La viuda del exbatería de Los Piratas: «Nadie nos salvó de nada»

La Fiscalía insiste en que el disparo estuvo justificado y solicita la absolución del agente

El agente que efectuó el disparo, durante el juicio SALVADOR SAS/EFE

R. L.

«Nadie nos ha salvado de nada ni a mi hijo ni a mí. Mi marido estaba solo cuando se supone que iban a ayudarle». Como ya hizo en agosto de 2015, pocas horas después de que su marido resultase abatido por la Guardia Civil que acudió al domicilio familiar de Guláns (Ponteareas) por un aviso de supuesta violencia machista, Andrea Montes, viuda del exbatería de Los Piratas, quiso insistir ayer en la inocencia de Javier Fernández , víctima, según defienden sus allegados, de un desajuste de la medicación que recibía para su trastorno bipolar y de una mala práctica en la actuación de los agentes.

Con el juicio visto para sentencia, y sin que la Fiscalía aprecie delito en la actuación del guardiacivil que efectuó el disparo, Andrea Montes define a su marido como una persona «amable, muy cariñosa, generosa, entregada a su familia, a sus amigos, a sus vecinos, a sus alumnos, siempre dispuesto a ayudar». «No era un maltratador ni nada que se le parezca», subraya la viuda, recordando que Fernández se encontraba en «pleno brote psicótico» . «Queremos que se asuman responsabilidades, que se haga justicia y, sobre todo, que jamás vuelva a ocurrir», apuntó.

La familia de Javier Fernández, conocido en el mundo de la música como Hal 9.000, ha ejercido la acusación particular en el juicio seguido ayer y el viernes contra el guardia civil que realizó el disparo, solicitando condena de cuatro años de prisión y seis de inhabilitación por un delito de homicidio por imprudencia grave profesional.

En opinión de los abogados que han representado a la viuda, los padres y el hermano del fallecido, en el caso «se cumplen todos los requisitos de una conducta imprudente», subrayando la falta de «proporcionalidad» en la actuación del guardiacivil: «pistola contra tenedor», resumió la acusación, en referencia a los cubiertos —un cuchillo de mesa y un tenedor– con los que, según el relato del agente encausado, Fernández, en pleno brote psicótico, hizo ademán de atacarles cuando accedieron a la vivienda. El disparo, sostuvo el guardiacivil durante la sesión del viernes, iba dirigido a una pierna, pero la falta de puntería y preparación hizo que impactase en el tórax del músico causándole la muerte .

Un cuchillo de mesa

Ayer declararon ante el titular del Juzgado de Instrucción Número 2 de Pontevedra los sanitarios que aquel día atendieron a Javier Fernández y los guardiaciviles que hicieron la inspección ocular posterior de la vivienda que el músico compartía con su mujer y el hijo de ambos, de dos meses en el momento de los hechos. Los agentes indicaron que encontraron un cuchillo de mesa con punta redondeada (no apareció ninguno de cocina), dos cucharas y tres tenedores. Ratificaron que cuando llegaron al lugar de los hechos no se apreciaba ninguna lesión en sus compañeros, pero a la pregunta de si los cubiertos encontrados podrían haber causado la muerte a una persona afirmaron que sí .

La Fiscalía mantiene en sus conclusiones la ausencia de delito en la actuación del guardiacivil encausado y solicita la libre absolución. Solicita al juez que contemple la eximente completa de legítima defensa a terceros, ya que entiende que el agente protegía a su compañero, y considera la actuación «justificada» y «proporcional». «No tenía otra alternativa» , sostiene el Ministerio Público, recordando que «la situación fue provocada por el propio fallecido» y que el agente «no tenía otro medio para parar la agresión».

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