Factoría de ferroaleaciones de Ferroatlántica en la Costa da Morte
Factoría de ferroaleaciones de Ferroatlántica en la Costa da Morte - MIGUEL MUÑIZ

La CIG se queda sola en su oposición al plan industrial de Ferroatlántica

Comisiones y UGT dan su respaldo cerrado a las inversiones, ante el riesgo de inviabilidad de la compañía

La central nacionalista les acusa de tener «una mentalidad colonizada» y de entregarse a los pies de la empresa

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Ferroatlántica quiere invertir en Galicia 102 millones de euros de su plan industrial. Todavía no puede hacerlo. Le faltan dos elementos: la liquidez que obtendría de la venta de las centrales en la Costa da Morte y las autorizaciones de la Xunta para desprenderse de ellas. Durante meses, la empresa ha venido cocinando todos los detalles para enfrentar este escenario con garantías. El pasado 8 de abril, cosechó uno de sus principales logros. Incorporó a CC.OO, UGT, USO y el Sindicato Unitario a su hoja de ruta de inversiones. Solo la CIG y el comité de Cee-Dumbría dieron la espalda al plan. Se estaba preparando la tormenta para una crisis sindical.

De inmediato, los delegados de Comisiones y UGT en la Costa da Morte rompieron con sus sindicatos por sentirse «traicionados». «No respetaron el sentir de una comarca», censuraron

entonces. Eran protestas contra una evidencia: se quedaron solos en la oposición a la empresa. En febrero, el comité de Sabón, el otro polo industrial de Ferroatlántica en Galicia, había dado luz verde al plan industrial con 66% de votos favorables.

«Hubo que tomar una decisión desde mi federación, sabiendo de antemano la oposición que iba a tener en las plantas gallegas. Pero lo asumimos convencidos de que tendríamos los suficientes elementos para que la CIG y otros compañeros vieran que era la opción menos mala», explica a ABC Ramón Sarmiento, recién elegido secretario general de Comisiones en Galicia. Sarmiento reconoce que, dadas las circunstancias, el plan industrial merece ser estudiado: «En el capítulo que afecta a Galicia, nos parece muy interesante lo que se está poniendo encima de la mesa». Con buenos ojos ven la construcción de una nueva planta de ferrosilicio, con la que crear hasta 90 puestos de trabajo: «Ahí hay un mundo de oportunidades a explorar», asegura.

El dirigente gallego de Comisiones, bregado en las mil batallas del naval vigués, hace acopio de su experiencia para hablar de la CIG. «Somos nosotros los que nos bloqueamos. Lo cierto es que cuando estás en mitad de un problema, necesitas asomar la cabeza por encima del bidón. Poner altura de miras». La necesidad la hace el contexto actual de la empresa. Sarmiento considera que existen «indicios de inviabilidad» que deberían «motivar el interés de todos».

«Eso nadie lo pone en duda. O hay inversiones o la situación puede agravarse a corto y medio plazo», destaca el vicesecretario general de industria de UGT-Galicia, Rubén Pérez Prego. «Una cosa es lo que a todos nos gustaría y otra es la realidad en la que estamos: no hemos firmado un plan industrial porque sí, participamos en comités europeos y tenemos información de lo que está ocurriendo», alerta.

La CIG recurre a la legitimidad del último combatiente para naturalizar su posición. «Lo más probable es que después de vender las centrales se cierren las fábricas; no creemos que la intencionalidad de la empresa sea otra», resume Suso Seixo, secretario general saliente del sindicato. Ayer cedió el testigo en la cúspide a Paulo Carril, un viejo conocido. Carril maniobró, junto con otros compañeros del comité de Cee, para modificar un documento aprobado por amplia mayoría en la Comisión de Industria del Parlamento gallego. El texto defendía que cualquier decisión sobre Ferroatlántica tenía que pasar por la legalidad y el mantenimiento del empleo. La CIG, con el apoyo del BNG y En Marea, intentó que la moción atara a la Xunta «al máximo consenso social y sindical». Un propósito lejano, si atendemos a las relaciones entre los nacionalistas y el resto de sindicatos.

Seixo se sacude cualquier asomo de estigma. «La única presión que tenemos es la defensa de la clase trabajadora gallega. A lo otro estamos acostumbrados. Que otras centrales pacten con las empresas cosas que nos perjudican es algo histórico. Incluso nuestra razón de ser tiene que ver con las conductas del resto hacia nuestro país y a tener una mentalidad colonizada». Nada hace prever un cambio de posición. Si la Xunta accede a segregar la actividad de Ferroatlántica, Seixo avisa de que estudiarían «recurrir judicialmente» la separación. Pero ese es ya otro escenario.

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