Eurocopa 2016

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Suecia 1992

Eurocopa 1992: Dinamarca y el triunfo del relax

Los daneses fueron invitados al torneo a última hora y lograron un título histórico

Los jugadores daneses celebran un gol en la final. - uefa.com

El hermetismo de las concentraciones en un hotel convertido en búnker, la prolongada preparación previa para mentalizarse de cara a una competición rigurosa, la seriedad espartana para no ser un desastre táctico. Todos estos postulados en torno al fútbol quedaron desmontados por una alegre selección nacional que levantó la Eurocopa sorpresivamente rescatando a sus jugadores de sus vacaciones, a pocos días de arrancar la cita continental. Así se escribió el cuento de hadas que llevó a la gloria a Dinamarca en la Eurocopa de 1992, donde se demostró que a veces afrontar un partido con la relajación adecuada y sin presiones añadidas confiere un aura de optimismo que puede llevar también a lo alto.

La historia es rocambolesca desde el minuto uno. Aquella Eurocopa se disputaba en Suecia. Sería la última que solo disputaran ocho equipos pero también fue la primera que incluyó los nombres de los protagonistas en la camiseta. España no se clasificó para el torneo, pero sí Yugoslavia. Sin embargo, el conflicto de los Balcanes precipitó que aquel combinado quedara fuera del viaje a tierras escandinavas y que se decidiera finalmente que acudiera la selección danesa. Allí empezó el problema para la federación de aquel país, pues la mayoría de sus futbolistas se encontraban disfrutando del descanso lógico de fechas veraniegas, en la creencia de que no se iba a producir una carambola semejante. A algunos costó días localizarlos, la mayoría en playas recónditas, tostados al sol, pero al final el técnico Moller Nielsen y sus colaboradores reunieron a parte de lo más granado de sus jugadores nacionales. Y decimos parte, porque a causa de desavenencias personales excluyó a Michael Laudrup, por entonces gran estrella del FC Barcelona, que acaba de ganar precisamente la copa de Europa de clubes. Venían todos en chanclas y sin el mejor.

Aún así nadie puede decir que aquel entrenador fuera un cobarde. Lo primero que le comunicó a sus hombres es que no iban a Suecia de fiesta, sino a ganar. Entre el plantel hubo miradas de incredulidad y de miedo al ridículo. La competición arrrancó con Inglaterra, a la que lograron mantener a raya con un 0-0. El drama estaría servido con los anfitriones. Suecia ganaría a Dinamarca por 1-0 y depararía un angustioso final de la fase de grupos para los de rojo, pues se medían a Francia. Pero su triunfo por 2-1 les clasificó para las semifinales.

Por el otro cuadro iban dos ogros. Países Bajos y Alemania despacharon su pase, en un grupo donde compareció por primera y última vez la Comunidad de Estados Independientes, un invento 'postsoviético' mientras se acababan de escindir las múltiples repúblicas del Este. Holanda era la vigente campeona, con el trío mágico formado por Gullit, Van Basten y Rijkaard, y era clara favorita, pero tal vez la soberbia les traicionó. Tuvieron que remontar el provisional 2-0 que le infligió Dinamarca para llegar a los penaltis. Entonces emergió la figura de Peter Schmeichel. El cancerbero que marcaría una época en el Manchester United detuvo el lanzamiento de Van Basten y sus compañeros completaron el trabajo con pulcritud.

Dinamarca se metía en la final sin cambiar un solo atributo de su atípica expedición. En su alojamiento predominaban las bromas, contrastando con la sede alemana, prácticamente militarizada. Llegó la final y el hito. Jensen y Vilfort fueron los autores de sendos tantos que catapultaron a su país a una inesperada gloria, desmontando el mito del rigor en la preparación y exhibiendo que la confianza es un motor básico en el deporte, aunque nadie se atreva hoy a calcar el mismo proceso. Fue el éxito del relax.

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