La carroza del rey Baltasar, llegando a Cibeles
La carroza del rey Baltasar, llegando a Cibeles - ISABEL PERMUY

«Este año me ha gustado mucho más»

Pocos «vips» en una Cabalgata, que, en esta ocasión, sí convenció a los miles de asistentes

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Una mañana de niebla en Madrid se convirtió ayer, como se suele decir en Castilla, en una tarde de paseo que finalizó justo a las 18.44 horas, el momento escogido por Melchor, Gaspar y Baltasar para decretar el inicio de la Cabalgata y, por ende, el comienzo de una noche que ha sido mágica para los niños, que ayer sí dieron el visto bueno al baño de multitudes que los Reyes Magos se dieron en la capital.

«Este año me ha gustado mucho más que el pasado», resumió Alejandro, que junto a sus amigos -Dani, María y Jaime- se hartó de coger caramelos. «¡Mira cómo llevamos las bolsas!», exclamaron todos a coro justo delante de sus padres, que lucían mejor cara que el año pasado después de ver a sus Majestades.

Al ser preguntados si en esta ocasión los Reyes Magos habían acudido acordes a su cita con los niños de Madrid, todos asentían.

El tiempo, mas clemente que otros años, ayudó a disfrutar aún mas de una Cabalgata a la que le faltó, al menos para Asun, los animales: «Los echamos en falta». La justificación oficial es el estrés al que están sometidos con tanta aglomeración, la luz y la música. «Están preparados estos animales y no se les maltrata, no entiendo por qué no están», lamentaba. Un año más, los únicos animales que se han visto han sido los caballos de la Policía Municipal. Y alguno más: en esta ocasión acudió a la cita un águila gigante artifical. Sin embargo, cualquier cosa supera el recuerdo de 2016. «Fue muy sosa la Cabalgata, Carmena fue demasiado moderna», señaló Juani, la madre de Asun y toda una experta en Cabalgatas debido a los años que llevaba acudiendo. «Me ha parecido muy sosa, faltó música, llevo 14 años viendo Cabalgatas y antes podían verse hasta 40 carrozas», lamentó Consuelo, de 56 años.

Algo más entusiasmados se mostraron José y su hermano Jesús, que elegió la Cabalgata como primera cita con su novia Lucia. «Creo que no deberían politizar estas cosas, son para los niños», zanjó el joven. Sin embargo, los más pequeños, ajenos al debate sobre los trajes y la ausencia de símbolos cristianos, saltaban enloquecidos pidiendo caramelos a todo el que pasaba cerca suyo y coincidían en que la acróbata que bailaba en el aire sostenida por globos de helio había sido de las mejores imágenes.

No de un globo con helio, sino de una nube, estaba colgado Carlos, un pequeño que después de ver pasar a los Reyes Magos admitió que no iba a poder irse a dormir sin ayuda. «Creo que me voy a tener que tomar una tila porque estoy muy nervioso». Alberto, más confiado, confesó que se el año pasado se había portado «muy bien» y que por eso en su lista de deseos estaba «un juego de la Play Station y unas zapatillas».

Ilustres ausencias

La tradicional presencia de celebridades en la Cabalgata de la capital quedó reducida a la mínima expresión en la jornada de ayer. Quizá haya sido la desilusión del año pasado la que haya provocado estas ausencias, que restaron glamour a un evento que suele atraer a famosos y personalidades de la cultura. Una de las pocas que se dejó ver fue la cantante Lucrecia, muy activa sobre la carroza de RTVE, donde compartió protagonismo con celebridades, pero de los dibujos animados, como Pocoyó o los integrantes de la Patrulla Canina.

Otros famosos, si estuvieron presentes, se camuflaron bien entre la multitud que abarrotó las gradas desde donde los más afortunados pudieron disfrutar de una Cabalgata que no defraudó.

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