El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, en el Senado
El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, en el Senado - efe

El comisario Villarejo, el investigador en la sombra

Ningún Gobierno desde 1993 ha puesto coto a la actividad empresarial del comisario

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No se presenta como policía, pero su nombre aparece soterrado en algunas de las investigaciones clave de los últimos veinte años (entre ellas la de los Pujol o Gürtel); no viste uniforme y no tiene despacho, pese a tratar directamente con el «número 2» del Cuerpo, Eugenio Pino, y con el ministro del Interior. Es el comisario José Manuel Villarejo, quien ha pasado de ser una sombra, a acaparar portadas y preguntas parlamentarias a golpe de sumarios como el del «Pequeño Nicolás», el ático de González o su supuesta relación con un amigo del Rey imputado. El último escándalo, o como tal se ha presentado, es que está vinculado con una docena de sociedades que tienen un capital de 16 millones, según «El País».

El Ministerio del Interior rompió ayer su silencio de varios meses —desde que comenzó un enfrentamiento casi fratricida entre Villarejo y el comisario de Asuntos Internos Marcelino Martín Blas— y anunció que p edirá un informe a la propia Dirección General de la Policía sobre el patrimonio del comisario y sobre si existe alguna incompatibilidad con el puesto que desempeña. Las palabras del ministro, Jorge Fernández Díaz, fueron claras al deslizar que entendía que esas compatibilidades fueron «acreditadas y autorizadas» por los responsables policiales en su momento y argumentó que algunas sociedades estaban ya cerradas y liquidadas.

Patrimonio «anterior»

Ese momento hay que retrotraerlo hasta 1993, cuando Villarejo se reincorporó a la Policía tras diez años en excedencia y llamado por el entonces ministro socialista José Luis Corcuera. En la década anterior, el ahora comisario adscrito a la Dirección Adjunta Operativa creó su estructura empresarial y ganó dinero investigando fraudes a compañías de seguros y haciendo periciales oficiales con una empresa de tecnología digital. A partir de entonces asegura trabajar como «agente encubierto» utilizando parte de sus empresas para procurarse coberturas con la autorización y el consentimiento de los sucesivos gobiernos para los que ha seguido trabajando. «Ha hecho servicios muy importantes», aseguran fuentes oficiales de Interior y «lleva mucho tiempo en este puesto».

Según estas fuentes «no es incompatible tener una empresa o varias, sí lo es trabajar para una empresa». Por tanto, se ha encargado un informe que acredite ese supuesto patrimonio. «En principio, con lo que sabemos hasta ahora no ha cometido ninguna irregularidad». Villarejo, acusado de chantaje por el presidente madrileño Ignacio González, se siente «respaldado» por Interior y por sus jefes directos y no está dispuesto a callar, según su entorno. En las últimas semanas ha presentado dos querellas contra el jefe de Asuntos Internos, otra contra González y no descarta una cuarta aún sin concretar.

Guerra abierta en la Policía

Pero ese respaldo que asegura tener y que parecen refrendar las palabras del ministro no es incompatible con la guerra abierta en la Policía. El enfrentamiento entre dos comisarios en puestos tan delicados ha provocado que Villarejo arremeta en una de sus querellas contra la «cúpula política» de su Cuerpo a la que ha acusado de dar órdenes irregulares en el caso Bárcenas. Esta acusación sin más concreciones sobrevuela en algunos despachos como una amenaza latente de quien conoce los entresijos de esa investigación.

Villarejo ya ha demostrado que no se arredra tras elaborar una nota informativa de la reunión con González por su ático, una cita que fue grabada tras ser pedida por otro comisario, Enrique García Castaño.

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