Dos semanas con Pablo Iglesias: agenda apretada para iniciar «la remontada»

El líder de Podemos no pasea en campaña, pero asegura que lo hace «frecuentemente»

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Pablo Iglesias abrió la campaña viajando. La tradicional pegada de carteles la hizo en Zamora, tres horas de autobús mediante, para demostrar que no solo no estaba «cansado», sino que esta iba a ser la campaña de la remontada. Ha sido su palabra fetiche mitin tras mitin, aunque quizás en un tono mucho más relajado de lo que se esperaba: poco queda ya del azote de la casta, de ceño fruncido y voz enfadada. «Hemos hecho un trabajo estos dos años que nos ha preparado para formar gobierno. Me veo como alguien con la suficiente responsabilidad como para ser el próximo presidente de España», asegura mirando a los ojos, como quien trata de demostrar su absoluto convencimiento.

«Señoras y señores, les habla el capitán.

Les agradecemos haber elegido la ruta del cambio. Abróchense los cinturones. Afrontamos una travesía agitada en la que esperamos turbulencias políticas. Despegamos hacia el asalto a los cielos, relájense y disfruten del viaje». Así se estrenó a los micrófonos del autobús morado. Ahora, a punto de concluir la travesía, un sinfín de entrevistas y compromisos con los medios lo han matenido ocupado la mayor parte de los trayectos.

En hoteles de menos de tres estrellas y viajes en clase turista, comiendo bocatas y menús del día y siempre con un ojo puesto en el reloj. Trenes a punto de perderse —ha habido hasta carreras en estaciones de las que algunas ruedas de maleta todavía se resienten—, retrasos y cenas de madrugada: la de Podemos es una campaña con prisa. Había que lograr una remontada «exprés».

Algo tímido y reservado, sorprenden las pocas veces que Iglesias se ha acercado a hablar con la prensa, o incluso que ha compartido cenas, comidas o conversaciones: hacer una campaña en clave de remontada requiere una agenda apretada y un líder descansado, asegura su equipo.

Pablo Iglesias habla bajito, quizás a veces demasiado. Lo hace con calma y con ese tono pedagógico de un profesor de universidad. Se esfuerza por que se le entienda, salvo cuando realmente no quiere explicarse: mide las palabras y se cuida de hablar más de la cuenta.

Eso sí, con los simpatizantes con los que se ha ido encontrando en este periplo electoral nunca ha faltado una sonrisa. Ni un mensaje en las redes sociales. Ni olvidarse de salir a saludar a quienes, tras hacer cola en las puertas mitin tras mitin, se habían quedado fuera sin poderlo escuchar. Pero no ha paseado en campaña. Ni fotografías ni baños de masas, más allá de los trayectos obligados de la propia caravana.

¿Por qué no pasea Pablo Iglesias? «He paseado muchas veces y hablado con mucha gente; otra cosa es que no siempre hubiera una nube de cámaras a mi alrededor. Por mi barrio paseo muchas veces y no me llevo cámaras para hacerlo. Puede ser una cosa llamativa ver a algunos líderes políticos paseando con la gente normal; en mi caso es lo habitual y lo que hago todos los días». Iglesias siempre quiere marcar la diferencia, buscar la sorpresa. «Hemos hecho una cosa que no ha hecho nadie: las entrevistas de trabajo. Mezclarte con gente que no es necesariamente de Podemos y hace preguntas. Con eso hemos demostrado que somos más accesibles que nadie».

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