Beatriz Villacañas - ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA

Lugar para el reencuentro: Vuelve Cervantes, aunque no se vaya

Un año más, vivir, vivir su mundo, desde Lepanto hasta las tierras de La Mancha

Beatriz Villacañas
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Un año más, la efemérides cervantina se nos acerca. Leer, recordar, pensar en Don Alonso Quijano, en Sancho, pensar en La Galatea, en El Coloquio de los Perros, en La Española Inglesa. Pensar, recordar, y, sobre todo, vivirlo, vivir su mundo, desde Lepanto a las tierras de la Mancha: saber que Don Miguel es un siempre. Una permanencia: lo que yo llamo el siempre por encima de este ahora. Y Don Quijote, siempre vivo, canta un madrigal que pongo yo en su boca, desde un largo respeto y un largo amor por Alonso y por Miguel:

DE CÓMO DON QUIJOTE CANTABA UN MADRIGAL BAJO UNA ENCINA:

Así fue que cantaba Don Alonso al resguardo de una encina, ahora su voz es cuerpo que camina.

Oídle como a un santo que nos abre la puerta de su alma. Escuchemos con calma la siempre viva hondura de su canto, su fuerza sin quebranto. La encina le escuchaba y el misterio del día le arropaba:

«Soy siervo de este amor que me tiene en el hueco de su mano,/

me toca el corazón como un hermano, me hace llorar y llora/

y a la vez me da entraña de guerrero, sirviendo a la que quiero/

abro el día más pronto que la aurora./

Amar a cada hora deshace todo temor/

¡Doy las gracias por ser siervo del amor!/

Con el amor de antes, del antes y el después, siempre fecundo,/

abrazo el sufrimiento de este mundo con pecho y armadura,/

estos pies ya conocen el camino, me espera mi destino/

y pongo a su servicio mi cordura,/

superaré desplantes, pues los cuerdos andantes/

aún creen que son molinos los gigantes».

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