F. C. BarcelonaLa dudosa apuesta de Luis Enrique por Ter Stegen

Luis Enrique eligió quedarse con él para que fuera el portero titular y vender a Claudio Bravo, que era un seguro de vida

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Es verdad que el portero es el puesto más ingrato del fútbol, porque sus errores son capitales, mientras que un delantero se cubre si marca un gol y falla tres. Es verdad que a los guardametas se les responsabiliza en demasía de las derrotas cuando falla el resto del equipo. En Vigo, en efecto, estuvo mal Luis Enrique, que dejó en la suplencia a Busquets y a Iniesta. Estuvo mal Mathieu, que marcó en propia meta. Jugó mal Luis Suárez, negado en el remate. Y rindieron con mediocridad otros futbolistas. Dichas estas verdades, Ter Stegen se ha convertido en un problema serio para el Barcelona. El alemán ha perdido la virtud que debe engendrar el cancerbero de un equipo grande: la confianza.

El barcelonismo tiembla con él. Y el equipo, también. No inspira seguridad. Es lo peor que se puede decir de un «guardavallas»: que no la guarda. La rompe con sus despejes sin sentido, que son una constante en su carrera. Jugadas que pueden arruinar a un equipo. Y sobre todo, que desmoralizan después de realizar un esfuerzo ímprobo.

Bravo sustituyó a Víctor Valdés y dio tranquilidad a la portería azulgrana. Ganó dos Ligas. Pero el técnico asturiano optó por la juventud del alemán

El trasfondo de esta tensión es la apuesta de Luis Enrique por el alemán en detrimento de Claudio Bravo. Es cierto que el chileno tiene 33 años. Pero era el hombre que tranquilizó esa posición desde que Víctor Valdés cogió las de Villadiego. Parecía imposible encontrar un sustituto ideal del catalán. Y se acertó a la primera. Un profesional experimentado en mil lides, sobrio y eficaz, que jugó siempre la Liga y la ganó dos veces. Por todo ello, no se entendió en buena parte del barcelonismo el traspaso de Claudio en agosto. Ter Stegen jugaba la Champions y la Copa. Y exigió más. Ni el entrenador ni nadie supieron frenar sus exigencias para decirle que tiene 24 años, disputa dos competiciones importantes y debería esperar su hora.

El técnico asturiano decidió que dar el salto adelante con Ter Stegen. Y Bravo, en desacuerdo con un menor protagonismo, optó por aceptar la oferta del Manchester City de Guardiola. Por algo se lo ha llevado «Pep», que sabe más por veterano que por diablo.

Piensa seguir jugando así

Pronto ha constatado Luis Enrique que arriesgó demasiado. Diversos sectores del club expresan ahora una postura que no mencionaron cuando el traspaso se gestó, por respeto al entrenador y a sus títulos: preferían a Bravo durante uno o dos años más. Ter Stegen nunca ha sido de fiar. En Vigo dejó otro sello de una inmadurez que es incorregible, pues el germano ha repetido estos errores garrafales tanto con Alemania como con el Barcelona. Lo por es que no es consciente de la gravedad. Los considera lances del juego. Afirma que continuará jugando igual, arriesgando en sus pases.

Frente al Celta pecó de prepotencia, al querer torear a Pablo Hernández con chulería con el balón en los pies. Le esperó como si citara al toro. El delantero se acercó a presionar y Ter Stegen intentó hacerle un sombrero. Pero estrelló el pelotazo en la cabeza de Pablo, que marcó sin querer el 4-2.

El alemán ya regaló un tanto frente al Athletic, en la Supercopa de España 2015, al despejar de cabeza al borde del área un balón que San José cazó desde el centro del campo para marcar de vaselina. Su calidad la destroza con estas veleidades.

Su inmadurez no tiene edad. Ha cometido siempre esta clase de errores. No piensa cambiar. Es su problema. Y su peligro. En el Borussia Moenchengladbach no se sorprenden por las calamidades que realiza en el Barcelona. Las han sufrido. Con Alemania hizo también el ridículo al no parar un balón con el pie ante Estados Unidos, camino del gol. Lo peor es que opina que el riesgo es un gaje del oficio.

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