Así valoran los analistas de ABC los resultados del 26-J

Tras la celebración de elecciones la duda que se plantea es cuál será el gobierno que triunfe en España

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  1. Rajoy, y un gobierno de coalición, por José Manuel Otero

    Mariano Rajoy , líder del PP
    Mariano Rajoy , líder del PP - EFE

    A la vista de los resultados, mi opinión es que el Presidente del gobierno tiene que ser Mariano Rajoy.

    El Gobierno puede ser monocolor, constituido exclusivamente por personas del PP, que no me parece lo más deseable toda vez que tiene que haber pactos post electorales. Y puede ser de coalición. Como lo más probable es que haya pactos con Ciudadanos, convendría dar entrada en el gobierno a personas de este partido.

    Si por mí fuera, yo ofrecería una vicepresidencia a Albert Rivera para implicarlo más intensamente en las labores de gobierno. Y para la hipótesis muy poco probable de que se formara una gran coalición con inclusión del PSOE no solo habría que invitarlos a entrar en el gobierno, sino incluso ofrecer una vicepresidencia al secretario general del Partido.

  2. Malabarismos contra otras elecciones, por Manuel Marín

    Mariano Rajoy tras la reunión del Comité Ejecutivo del PP
    Mariano Rajoy tras la reunión del Comité Ejecutivo del PP - AFP

    El panorama que arrojan las urnas es bastante más esclarecedor que el del 20-D en la medida en que no resulta discutible la legitimidad de Mariano Rajoy de formar gobierno. Sin embargo, de nuevo toca hacer cábalas calculadora en ristre. La primera etapa de Rajoy pasará por sortera cualquier amago de veto personal que pueda plantear Albert Rivera con sus 32 escaños. No parece que esté en disposición de exigir el relevo en la presidencia de quien le saca 105 escaños de diferencia, y en el PP se contempla como tarea asumible lograr el «sí» de Ciudadanos.

    De superar ese escollo, y para obtener una mayoría absoluta en primera votación, Rajoy necesitaría al menos los cinco escaños del PNV -¿incompatibles con Rivera?-, uno de Coalición Canaria –ese partido reversible sin fronteras-, y la duda radica en el escaño originario de Nueva Canarias e integrado en el grupo parlamentario socialista. Sobre él se centra ahora gran parte de la atención en la nueva legislatura, ya que la investidura de Rajoy puede depender de un diputado absolutamente anónimo que, en el peor de los casos para él, podría llegar a integrarse en el Grupo Mixto.

    La otra alternativa pasa por el profundo debate interno que se abre en el PSOE, probablemente con la sucesión de Pedro Sánchez en el horizonte. La disposición de Sánchez para formar gobierno debe ser mínima porque en la práctica casi carece de opciones. Son muy remotas porque un acuerdo «anti-Rajoy» supondría la alteración de la voluntad real de las urnas, por más que sumase escaños suficiente junto a Podemos y Ciudadanos. Lo razonable sería que el PSOE asumiese como inevitable una abstención que permitiese no vetar la investidura de Rajoy. Cualquiera de las dos teorías exige un trabajo previo e intenso de Rajoy para contrarrestar cualquier tentación de vetos. Lo que se aleja, sin duda, es el fantasma de unas terceras elecciones.

  3. Más miedo que a un nublado, por Hughes

    Unidos Podemos tras terminar el escrutinio del 26-J
    Unidos Podemos tras terminar el escrutinio del 26-J - EFE

    Viví la jornada electoral el Francia -con un ojo en Hazard, por lo cual acuso hoy una bizquera profesional-. Internet hace que la diferencia sea apenas relevante, salvo por la figura asombrosa del corresponsal en Madrid, individuo digno de estudio.

    De forma quizás definitiva se constató el fracaso de los analistas, unos señores que hacen sumas siempre barriendo para casa, y de las encuestas. Los avances eran inquietantes y pensé, con no poca alegría, en una nueva vida en Francia.

    Luego se impuso la realidad, con todos sus escaños. Parece ser que el Brexit pesó. Es curioso que en francés se diga «peur», en italiano «paura», y en catalán «por» y que aquí digamos «miedo». Al parecer procede del latín «metus» y es una derivación estrictamente ibérica.

