Juan Fernández-Miranda

La calle y la moqueta

Los delirios de Podemos no tienen límites, pero lo de manifestarse contra uno mismo es ya de traca

Juan Fernández-Miranda
Madrid Actualizado: Guardar
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Si González es un fascista y la investidura de Rajoy un golpe de Estado, yo soy el obispo de Mondoñedo. Los delirios de Podemos no tienen límites, pero lo de manifestarse contra uno mismo es ya de traca.

Los populistas ampararon ayer la celebración de una manifestación ilegal para rodear el Congreso el día que se celebre la investidura al grito de «será un gobierno ilegítimo de un régimen ilegítimo». ¿Es que Pablo Iglesias no es ya ilustre señoría? Y para más sorna, la encargada de apoyar la algarada fue Irene Montero, su jefa de gabinete. Lo dijo en el Congreso, bajo techo, calentita, maquillada, iluminada y microfonada para atender a la tele en directo. Podemos es principio y fin, alfa y omega, calle y moqueta.

Hete aquí el epítome de la transversalidad, y el de la trascendencia.

No se les puede negar la tenacidad e incluso la coherencia en dos ideas: la ley está para pisotearla y las instituciones para derribarlas. Todo vale con tal de agitar, incluso manifestarse contra uno mismo. Eso sí, sin comunicarlo oficialmente, no vaya a ser que se autorice la marcha y se fastidie el plan. Porque cuando una movilización no se comunica a la autoridad es que el plan no es protestar, sino buscar la gresca. Se llama violencia.

En los trece primeros meses en vigor de la Ley de Seguridad Ciudadana (hasta agosto de 2016) se han celebrado delante del Congreso y del Senado 37 movilizaciones. Es el ejercicio del derecho de manifestación, que en España tiene pocas trabas. Sólo hubo incidentes en otras cuatro concentraciones, y curiosamente no habían sido comunicadas. El plan es liarla, y Podemos lo ampara. Se llama violencia, y Podemos lo ampara.

Y que me perdone el señor obispo.

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