Matteo Renzi, primer ministro de Italia
Matteo Renzi, primer ministro de Italia - AFP

Italia intenta achicar el agua de su sistema financiero

Renzi negocia con la Comisión un «escudo» que blinde a las entidades de su país

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Después del Brexit, la atención de los mercados se centró en uno de los eslabones débiles de la cadena europea, es decir, Italia y sus bancos, con cifras alarmantes: el sistema bancario tiene unos 200.000 millones de créditos deteriorados, a los que se añaden otros 140.000 de muy difícil cobro. Es una montaña de dinero, muy superior a la media de otros bancos europeos: Según los datos de la Autoridad Bancaria Europea (ABE), los créditos deteriorados en Italia ascienden al 16,7 % del total de los préstamos, frente al 3, 4% de los bancos alemanes, el 2,9% de los holandeses, el 4,3 % de los franceses y el 7,1% de los españoles.

Para evitar un riesgo, «potencialmente explosivo», el profesor de la Bocconi de Milán, Francesco Giavazzi, editorialista del «Corriere della Sera», pedía en el primer periódico del país «un escudo para los bancos italianos».

El economista Giavazzi calculaba en al menos «unos 40.000 millones de euros, el volumen de la intervención necesaria» para evitar «una fuga de Italia de inversores que en estos días buscan puertos tranquilos».

Con discreción, para no crear alarma, el Gobierno italiano se puso de inmediato a negociar con la Comisión Europea ese escudo o muro de contención que evitara mayores riesgos a los bancos italianos. Se impuso la reserva, teniendo en cuenta que las nuevas normas comunitarias impiden ahora salvar a los bancos, o tapar sus agujeros negros, con dinero público. Al final, la Comisión dio vía libre el jueves a un plan de apoyo público a los bancos italianos. Se trata de una garantía estatal de 150.000 millones de liquidez para crear un programa preventivo de apoyo a los bancos que se activaría solo en caso de necesidad, en 2016, y que respeta «las reglas sobre las ayudas de Estado» en situaciones «excepcionales». La portavoz de la Comisión subrayó que Italia solicitó la medida «por razones de precaución» y que «no existe la expectativa de que surja la necesidad» de utilizar el escudo. El Gobierno italiano celebró con cierta euforia la noticia, porque logró que Bruselas diera el visto bueno a un auténtico escudo para hacer frente a cualquier ataque especulativo.

La situación es especialmente delicada para algunos bancos, en primer lugar el Monte dei Paschi di Siena (MPS), a consecuencia de un pasado desastroso, que ha puesto una sombra muy preocupante sobre el sistema financiero italiano. El MPS ha perdido el 67 % de su valor desde el inicio de 2016. La opinión pública se alarmó después de que cuatro bancos tuvieran que ser salvados de la quiebra el pasado año: Banca Marche, Carife, Carichieti y Banca Etruria. Al menos 130.000 pequeños accionistas, más otros 20.000 suscriptores de obligaciones subordinadas, perdieron 1.200 millones.

Dramas humanos

Se han visto casos dramáticos, como el de Antonio Bedin, pensionista de 69, que se suicidó hace un par de semanas en su casa de Montebello Vicentino, en la provincia de Vicenza. Había perdido los ahorros de una vida, como otros miles de italianos: Había comprado 7.800 acciones de la Banca Popolare di Vicenza, a 62,50 euros cada una, pagando casi 500.000 euros; ese valor se había reducido a pocos cientos de euros –10 céntimos por acción– el día de su suicido. En su funeral, el párroco anti-usura don Enrico Torta, clamó en la homilía: «Se ha tratado de un homicidio legalizado. Estas personas merecen justicia. No les llamemos víctimas, sino personas a las que robaron». No son casuales las palabras del párroco: en Italia se está viviendo una fuerte polémica porque la Consob (la Comisión nacional de vigilancia para las sociedades y la Bolsa) permitió, según admiten incluso miembros del Gobierno, que los bancos, entre ellos al Popolare di Vicenza, colocaran en el mercado obligaciones sin advertir a los clientes de los riesgos que corrían. Muchos creyeron que se trataba de una inversión segura y se arruinaron.

La fragilidad de los bancos italianos se acentuó tras el Brexit. Es verdad que las Bolsas sufrieron un terremoto, pero la italiana más que ninguna otra europea por culpa de los bancos. Desde inicio de año, la banca italiana pierde en Bolsa más del 50 %, casi el doble que los bancos españoles. Es evidente que sobre la banca se está descargando cierta especulación financiera, una furia que no puede desahogarse de la misma forma contra los títulos de Estado, hoy protegidos por las compras del BCE.

Días frenéticos

Para superar esa fragilidad, «muchos bancos italianos tendrán pronto necesidad de aumentar capital. Los analistas estiman que Unicredit deberá realizar un nuevo aumento de capital entre 5.000 y 7.000 millones de euros», escribe Morya Longo en «Il Sole 24 ore», una cantidad que el «Financial Times» eleva a 10.000 millones.

Precisamente Unicredit vive días frenéticos: es el único banco italiano entre los 29 colosos mundiales «demasiado grandes para quebrar». Pero estaba sin dirección desde que el 24 de mayo Federico Ghizzoni dio un paso atrás. Incluso el primer ministro, Matteo Renzi, intervino el miércoles exigiendo a los socios una «dirección sólida y estable del banco. Finalmente, Unicredit eligió el jueves al francés Jean Pierre Mustier como consejero delegado del banco. Tendrá una tarea ardua, porque la cotización en bolsa de Unicredit ha perdido el 60% de su valor desde el inicio del año, por la inquietud que suscita su nivel de capitalización

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