    La estrategia del voto útil contra Podemos había provocado hasta ahora, si acaso, canguelo, pero el miedo surgió, o afloró más bien, con el Brexit. El pavor europeo es un miedo súbito, algo histérico, como un ataque. Con el miedo se puede vivir, ir tirando. El caso es que miedo hubo hasta en Podemos, que zascandilea su revolución y tampoco rompe a guirigay plurinacional, a tutti fruti refrendario.

    Su «sorpasso» no era tan fácil. ¡Con el PSOE han topado! Entramos ya en lo serio, en «las cosas del comer».

    ¿Gobierno? Se nota que ya no hay «gobernabilidad» de CIU. Por ahí se sigue complicando la cosa, y la llamada al Gran Pacto Nacional tiene algo totalizador que reduce la democracia a un absurdo.

    Las «reformas» que se hagan -si se hacen- deberían introducirse en un relato sobre y por la globalización.

  4. Las caras de la derrota, por Ramón Pérez-Maura

    Los rostros tras conocer los resultados electorales entre los simpatizantes de UP
    Los rostros tras conocer los resultados electorales entre los simpatizantes de UP - EFE

    Fue una noche en la que muchos se enfrentaron con una realidad muy dura. Hubo tres derrotados y un solo vencedor, Rajoy. Y las caras de los derrotados eran bien explícitas:

    Los viejos comunistas demostraron que «el partido» es una cosa muy seria para dejarla en manos de estos perroflautas. Ellos prefirieron quedarse en casa y dejar a Garzón e Iglesias colgados de la brocha. Cara de funeral.

    Rivera intentó vender como una injusticia del sistema electoral el que con perder 0,8 puntos porcentuales se hubiera quedado sin ocho escaños. Quizá le faltó hacer la consideración contraria: lo injusto que también era el sistema cuando con solo 0,8 puntos porcentuales se ganaban ocho escaños más. Cara compungida mientras recitaba su programa electoral como ajeno al hecho de que ya se había recontado las papeletas y había un resultado.

    Y el caso más triste para nuestro sistema electoral fue el del PSOE, consolándose con no haber sido rebasado por un populismo que en España ha sido frenado por primera vez en Europa, pero al mismo tiempo continuando su viacrucis de la mano de Sánchez. Largo será el calvario tras quedar invalidada la alternativa de Susana Díaz y con el nuevo incordio de Eduardo Madina dentro de la Cámara.

  5. Un balón de oxígeno para la UE, por Luis Ayllón

    Imágenes a favor del Brexit en Reino Unido
    Imágenes a favor del Brexit en Reino Unido - AFP

    Tras el terremoto del Brexit, un avance del populismo izquierdista de Podemos hubiera sido recibido con preocupación en el seno de la Unión Europea. Se ha evitado otro disgusto y Rajoy ha ganado enteros entre sus socios comunitarios, que esperan que ahora sea posible contar pronto en España con un Gobierno sólido o al menos con un Gobierno con principios europeístas.

    Con la huida del Reino Unido, España se va a convertir en la cuarta economía de la Unión Europea y su voz, apagada por meses de incertidumbre política interior, se tiene que escuchar de nuevo con fuerza en Bruselas. También, el el proceso de negociación de la salida, incluido todo lo que afecta al futuro de Gibraltar.

    Por eso, hoy más que nunca es necesario que el presidente del Gobierno, además de contar con un respaldo suficiente para sentirse fuerte ante sus colegas europeos, sea capaz de articular una política de consenso con los partidos que creen en Europa.

  6. Y Rajoy sobrevivió incluso a Aznar, por Marisa Gallero

    José María Aznar en los cursos de verano FAES
    José María Aznar en los cursos de verano FAES - ISABEL PERMUY

    Fue escueto. Sobrio. Parecía que el PP no había conseguido ganar 14 escaños. Y su tono fue como sí dictará un telegrama bajo tres epígrafes.

    Felicitó al Partido Popular y a su líder por ser el más votado, demostrando una gran solidez. Consideró que era una buena noticia que el PSOE haya superado a los populistas. Y deseó a Mariano Rajoy que tenga éxito en los esfuerzos que haga para formar Gobierno.

