Mariano Rajoy, junto a Ángel Expósito, en el Foro ABC patrocinado por Ferrovial y Deloitte
Mariano Rajoy, junto a Ángel Expósito, en el Foro ABC patrocinado por Ferrovial y Deloitte - JOSE RAMÓN LADRA

El chubasquero de Rajoy contra la lluvia de Aznar: «Gracias por no insistir»

Catedrático en driblar las preguntas sobre el expresidente también evitó el ataque a Trump

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Mariano Rajoy sospechaba ayer que había dos gotas malayas que iban a caerle encima aunque Madrid se hubiera desperezado de buena mañana sobre un lecho soleado de enero. Llegó al Foro ABC con dos anuncios de calado -la bajada de las tasas aeroportuarias y la creación de un comisionado para la demografía- a sabiendas de que dos nombres le podían calar a él si no se ponía a cubierto: José María Aznar y Donald Trump. Con medio Consejo de Ministros presente, pocos de sus compañeros se sorprendieron cuando el «jefe» echó mano de su mejor chubasquero contra las preguntas incómodas: el humor.

Siete ministros y cuatro vicesecretarios del PP degustaron las lentejas del Casino mientras Rajoy hacía de Rajoy.

Es decir, sorteaba las cuestiones de Ángel Expósito y de representantes de decenas de medios con la maestría de un catedrático en driblar envites periodísticos. Las madre de todas las preguntas era Aznar. Que si Aznar le critica, que si le pone en cuestión. Pregunta por arriba, pregunta por abajo, sin que el presidente arqueara una ceja. Cuando argumentó en su exposición inicial que todavía existen nubarrones sobre España y el resto de Europa (en referencia al populismo, el independentismo y a las incertidumbres económicas) todos sabían que el principal chubasquero se lo reserva Rajoy para cuando habla Aznar y los periodistas quieren que le refute. Y últimamente no hay quien calle al primer presidente del PP por lo que el trabajo crece para la socarronería de Rajoy. Sin ir más lejos, Aznar había advertido el lunes del apocalipsis: del «derrumbe» social y político de España.

Sin embargo, Rajoy ya tenía preparada la respuesta-impermeable que repitió tres veces mientras pico-pala se le reclamaba su opinión sobre los torpedos de Aznar: «Gracias por no insistir», espetó. Las carcajadas del auditorio fueron más sonoras que el aldabonazo de su antecesor. Hasta Esperanza Aguirre levantó los ojos del whatsapp; Cristina Cifuentes rió abiertamente; Soraya Sáenz de Santamaría esbozó una sonrisa; y María Dolores de Cospedal celebró la ocurrencia. Porque allí estaban todos los compañeros del presidente y, sin embargo, enemigos entre sí. No faltó Javier Maroto, sepultado entre enmiendas a la ponencia social que le ha tocado elaborar, que acudió a escuchar al hombre que guarda en su dedo quién será el secretario general del PP, es decir, el jefe (o jefa) del propio Maroto, de Pablo Casado, de Javier Arenas y de Andrea Levy, todos en el almuerzo.

Seguro que el portavoz del Ejecutivo, Íñigo Méndez de Vigo, se vio reflejado en los regates del líder popular en alguna de las ruedas de prensa del viernes en Moncloa cuando es a él a quien toca acudir al socorrido amparo de la sorna para abordar las preguntas de la prensa. El también ministro de Educación tuvo ocasión de departir con una «mini conferencia de rectores» sentada en el salón del Casino de Madrid: los de la Universidad Autónoma, José María Sanz Martínez; de la Carlos III, Juan Romo; y de la Menénedez Pelayo, César Nombela.

Pero el turrón estaba en si habrá o no cambio en la sala de máquinas de Génova. Cospedal escuchó cómo Rajoy se remitía al Congreso y lo hizo sentada a escasos metros de su rival política, la vicepresidenta que más puntos acumula del puente aéreo a Barcelona, más barato tras el anuncio de ayer que seguro interesó al presidente de AENA, José Manuel Vargas, presente en el almuerzo.

Hasta un despacho de la Generalitat resonó uno de los mensajes más periodísticos de Rajoy en el Foro: «A Puigdemont le han dado en Bruselas el trato que se merecía». Y a dos palmos de la tribuna desde la que contestaba el presidente, una de sus ministras, Dolors Montserrat, escuchó con semblante serio que el Gobierno no cambiará el copago a los pensionistas. Balance: Aznar no existe en la agenda de Rajoy; el futuro de (la mitad) de Cospedal lo anunciará en el cónclave del PP y, la pregunta del millón, ¿y Trump? Aquí el nubarrón descargó sobre el inabarcable paraguas de Rajoy: «Ustedes entenderán que yo quiera mantener las buenas relaciones que disfrutan España y Estados Unidos. ¿Verdad?». Verdad. Y tanto, debió pensar mientras le escuchaba el titular de Exteriores, Alfonso Dastis, que se estrena con la arremetida proteccionista de la nueva Casa Blanca frente a la que el presidente ensalzó su apuesta por el libre comercio. Y muy pendiente del Brexit, al que el jefe del Ejecutivo otorgó una trascendencia capital para Europa. A pocos metros escuchaba atentamente el embajador del Reino Unido, Simon Manley, sabedor de que su país es el primer socio comercial de España. Otros representantes diplomáticos como los de Portugal, Francisco Ribeiro de Menezes; de México, Roberta Lajous Vargas; o de Argentina, Federico Ramón Puerta, atendían con interés las palabras de Rajoy sobre la apuesta decidida por reforzar la UE y los tratados multilaterales.

Ni al ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, ni a la delegada del Gobierno en Madrid, Concepción Dancausa, les sonó a nuevo el compromiso del Gobierno con la seguridad y con la lucha contra el Daesh; ni al presidente de La Rioja, José Ignacio Cenicientos, y al líder del PP en Andalucía, Juan Manuel Moreno, la dificultad que reconoció Rajoy para consensuar un nuevo sistema de financiación autonómica que beneficie a todos por igual. Tampoco al titular de Justicia, Rafael Catalá, que el jefe del Ejecutivo defendiera el cumplimiento de la ley en Cataluña y la necesidad de que ese Gobierno autonómico acepte la mano tendida del Estado; ni probablemente a la presidenta del Congreso, Ana Pastor, y al portavoz del PP, Rafael Hernando, el discurso dialogante que enarboló Rajoy para abordar una legislatura de minorías. Tampoco al presidente del Consejo de Estado, José Manuel Romay Beccaría, la disposición del Ejecutivo a tender puentes con todos los sectores sociales, días después de que un informe de ese organismo crítico con la actuación del PP en el accidente el Jakolev haya sido asumido por la ministra de Defensa.

«Motor potente»

Rajoy tuvo tiempo de departir sobre deportes con algunos de los invitados. Uno de ellos fue el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, que acudió también para escuchar de primera mano las buenas perspectivas económicas que le aguardan a España «siempre que, además de tener viento de cola, tangamos un motor potente». El mismo optimismo que percibieron, entre otros, los presidentes de Endesa, Borja Prado; del Deutsche Bank, Antonio Rodríguez-Pina; de Deloitte, Fernando Ruiz; de Ferrovial, Rafael del Pino; de Mediaset España, Alejandro Echevarría; de la CEOE, Juan Rosell; de Navantia, José Manuel Revuelta; de IAG, Antonio Vázquez Romero; de Red Eléctrica, José Folgado o de Renfe, Juan Alfaro.

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