El reparto, completamente femenino, en acción
El reparto, completamente femenino, en acción - ABC

El mito griego de Ifigenia cobra vida en el teatro de La Zarzuela

El coliseo recupera la obra «Iphigenia en Tracia», compuesta por José de Nebra en 1747

MADRID Actualizado: Guardar
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El mito griego de Ifigenia ha sido inspiración en varias ocasiones para literatos –Racine, Goethe– y también para músicos: Gluck, Orlandini, Le Pick… En 1747, el compositor español José de Nebra (1702-1768), que entonces era responsable del Archivo de Música de la Capilla Real, escribió «Iphigenia en Tracia», una pieza para la que contó con el libreto del dramaturgo Nicolás González Martínez, que se basó en el texto de Eurípides. Nebra compuso esta zarzuela –un género entonces todavía en pañales– con motivo de su entrada al servicio del Rey Fernando VI, y fue su última obra antes de centrarse en la música sacra. «Para obsequio de la deidad, nunca es culto la crueldad, y Iphigenia en Tracia», su título completo, se estrenó el 15 de enero de 1747 en el teatro de la Cruz de Madrid.

Hace seis años, Emilio Moreno recuperó esta obra, cuya partitura original se encuentra en la imponente Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, y ahora el teatro de La Zarzuela la pone en pie en una nueva producción que lleva la firma de Pablo Viar (director de escena), Frederic Amat (escenografía), Gabriela Salaverri (vestuario) y Albert Faura (iluminación). Francesc Prat dirige a la Orquesta de la Comunidad de Madrid y a un reparto completamente femenino: María Bayo, Auxiliadora Toledano, Ruth González, Erika Escribá-Astaburuaga, Lidia Vinyes-Curtis y Mireia Pintó.

María Bayo encarna a Iphigenia, la sacerdotisa del Templo de Diana, hija de Agamenón y Clitemnestra, y hermana de Orestes y de Electra. Para la soprano navarra, no es su primer encuentro con esta zarzuela barroca. «Tengo grabadas en dos discos, con Chistophe Rousset y Eduardo López Banzo, casi todas las arias de esta zarzuela. Por eso, en cuanto me llamó Daniel Bianco, el director de la Zarzuela –que me permitió elegir papel–, me encantó la posibilidad de llevar esta obra en el escenario, que es dónde debe estar».

La soprano cree que José de Nebra es un compositor adelantado a su tiempo. «Está en una transición; a mí me recuerda mucho al clasicismo, no me recuerda tanto al Barroco de la ornamentación por la ornamentación. Hay algo más avanzado en él; además de los guiños a lo español –tiene seguidillas, por ejemplo– tiene una altura de miras extraordinario; me recuerda a Hasse y creo que es un compositor muy a tener en cuenta y que es mágico».

Pablo Viar es el encargado de llevar la obra al escenario, con un colaborador de lujo: el pintor barcelonés Frederic Amat. «Se reúnen en esta obra varios elementos para mí fascinantes –dice–: la historia inmortal de Ifigenia y Orestes, con ese sustrato de los mitos griegos, combinado con esta partitura asombrosa, magistral, luminosa, de un Nebra en plenitud. Hay otro elemento interesante, y es que coincide la composición de esta zarzuela con el comienzo de una nueva etapa de su Vida, en la que empieza a escribir música religiosa, a la que se va a dedicar; y hay en la obra cierta espiritualidad, cierto deseo de trascendencia que dialoga muy bien con el tema del argumento».

Asegura el director vasco que se ha querido hacer un espectáculo con una estética actual. «Es muy visual, pero al tiempo respeta la estructura de la zarzuela barroca, con sus recitados y sus números musicales y la palabra aislada». Su puesta en escena pretende crear un espacio que permita al espectador «disfrutar sin obstáculos de la partitura de Nebra».

«El enfoque de este proyecto no difiere con respecto a cualquier otro proyecto al que me enfrento como director de escena –reconoce Viar–. Mi intención es siempre entretener, interesar e intentar comunicar e intensificar la emoción que encierra la historia y, en este caso, la partitura, y que yo siento al enfrentarme al material con el que se trabaja; pero sí hay una relación más intensa en este proyecto en lo escénico con el mundo de las artes plásticas, hay una estética muy contemporánea marcada por el sello de Frederic Amat, con el que ha sido un verdadero placer trabajar. Desde el teatro de la Zarzuela se están haciendo verdaderos esfuerzos por atraer a un público joven, que sienta que la lírica también les interpela a ellos y que lo que se cuenta tiene también que ver con sus vidas. Las historias de los mitos griegos son inmortales y nos cuentan también nuestras vidas: la reunión de Ifigenia y Orestes, que es uno de los momentos más hermosos de la historia del teatro universal, es una reunión de hermanos que se puede comprender desde cualquier época».

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