Unidos Podemos registra la moción de censura contra Mariano Rajoy, con Pablo Iglesias de candidato
Unidos Podemos registra la moción de censura contra Mariano Rajoy, con Pablo Iglesias de candidato - Oscar del Pozo

Podemos admite que la moción de censura es «mediática» y no constructiva

El partido de Pablo Iglesias llama a «atacar, atacar y atacar como estrategia de polarización» para dividir entre «dignos e indignos»

Madrid Actualizado: Guardar
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Cuando el 13 de junio se celebre en el Pleno del Congreso el debate de la moción de censura presentada por Podemos contra el Gobierno de Mariano Rajoy no solo serán los partidos de oposición los que mirarán con recelo la estrategia de Pablo Iglesias. La propia formación tiene claro que este mecanismo parlamentario no tendrá un carácter constructivo sino puramente «mediático». Así lo establece la fuerza morada en un documento interno que admite que con la moción recobra un papel central en el interés mediático «y se convierte en un referente inevitable para la agenda política».

La arriesgada decisión de Iglesias, muy contestada entre sus filas y cuyo coste en imagen preocupa en la dirección de Podemos, solo parece fundamentada en el deseo de desgastar a Mariano Rajoy.

Es claro que este grupo se sabe protagonista de todos los debates públicos que se han abierto desde que se anunciara la moción y, según su propio relato, puede «aprovechar este escenario para seguir capitalizando la ola de indignación ciudadana que existe en torno a lo que representa la corrupción».

Rentabilizar el malestar

Desde el primer día, Iglesias ha buscado llevar a la calle su objetivo, recabando apoyos y aportaciones fuera del Congreso y rentabilizando el malestar social. Para ello impulsó la movilización del 20 de mayo en la Puerta del Sol, que sin embargo no respondió a las expectativas. Precisamente esa manera de entender un instrumento constitucional de máxima importancia levantó ciertas ampollas en Podemos, muchos de cuyos diputados se enteraron de su presentación el mismo día en que Iglesias y la plana mayor de su partido anunciaron en rueda de prensa la decisión. Tanto es así que la comunicación parlamentaria le llegó antes a rivales políticos como Albert Rivera, al que el líder de Podemos mandó un mensaje, y al presidente de la gestora socialista, Javier Fernández, avisado minutos antes, que a algunos diputados de Podemos.

La precipitación con que se gestó la moción se explica por el apremio que tenía Podemos en evitar que el nuevo líder socialista, que fue elegido solo horas después del registro en la Cámara, asumiera cierto protagonismo público. La formación populista también aspira, según ese documento, a que «la moción deje de verse en clave de espectáculo, sino en clave de relaciones posibles entre Podemos y PSOE». De hecho, la coincidencia en los plazos con las primarias socialistas confirma la voluntad de Iglesias de marcar los tiempos de Pedro Sánchez, intención reforzada con el ofrecimiento posterior de retirar su moción para que presentara otra el secretario general electo. Su planteamiento textual es que «los medios se ven en la obligación de especular con la posibilidad de que el PSOE presente su propia moción en algún momento y ello implica que la moción presentada por Podemos no pueda ser minusvalorada». Es decir, el objetivo principal es situar al partido populista en el centro del tablero político más allá de la justificación o no de la moción de censura y, simultáneamente, poner en apuros al nuevo jefe de Ferraz.

Otra de las metas políticas, recogidas en el citado argumentario, pasa por conseguir que en el entendimiento de la ciudadanía se asiente la idea de «que votar en contra de la moción es votar a favor del Gobierno (de la indignidad)». Para ello este partido se marca como único horizonte «atacar, atacar y atacar, como estrategia de polarización, y así seguir profundizando en la delimitación de los debates políticos actuales en torno a los ejes dignidad-indignidad, decencia-indecencia...».

Para el partido de Pablo Iglesias la moción de censura es una operación «mediátia» para marcar la agenda de los «partidos»

Este argumento coincide con el empeño de Podemos, desde que saltó a la escena política, de decretar la muerte de la «vieja política» y de la dialéctica izquierda-derecha, en busca de un mensaje transversal que le permitiera atraer votos castigados por la crisis y hartos de la corrupción, con independencia de su matiz ideológico.

Otro de los focos de interés de Podemos es el otro partido que nació durante la crisis: Ciudadanos. Para la formación morada, es importante «seguir poniendo el énfasis en la complicidad de Ciudadanos con el PP y, por tanto, en el blanqueo de la corrupción». La gran preocupación de Iglesias es compartir con el partido de Albert Rivera el electorado que rechaza la corrupción y opta por políticas de regeneración. Por eso, en el citado documento subraya que la estrategia de meter en el mismo saco tanto a PP como a Ciudadanos, «nos ayudará a cortar cualquier posibilidad de fuga de votos desde Podemos a Ciudadanos en clave de discurso de cambio».

En ese escenario de «ofensiva plena» está convencido Podemos que va a mantener durante estos días hasta el 13 de junio «la centralidad del momento político». Posición harto difícil tras saberse que la única formación que ha comprometido su apoyo a la moción ha sido Bildu. Y ha condicionado su voto a la inclusión del derecho a decidir en el programa alternativo que acompañe la propuesta. Los responsables de Podemos no se han opuesto a estas reivindicaciones, ya que coinciden con su concepción plurinacional del Estado. También los dirigentes de ERC han planteado un canje de su apoyo por el respaldo al referéndum ilegal que pretenden las fuerzas independentistas catalanas, al que se ha sumado el partido de Iglesias.

«Victoria»

Para los responsables de Podemos, el solo hecho de celebrar el debate es considerado como «una victoria de la dignidad frente a la indignidad del Gobierno». Sostienen además, en un mensaje dirigido al PSOE de Sánchez, que «votar en contra de la moción es votar a favor del Gobierno (de la indignidad»). No en vano uno de sus mensajes más repetidos durante las últimas semanas por el tercer grupo en el Parlamento es que si los socialistas, finalmente, se abstienen en la votación del día 13 estarán repitiendo el mismo signo del voto que en la investidura de Mariano Rajoy. De ahí la importancia de remachar que no votar a favor de su moción significa ponerse del lado del Gobierno del PP. Una de las obsesiones del partido morado, reflejadas en ese trabajo, es mantener una posición «ofensiva» durante los próximos días hasta la hora de comienzo del Pleno.

De hecho, se argumenta contra la posibilidad de retirar este recurso parlamentario puesto que «no solo no tendría un efecto positivo (nos quitaría la centralidad de la agenda y nos situaría en un escenario a la defensiva) sino que activaría marcos que se volverían de forma inmediata en nuestra contra».

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