Salvador Sostres

Diez derrotas y dos salidas

Si declaran la independencia será sólo para forzar una acción «represiva» del Gobierno y ampliar así su victimismo

Puigdemont , Mas y Junqueras, en la manifestación del sábado contra el encarcelamiento de los Jordi INÉS BAUCELLS
Salvador Sostres

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Si el presidente de la Generalitat hubiera querido y podido declarar la independencia lo hubiera hecho el 3 de octubre -tras las 48 horas que proponía su propia ley del referéndum- o incluso el día 10, en lugar de aquel cursi ejercicio de «petting» secesionista. Éstas son las diez derrotas que le están hundiendo y las dos salidas con las que intentará salvarse.

1- El 27 de septiembre de 2015 el independentismo perdió unas elecciones a las que los propios secesionistas llamaron «plebiscitarias» al no alcanzar el 50% de los votos a pesar de que lograron sumar una frágil, forzada y desarticulada mayoría absoluta.

2- La CUP se cobró la cabeza de Artur Mas y acabó con su carrera política.

3- También la CUP le negó cualquier legitimidad al 9-N exigiendo la celebración de un verdadero referendo, que es lo que intentó ser, sin serlo, el 1 de octubre.

4- Artur Mas otra vez, que está traicionando al independentismo para obtener cómodos plazos en el pago de los 5,2 millones de multa por el 9-N y el correspondiente indulto cuando llegue el momento. Es lo mismo que hizo con el Estatut: forzó a ERC y al PSC a aprobar un texto de máximos en el Parlament para hacerse el patriota ante los suyos y luego lo recortó sin piedad con Zapatero a cambio de que el PSOE le ayudara a ser presidente de la Generalitat.

Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, en su discurso de los Premios Princesa de Asturias, donde las instituciones de la UE recibieron el galardón de la Concordia

5- Todas las instituciones europeas le han recordado a Cataluña que pertenece a ellas por ser España. La propaganda independentista daba siempre por hecho que la Unión Europea aceptaría a Cataluña de inmediato en caso de independencia y los desmentidos han sido de una unanimidad y de una contundencia sin precedentes.

6- Los bancos y las empresas han huido de la inestabilidad provocada por la agitación callejera y una falta de garantías legales que no tienen la menor posibilidad de conducir a Cataluña hacia un nuevo Estado.

7- Pese a los desvaríos de la prensa populista -con el «New York Times» a la cabeza- tanto las cancillerías como los periódicos serios entienden que España es una democracia sólida y seria, que la supuesta opresión de Cataluña y de los catalanes es una falacia victimista, y que apelar a la vía kosovar es un disparate que hasta el Papa Francisco ha rechazado.

8- El 1 de octubre no fue un buen día para la imagen internacional de España pero ningún referendo tuvo lugar y nadie en el mundo civilizado está dispuesto ni siquiera a considerar su «resultado».

Anna Gabriel, portavoz de la CUP, formación que exige la independencia INÉS BAUCELLS

9- El PDECat intenta volver a su pragmatismo autonomista , y tal como evitó que el 10 de octubre Puigdemont declarara la independencia, está ahora intentado evitar que lo haga el viernes para forzar una convocatoria electoral y la reedición de Junts pel Sí que disimule su declive electoral.

10- Puigdemont y su gobierno saben que ni declarando la independencia podrán obtenerla: por ello hasta ahora no la han declarado y también por ello, si la declaran, será sólo para forzar una acción «represiva» del Gobierno y ampliar así su victimismo. Incluso los independentistas más emocionales y menos reflexivos se están empezando a dar cuenta (paulatinamente desde el 1 de octubre) que están siendo utilizados como carnaza.

¿Y las dos salidas?

Las dos salidas que el independentismo se plantea asumen por igual que la secesión es de momento imposible. La primera salida es convocar elecciones y esperar que los partidarios del «sí» sean más que los del «no», para volver a la carga y esta vez, a diferencia de las demás, con un argumento real. Es una solución limpia, eficaz, que respeta la legalidad y que no pone a Cataluña al lado de los piratas asaltademocracias en la escena internacional.

La segunda salida, más en clave interna, pretende declarar la independencia para unir al independentismo, forzar una más dura respuesta del Gobierno y ver si suben los réditos del victimismo. Las consecuencias para el delito de rebeldía son 25 años de cárcel, lo que no está mal para un presidente que asegura que no va a volver a presentarse porque quiere dedicarse de pleno a sus obligaciones familiares.

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