Di Biasi, con la bandera de Albania y un grupo de aficionados de ese país
Di Biasi, con la bandera de Albania y un grupo de aficionados de ese país - AFP
Mundial 2018 | Clasificación

Albania, una selección construida a través de internet

De Biasi, héroe nacional al que se le acercan los enfermos para que les cure, buscó jugadores albaneses en la red

Shkodër (Albania) Actualizado: Guardar
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Antes de llegar al estadio de Shkodër, que se llama Loro Boriçi en homenaje a un viejo futbolista y entrenador local, unos niños juegan a sus anchas por un estrecho callejón lleno de socavones, felices con la inocencia y con la suerte que les ha tocado vivir. Albania es uno de los países más pobres de Europa, pero su gente se apaña como puede. Hay intercambio y venta de ropa con los maleteros de los coches a rebosar, tenderetes por toda la ciudad y los más listos tratan de hacer negocio con un servicio clandestino que ofrece coche hasta Tirana pactando el precio y sin la necesidad de someterse al castigo del taxímetro. Aquí el sueldo medio es de unos 300 euros y una comida pantagruélica no cuesta más de diez, bebidas y digestivos incluidos, por lo que cualquier oferta es buena.

La gente, eso sí, es seria y guarda las distancias, por momentos inquietante el repaso del personal a cualquiera que no parezca de los suyos. Sin embargo, estos días hay movimiento porque juega España y el país pretende ser servicial y amable, muy entusiasta el pueblo porque la selección de Albania ya no es una comparsa. Albania ahora compite y está por delante de Italia y de la propia España en esta fase de clasificación para el Mundial con pleno de victorias. En el banquillo, con Gianni De Biasi, se encuentra la respuesta.

De Biasi es un entrenador italiano nacido en Sarmede, de 60 años, y al que se le concedió el título de Ciudadano de Honor en Albania después de llevar al equipo a la Eurocopa. Dio tumbos por Italia, tuvo un episodio efímero en el Levante, y salió tan asqueado del Calcio que se pasó un tiempo lejos de la pizarra. Hasta que en diciembre de 2011, y al ganar un casting entre ocho candidatos, aceptó el papel en blanco que le ofrecía la federación albanesa. Podía hacer todo cuanto quisiese para intentar dar vuelo a un país sin pedigrí y muy afectado por la historia y sus guerras.

Prejuicios del técnico

Al principio, tenía cientos de prejuicios con Albania, un país que impacta de buenas a primeras porque nada más bajarse del avión se percibe el caos en la carretera que va desde el aeropuerto a Tirana, la capital. Rotondas ingobernables con coches en contradirección, calle a medio asfaltar, motoristas sin casco y chateando con el móvil en la mano, gente que cruza sin mirar, bicis... Albania en su totalidad, pero también con sus cosas buenas.

De Biasi tardó en verlas porque al llegar se encontró con un equipo muy veterano. No tenía jugadores, así que encendió el ordenador, y les dio vida a los señores de Google buscando futbolistas albaneses con doble nacionalidad en Alemania, Francia, Turquía o Grecia con un procedimiento rudimentario, pero eficaz. A partir de los apellidos y de sus terminaciones, dedujo si ese o aquel tenían algo que ver con Albania y viajó por medio mundo para reclutar a sus soldados. Hasta se fue a Kalmar, un pueblo de pescadores de Suecia, para camelar a Berisha, ahora portero y estrella de este equipo. Historia de cine.

De Biasi cuenta que el albanés es un jugador algo disperso cuando no se está encima de él, pero reconoce que es obediente cuando se le ordena algo. En ese sentido, pesa todavía, y se percibe, la herencia del dictador Enver Hoxha, que sometió al país con su marxismo-leninismo hasta que murió en 1985, 36 años de dictadura en los que Albania quedó muy aislada y retrasada.

De Biasi ha llevado a sus chicos con muy buena mano y se encarga de recordarles siempre de dónde vienen, apelando a la humildad que se inculca en esta nueva era de leve mejoría. Albania tocó el cielo al llegar a la Eurocopa y, ya en Francia, ganó a Rumanía, motivo para festejar a lo bestia y para que el primer ministro, Edi Rama (pintor de profesión), concediera un millón de euros por la gesta. El dinero, una barbaridad, salía de los fondos de reserva del presupuesto del Estado. Además, cada jugador recibía el pasaporte diplomático.

Contra estos héroes se enfrenta España, que se estrenó en este territorio en 1986 (1-2, goles de Arteche y Joaquín), el primer encuentro de Albania televisado más allá de sus fronteras. Sigue siendo un país pobre, pero avanza. En fútbol, desde luego. De ahí que a De Biasi le paren por la calle muchos enfermos solicitándole que les cure. Es el hombre milagro.

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