Caso Gabriel Cruz

Ana Julia confiesa medias verdades para eludir la prisión permanente

La detenida dijo que Gabriel accedió a ir con ella y le culpó de golpearla con un hacha; luego ella la usó para dejarlo inconsciente antes de asfixiarlo

Ana Julia durante uno de los registros de la finca de Rodalquilar EFE
Cruz Morcillo

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Ana Julia Quezada aguantó el tipo, las idas y venidas rodeada de guardias civiles, el calabozo, los registros, los insultos y los intentos de agredirla –sin desfallecer en ningún momento– cerca de cuarenta y ocho horas. Ayer, casi al mismo tiempo que a media España se le encogía el corazón con la imagen del ataúd blanco de Gabriel Cruz delante del altar de la Catedral de Almería, la detenida , la «bruja mala», como la llamó la madre de la criatura, confesaba a los investigadores el crimen del niño.

La tarde del 27 de febrero salió detrás de Gabriel cuando el pequeño se dirigía a casa de unos primos segundos a jugar, en Las Hortichuelas. Según ella, le dijo que la acompañara y el pequeño accedió; montaron ambos en el coche de Ana Julia y ella condujo hasta la finca de Rodalquilar a 4,5 kilómetros, propiedad de la familia, abrió la verja con su propia llave y entraron. El relato pormenorizado de un caso que la Guardia Civil da por cerrado «y aclarado casi al cien por ciento» no ha trascendido, tan solo los detalles más relevantes.

Discusión

Gabriel y ella empezaron a discutir, según sus palabras, el niño se encaró con la mujer, cogió un hacha y le dio con esa herramienta a Ana Julia hasta que la mujer se defendió y golpeó a la criatura en la cabeza con la parte roma de la misma. Gabriel quedó inconsciente y la madrastra en ese momento le tapó la boca y la nariz con sus manos hasta provocarle la muerte por asfixia mecánica, exactamente el mecanismo que revela la autopsia preliminar, que también recoge el traumatismo coincidente con el objeto contudente, descrito por la detenida. La versión de un niño de ocho años frente a una mujer de 43 apunta a una defensa más que endeble.

« Es mala, mala, una malvada y muy lista . Busca las vueltas para salir airosa de cada situación», describen a Ana Julia quienes la han visto actuar y moverse estos días, antes y después de ser detenida. «Solo hay que fijarse en cómo se comportaba ante los medios y con la familia mientras tenía enterrado al niño. Parece una actriz», indican las mismas fuentes.

Ana Julia, tras comprobar que el pequeño estaba muerto, lo desnudó y enterró su cuerpecito no lejos de la casa a la que planeaba mudarse a vivir con Ángel Cruz, el padre de la criatura. Con el cadáver del niño allí, ella siguió yendo a la finca de Rodalquilar para continuar adecentando la vivienda de campo, que había estado alquilada hasta hace dos meses.

Durante el interrogatorio de ayer que se prolongó durante dos horas, parece que se mostró arrepentida, aunque lo justo, y hasta habría pedido perdón, pero existen serias dudas sobre que esa contricción tenga un ápice de realidad o esté más bien dirigida a salvar su situación, igual que el hecho de alegar defensa propia y aducir que el pequeño de solo ocho años la atacó y golpeó a ella , una mujer de 43. La Guardia Civil no da crédito a sus medias verdades, aunque sí a la parte en la que explicó que actuó sola. Los investigadores han descartado por completo que tuviera un cómplice como se llegó a sospechar.

Durante la declaración policial contó a los investigadores de la UCO y de la Unidad Técnica de Policía Judicial que se había desprendido de la ropa del chiquillo. Ana Julia condujo otros treinta kilómetros para arrojar las prendas de Gabriel- Tras indicarles el lugar exacto, esas ropas fueron encontradas en un vertedero de Retamar , según confirmaron a ABC fuentes de la investigación.

Registro con la detenida

Ya por la tarde, igual que se hizo el lunes, la detenida fue conducida a la finca que ha sido la tumba de Gabriel durante doce largos días. Allí permaneció la criatura, a menos de cinco kilómetros de quienes le buscaban de forma incansable hasta el domingo cuando la sospechosa al sentirse acorralada decidió sacar el cuerpo de su escondite y trasladarlo en el maletero de su coche al garaje del piso en el que vivía con el padre del niño en La Puebla de Vícar. A la salida del breve registro, que no duró más de tres cuartos de hora, la abogada Beatriz Gámez reconoció que en la escena del crimen había un hacha . Antes había admitido que se reunió con su cliente por la mañana y le recomendó que la mejor opción era colaborar con los investigadores.

Una de las grandes dudas que persistían ayer es si la Guardia Civil había registrado esa finca durante los angustiosos días de la búsqueda del pequeño, dado que pertenece a su familia y que la sospechosa se había trasladado hasta allí en varias ocasiones. La respuesta es negativa. Los investigadores no habían entrado en la parcela, que cuenta con una vivienda de campo y un aljibe. Según las fuentes consultadas, al pequeño se le buscaba vivo y confiaban en que la novia de su padre llevara a la Guardia Civil hasta él. La familia de Gabriel dijo a los agentes que el niño vivo no podía estar allí, de manera que se optó por no rastrear ese lugar al no considerarlo «ni urgente ni prioritario». En los últimos días existía la certeza de que Ana Julia era la única llave para encontrar a Gabriel vivo o muerto.

Prohibido incinerarlo

La UCO da el caso por cerrado policialmente y hoy en torno a las doce de la mañana pondrá a la detenida a disposición del titular del Juzgado de Instrucción número 5 de Almería, Rafael Soriano, junto con la diligencia informe que incluye todos los datos recabados y los resultados preliminares de la autopsia. Para entonces, Ana Julia, que lleva más de veinte años afincada en España, habrá pasado su tercera noche en los calabozos de la Comandancia, «durmiendo a pierna suelta», según las fuentes consultadas mientras su víctima yace ya bajo tierra. El juez ha prohibido la incineración del cadáver de la criatura.

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