Billetes de 500 euros
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Alemania mantiene su idilio con el dinero en efectivo

Pese a que el BCE ha confirmado que dejará de imprimir el billete de 500 euros, los alemanes siguen usándolo y el Bundesbank no quiere poner tope a los pagos en metálico

Corresponsal en Berlín Actualizado: Guardar
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Nos presentamos con tres billetes de 500 euros en tres céntricas tiendas de la capital alemana. Ni en el exclusivo KDW ni en la zapatería Leiser, también en el Kudamm, se inmutan las cajeras al disponerse a cambiarlos. Más al este, sin embargo, en el Kaufhoff de Alexanderplatz, no parecen tan acostumbradas al papelito color lila y alegan que no tienen cambio, renunciando incluso a hacer la venta de un pantalón. Solo después de insistir y con visible mala cara, llaman a una encargada que acude con billetes de 50 euros que va depositando en fila sobre el mostrador, dejando bien claro que la situación se resulta anómala.

En la recepción del Hotel Roma nos confiesa un recepcionista que ahora, si cabe, ven en caja más billetes de 500 que antes.

«Yo diría que desde que el BCE anunció que deja de imprimirlos, están saliendo a pasear más a menudo», bromea. «A nosotros no nos pagan por juzgar a nuestros clientes y muchos de ellos utilizan esos billetes», reconoce un empleado de Nespresso, «cumplimos con el protocolo verificando su autenticidad y cobramos con total normalidad. Solo faltaría. Y mientras sigan llegando clientes con billetes de 500 los seguiremos aceptando».

A pesar de que muchos analistas han visto la decisión del BCE de no emitir más billetes de 500 euros como el principio del fin del dinero contante y sonante, ni los clientes ni los vendedores alemanes parecen capaces de imaginar un mundo sin dinero en efectivo. Es lo mismo que piensa el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, que hoy ha vuelto a insistir en Fránkfurt, durante una conferencia sobre el futuro del dinero en la que participaba como anfitrión, en tranquilizar a los alemanes asegurando que en Alemania se podrá seguir pagando y cobrando en efectivo.

Weidmann también se ha mostrado contrario a establecer nuevos topes a los pagos en metálico. «Este tipo de propuestas serían (...) la respuesta errónea, totalmente desproporcionada a los desafíos en política monetaria en el límite del tipo de interés a cero», ha dicho. Para los expertos del Bundesbank alemán, en palabras de Weidmann, «el fin del efectivo sería un instrumento nada útil para impulsar la política monetaria», al tiempo que señalan el flaco favor que semejante medida haría al crecimiento en la zona euro.

Pero lo cierto es que, al margen de estos argumentos técnicos, tanto los banqueros expertos en política monetaria como los ciudadanos de a pie coinciden en un argumento que tiene más que ver con los usos y costumbres. «Los alemanes adoran el dinero en efectivo», reconoce Weidmann, constatando que casi en ningún otro país en el mundo se paga tanto en «cash». Economistas como Kenneth Rogoff, Willem Buiter o Larry Summers defienden que sin efectivo en la calle aumentaría el margen de efectividad de las medidas monetarias del BCE, pero autoridades como Yves Mersch han dejado claro en Frankfurt que «quien piense que la euro zona se despedirá del dinero, comete un grave error».

Ni siquiera la propuesta a la que el gobierno federal no parece hacer muchos ascos, la de establecer nuevos topes al pago en efectivo, cuenta con las puertas abiertas en Alemania. El ex magistrado del Tribunal Constitucional Hans-Jürgen Papier, advierte que esa medida se encontraría con problemas legales significativos porque «se trata de una limitación a derechos fundamentales». En la medida en que la Ley Fundamental alemana garantiza el derecho a la propiedad, al libre uso de los bienes y a la libertad de contratación, la obligación de efectuar pagos de forma electrónica recortaría esos derechos, explica, añadiendo que «también el Derecho Europeo pondría trabas a una iniciativa de ese tipo».

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