Alberto Varela - Crónicas Atlánticas

Increpadores increpados

El problema de las Mareas es que tienen inoculado un virus que les hace creer que están en posesión de la verdad absoluta. Todos están equivocados menos ellos

Qué mal le ha sentado a los cargos de En Marea verse rodeados por un grupo de exaltados en el acto del pasado fin de semana en Zaragoza. Los insultaron, los increparon e incluso le lanzaron una botella de agua a la presidenta del parlamento aragonés, condenable sin duda.

Están indignados y es lógico, nadie se merece que lo traten así, pero ojalá les sirva para entender que no son los primeros en tener que salir escoltados de un acto público. Le ocurrió a Alberto Núñez Feijóo en Octubre de 2014 en la Universidad de Santiago. Iba a pronunciar una conferencia y no pudo hacerlo porque grupos radicales se enfrentaron al equipo de seguridad. No existía En Marea entonces, pero los actuales dirigentes de la formación estaban casi todos en política, y o miraron hacia otro lado o aplaudieron a los exaltados.

Sin ir tan atrás en el tiempo, el pasado mes de Mayo los policías que acudieron a desalojar una casa okupa por orden judicial en Santiago se encontraron con exaltados que les lanzaban piedras y tapas de alcantarilla mientras simpatizantes populistas aplaudían. ¿De qué parte se puso el alcalde? Con los que quemaban contenedores. A los agentes ni agua, como representantes del Estado opresor sólo merecen palos. Y qué me dicen de lo que le cuesta a muchos de los que forman el populismo condenar el terrorismo de Resistencia Galega. ¿Un ataque con explosivos a sedes de partidos políticos? Algún dirigente histórico los ha llegado a calificar como «actos heroicos», y se ha quedado tan ancho.

El problema de las Mareas es que tienen inoculado un virus que les hace creer que están en posesión de la verdad absoluta, que todo el mundo está equivocado menos ellos y eso es muy peligroso. Bajo su prisma si los radicales atacan a los demás está bien, porque están errados y tienen lo que se merecen, al populista sin embargo que ni el viento lo toque. Con esos postulados que Dios nos coja confesados si algún día tienen el control de las fuerzas de Seguridad del Estado.

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