    Fue la única puntilla a la implacable estrategia inmovilista de su sucesor. Suyo ha sido el «sorpasso», anunciado por encima de sus posibilidades.

    Moragas, con su campaña rural, entre vacas y alcachofas, haciendo caminar rápido a su jefe como si fuera «Forrest Gump», consiguió sacarlo del plasma de Arriola, y lo convirtió en un valor seguro.

    Cuánto más se desgañitaba Albert Rivera en marcarlo con una línea roja, mientras coleccionaba hasta 17 «no» de Pedro Sánchez, ni las grabaciones de Fernández Díaz ni el embargo a la sede de Génova ni el «Sé fuerte» de Bárcenas le pasaron factura. Rajoy sobrevivió a todos. ¿No querían dos tazas el 20-D? Pues toma tres el 26-J.

    Ahora la respuesta está en el tejado de los que perdieron esta segunda oportunidad.

    ¿Presentara Pedro Sánchez su dimisión o se agarrará a que es «la primera fuerza de la izquierda»? Un dirigente socialista es claro: «Hay que quitarlo. Ha conseguido el peor resultado de la historia. El PSOE no tiene pacto posible, no puede pretender gobernar a 52 diputados del PP».

    ¿Vetará Albert Rivera a Mariano Rajoy después de perder 8 escaños abrazando a Sánchez? ¿Hará autocrítica Pablo Iglesias o la culpa es de los 7,5 millones de votantes del PP? Empieza un nuevo capítulo de «Enredos», y está vez ya no es una comedia, lo que se juega es formar Gobierno. Sería imperdonable que no hubiera consenso.

  7. Terceras elecciones, por Ignacio Ruiz Quintano

    Imagen de un colegio electoral durante el 26-J
    Imagen de un colegio electoral durante el 26-J - JAIME GARCÍA

    España es un «Estado de partidos» cuyo poder ejecutivo no depende de los ciudadanos, sino de los jefes de filas, entre los cuales el único sobresaliente es Rajoy, que maneja la situación política con una maestría (para sus intereses personales) fuera del alcance de los otros.

    El «suicidio» de Rivera, que apostó todas sus bazas al veto a Rajoy, hace imposible un gobierno estable siquiera para demorar las terceras elecciones.

  8. Ahora, «footing» del diálogo, por Ángel A. Herrera

    IGNACIO GIL

    No hubo sorpasso, pero sí sorpresa. O acaso no tanta. Quiero decir que Mariano Rajoy les ganó a todos, empezando por el propio PP, y en esa autoridad ha de levantarse el gobierno difícil que se atisba. Habrá que entrenar mucho el diálogo, que es el ideario que toca, por aquí, y por allá. Pero la noche electoral podría definirse, en arreón rápido, por contraste con la noche electoral anterior. De los villancicos tristones de ambientación, en la calle Génova, se pasó a una noche de junio de alegrón tropical, empezando o acabando por la propia música escogida, que era un cruce de salsa y reguetón. Y ahora, a trabajar, que es lo que suele soltar Rajoy cuando acaba el footing.

  9. Democracia es responsabilidad, por Juan Fernández-Miranda

    IGNACIO GIL

    Urge desactivar el populismo, y el único camino es crear aún más empleo, redistribuir mejor la riqueza generada (y explicarlo), reformas estructurales pactadas, acercar las instituciones, prestigiar la política y a sus representantes, combinar la experiencia y el ímpetu... y hablar bien de España. Un Gobierno responsable con Rajoy al frente, el apoyo constructivo y vigilante de Rivera y una oposición firme y leal liderada por el PSOE.

  10. Un acuerdo estable, por Salvador Sostres

    EFE

    PP y PSOE tienen que compartir un gobierno presidido por Rajoy. Los socialistas necesitan un líder nuevo con una idea de la izquierda que vaya más allá del resentimiento. El PP necesita un acuerdo estable para insistir en las reformas que favorezcan la creación de riqueza. Ambos tienen esta magnífica oportunidad para acreditar solvencia y erradicar el cáncer del populismo en España.

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