Avales para apabullar

La recogida de avales de Susana Díaz, Pedro Sánchez y Patxi López para liderar el PSOE no será un trámite retórico e irrelevante. Será una suerte de proceso pre-primarias demostrativo de la fuerza movilizadora de cada candidato, y un instrumento generador de ilusión previa entre los militantes. La cifra de avales que recopile cada aspirante dirá mucho para poder calibrar con ciertas dosis de certeza las opciones realistas de cada cual. Al igual que ocurre con los sondeos previos a cualquier proceso electoral, el resultado de los avales no solo podrá ser indiciario del resultado final de la votación, sino que actuará como elemento creador de tendencia y, probablemente, producirá un efecto contagio que ahora mismo es indescifrable.

Es evidente que ninguno de los tres candidatos tendrá dificultades para reunir los 9.000 avales mínimos imprescindibles para competir.

Pero anímicamente es inevitable que de facto supongan al menos un descarte. Analizados los gestos y la evolución de la precampaña socialista, lo probable es que Patxi López quede a priori descolgado, de modo que el voto definitivo que pudiese tener el exlendakari en las primarias llegue a dividirse. A la hora de transformarse en votos reales, sus avales pueden dividirse, convirtiéndose en «votos útiles» para Sánchez o Díaz. Ahí radica la enorme incertidumbre de este proceso, y ahí está la causa de que la presidenta andaluza se vaya a tomar la recogida de avales como la auténtica votación. Salvo hecatombe preventiva, Patxi López no se retirará, pero no necesariamente todos sus avalistas terminarán votándole.

Díaz se afanará en tratar de movilizar a los 40.000 militantes andaluces con la pretensión de apabullar y generar la sensación de que a los otros dos candidatos no les merece la pena continuar. Superará en muchos miles los 9.000 avales necesarios. Igual que Sánchez. Pero este primer pulso será un sondeo con visos de verosimilitud, y deberá servir para arrancar convicciones a los militantes indecisos que rechazan tanto a Sánchez como a Díaz, pero que asumen con resignación que López apenas tendrá opciones. Necesariamente, López va a condicionar quién será secretario general sin que él vaya a gozar a priori de ese privilegio.