilio, el nuevo monarca lo indemnizó con el coste del palacio que años antes Farinelli había construido: 16.250 reales de vellón. Esta coyuntura obligó al castrati a pasar los últimos años de su vida en su residencia de Bolonia . Él contagió a Felipe V el amor por la música, que terminó convirtiéndose en el conducto de salvación del monarca. En cambio, de Felipe V recibió, además de una vida acomodada que le permitió vivir apaciblemente tras su destierro, una depresión que no lo abandonó hasta la muerte .

Una vez que el músico se trasladó a Italia, el palacio pasó a manos de la Corona, que mantuvo la propiedad hasta que los duques de Osuna la compraron en 1787 . Ellos mandaron que Juan de Villanueva, máximo representante de la arquitectura neoclásica en España, ampliasen la propiedad. Desde entonces, los Osuna se hospedaron en el palacio cuando la Familia Real estaba en Aranjuez.

El incendio destruyó los 1.500 metros cuadrados de parcela , las viviendas que todavía estaban habitadas y también la zona abandonada que se encontraba en venta. Afectó a restaurantes y terminó con un edificio declarado Bien de Interés Cultural (BIC) que ahora, debido a que aún no se pueden evaluar los daños, no se sabe si será restaurado o declarado como ruina. Además de esto, el recuerdo de Farinelli, aunque perdurará en quienes todavía llaman así al palacio, también se esfumó de Aranjuez con el fuego. Él mandó alzarlo, organizó fiestas y se convirtió en anfintrión en un país en el que solo pensaba residir una temporada. Las notas musicales que la garganta del castrati entonó ardieron con las llamas de un edificio reducido a escombros.

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