Rocío Gondar y Albertina Táboas, en el inicio del juicio en Pontevedra
Rocío Gondar y Albertina Táboas, en el inicio del juicio en Pontevedra - EFE

Confiesa una de las dos acusadas de matar a un anciano por la herencia

Sostiene que cometió el crimen «amenazada» por su compañera, que niega haber participado

Santiago Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Las dos acusadas de haber matado a golpes a un anciano en su casa hace dos años para supuestamente hacerse con su herencia se defendieron ayer de estos hechos de forma muy distinta. Mientras una de ellas confesó el crimen e inculpó en él también a su compañera, la otra aseguró no haber participado. «Lo mate, sí», afirmó Rocío Gondar interrogada por su abogado. De esa forma reconocía haber acabado con la vida de Secundino Prego, en la localidad pontevedresa de Poio, en febrero de 2014, cuando el hombre de 85 años volvía de la discoteca a la que acudía los domingos por la noche.

Su relato nada tiene que ver con el de Albertina Táboas, que negó esa versión:«Jamás hubiese querido la muerte de Secundino».

Ella había sido declarada por él heredera universal, algo que la familia de la víctima conocía. «Vino a mi casa y me dijo que le había pasado todo a ella y le dije que si lo cuidaba y lo merecía... Que no lo despreciara ni lo maltratara», señaló a la entrada de la Audiencia de Pontevedra una hermana del fallecido. A pesar de que nadie puso reparos, tras su violenta muerta sí desconfió de la cuidadora «desde el primer momento» por su «desparpajo terrible» en el tanatorio: «Quería verlo en la caja porque no sabía si había muerto del primer golpe, del segundo o del tercero», manifestó.

Táboas explicó que fue el octogenario quien quiso modificar el testamento en favor de ella:«Insistió mucho y al final accedí. Yo le dije que hablara primero con sus hijos». Negó, en cambio, que le pidiera poner a su nombre una cuenta de 50.000 euros. Durante su declaración en el inicio del juicio con jurado popular, sostuvo que esa madrugada se durmió antes de que Secundino llegara. Es lo último que recuerda hasta su entrada en prisión una semana más tarde. «Se me borró todo. Tengo lagunas de memoria por mi enfermedad», indicó según recoge Ep.

«Ella también debe pagar»

La narración de Táboas sobre lo ocurrido en Chancelas nada tiene que ver con la de Gondar:«Lo hicimos de forma conjunta. Yo sé que tengo que pagar por lo que hice, pero también hay personas a mi lado [la otra acusada se sentó ayer junto a ella] que, como yo, también tienen que pagar». En su defensa, apuntó que actuó «como un robot» por un «miedo» insuperable hacia la otra mujer en el que se amparó su letrado. «No conocía de nada a Secundino», expuso mientras indicaba que comenzó a trabajar en su casa tres días antes contratada por Táboas. Ella defiende que no supo de las intenciones de matarlo hasta aquel mismo día, cuando su compañera le habría ofrecido 5.000 euros por ayudarla. «Me dijo que hiciese lo que hiciese ya estaba metida en el ajo, que mis huellas estaban por toda la casa», manifestó. El fiscal y la acusación piden 20 años de cárcel para ambas y una indemnización que va de los 50.000 a los 300.000 euros. El letrado de Táboas argumenta que su defendida «no estaba presente».

Ver los comentarios