Emilio Saracho, presidente de Banco Popular
Emilio Saracho, presidente de Banco Popular - ABC

Saracho llegó, vio y... ¿vendió?

El plan para que el Popular volviera a ser el Popular se frustró pronto, tras anunciar el nuevo presidente que no descartaba ampliar capital

MADRID Actualizado: Guardar
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Emilio Saracho llegó a la presidencia de Banco Popular en febrero pasado para intentar lograr que la entidad, hasta ahora gestionada por Ángel Ron, pudiera seguir adelante, en principio, sin compañero de viaje, viendo, de este modo, el proceso de fusiones desde la barrera. Pero el plan para que el Popular volviera a ser el Popular... se quedó en agua de borrajas muy pronto.

Y casi que lo tiró por la borda el propio Saracho con sus primeras declaraciones ante sus accionistas, a principios del mes de abril. Anunció que no descartaba hacer una nueva ampliación de capital y que si bien su objetivo no era fusionar la entidad financiera con otra tampoco descartaba una operación siempre que «reconozca su valor».

La reacción de los mercados, una vez más, muy sensibles y descreídos a todo lo que rodea a la inestabilidad y al futuro del banco fue inmediata y contundente: la acción se desplomó un 9%. «Muy mala táctica por parte de Emilio Saracho anunciar una ampliación de capital en junta de accionistas, sin tener antes identificadas las necesidades de capital ni aportar ningún dato más. Cuando tu enemigo te ve débil, te puedes esperar un ataque en cualquier momento. De ahí el cambio de mensaje posterior hacia una operación de venta en lugar de una ampliación», asegura a este periódico un alto ejecutivo financiero.

Y es que Saracho, si bien nada más llegar pidió a todo el mundo tiempo y paciencia —también a los consejeros y accionistas «díscolos» con Ron— para analizar la situación del Popular al máximo y tomar la decisión adecuada, con sus palabras se quedó sin ambas peticiones, ni tiempo ni paciencia de accionistas, de empleados y lo que es peor, del mercado.

Nómina superior a 12 millones

Cuatro meses después de la firma de un contrato inusual para un directivo «tradicional» en Banco Popular —algo más de 12 millones de euros a cuatro años, con una prima inicial de 4 millones, otra prevista de otros cuatro millones al término del contrato, y a 1,1 millón de euros por cada ejercicio— está incluso unos pasos por delante, a peor, en incertidumbre y peligro que cuando se despidió del banco Ángel Ron.

«No me imagino la desaparición de Banco Popular», concluyó ese día el presidente de la entidad ante sus accionistas. Hoy, imaginará algo bien distinto...

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