José Luis Jiménez - PAZGUATO Y FINO

Noriega y los okupas

¿Cómo no se le ocurrió al dueño del edificio tapiado llevar a un cantero al desalojo?

José Luis Jiménez
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Al alcalde de Santiago le molesta más que tapien un edificio de la zona histórica con bloques de hormigón a que en ese mismo edificio se instale una comuna okupa pasándose por el arco del triunfo el derecho a la propiedad privada del dueño del inmueble. «Aberración urbanística», censura. ¿Cómo no se le ocurrió al propietario llevar a un cantero titulado? La sanción que no le cayó al Tarasca le va a tocar en gracia a este buen hombre.

Al mismo alcalde que parecía no importarle que esos individuos se montaran un chiringuito ilegalmente en el edificio ni que se consumieran en él bebidas alcohólicas o funcionaran sin licencia de actividad es para el que resulta intolerable que el tapiado se realizara sin licencia de obra autorizada.

Sigue el relato. Este alcalde es el mismo al que le molesta que el legítimo dueño del edificio optara por la vía judicial para recuperar su propiedad, por la que seguramente abone el IBI correspondiente. Esto es, el Ayuntamiento que no cumple su deber de vigilar por el respeto a un bien —por el que te cobra impuestos— es el mismo que te sanciona por defender tu derecho. «Diálogo e intermediación», receta Martiño Noriega para poner fin a la okupación. Si no supiéramos cuánto desprecian a la religión cristiana, diríamos que el alcalde cree también en las apariciones de Fátima.

Este es el alcalde que da más verosimilitud a la visión de cualquier tuitero fantoche que a la de una Policía que aseguró actuar dentro de sus protocolos, y que procedió por la mañana de manera impecable. Parecía molesto Noriega por el dispositivo que garantizó la seguridad en la manifestación de por la tarde. Lo curioso es que no lo estuviera con el centenar de encapuchados que le dejaron las calles arrasadas por su odio, lanzando piedras y tapas de alcantarilla. Por cosas así es difícil tomarle en serio, alcalde.

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