Vicente Á. Pérez - CORAZÓN DE LEÓN

Doña Concha

«Lo que ella hizo por recuperar y revitalizar tierras y pueblos de La Maragatería, de La Cabrera, del Bierzo y, en fin, de la provincia leonesa, no hay político, ni ecologista ni tertuliano que lo supere»

Vicente Á. Pérez
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Concepción Casado Lobato siempre fue, y sigue siendo, doña Concha; sí, doña, como tratamiento de respeto y reconocimiento sólo al alcance de personas como ella, que recuperó, desde la humildad y con recios y amplios cimientos académicos, el paraíso leonés que sus coterráneos habían olvidado o, tal vez, despreciado. Doña Concha era una mujer sabia, en el amplio sentido de la palabra, y buena, en el amplio sentido de la palabra, y maestra, en el amplio sentido de la palabra.

Murió este verano, en agosto, cuando las defunciones no aparecen siquiera en las páginas de esquelas de ABC pues el personal anda de vacaciones y parece inapropiado interrumpirlas por una desgraciada noticia.

Septiembre es, como bien saben los lectores de este periódico, el mes con mayor número de esquelas; sí, morir en verano es como morir a destiempo, y por ello los funerales se programan para septiembre.

Es ley de vida y muerte. Doña Concha falleció el 22 de agosto, pero al menos tuvo en estas páginas el documentado obituario escrito por José Luis Alonso Ponga, director de la cátedra de Estudios sobre la Tradición de la Universidad de Valladolid. Y como si de una esquela casi otoñal se tratase, valga citar un párrafo como recordatorio: «La muerte de Concepción Casado Lobato significa una gran pérdida para la Antropología Cultural leonesa. A su tesón investigador unía una autoridad moral indiscutible. Se ganó este puesto a base de rigor científico, respeto y cariño por los valores de la tradición en la provincia».

En estos tiempos tan dados al populismo, a la frivolidad y, con perdón, al cachondeo ecologista que pregonan la defensa de la cultura tradicional leonesa con espectáculos circenses en los que prima el negocio turístico o el rédito político, la figura de Concepción Casado se levanta como la voz que clama en el desierto de la banalidad imperante; ella, doña Concha, con su poderosa y autorizada voz, forjada en una larga vida dedicada a la investigación, permanece en el aire de estas tierras leonesas para quienes quieran escucharla y tomar nota. Lo que ella hizo por recuperar y revitalizar tierras y pueblos de La Maragatería, de La Cabrera, del Bierzo y, en fin, de la provincia leonesa, no hay político, ni ecologista ni tertuliano que lo supere; muy al contrario, ojalá que estos titiriteros charlatanes a quienes se les llena la boca con su amor a León aprendan la enseñanza de doña Concha, o sea, de quien desde sus conocimientos académicos, su trabajada sabiduría y, sobre todo, desde su humildad, volcó hasta el último aliento su pasión por su tierra y sus gentes.

Aunque suene a tópico de obituario, la muerte de doña Concha ha dejado un vacío tremendo no sólo en su familia, sino también en esta provincia leonesa tan necesitada de personalidades como ella que investiguen, protejan, promocionen y dignifiquen con sapiencia rigurosa el valioso patrimonio de estas tierras.

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