Un momento de «Dust», coreografía de Akram Khan, con Tamara Rojo
Un momento de «Dust», coreografía de Akram Khan, con Tamara Rojo - Arnaud Stephenson
crítica de danza

«Lest we forget»: La jerarquía de Tamara Rojo

El English National Ballet presenta en los teatros del Canal su programa dedicado a la Primera Guerra Mundial

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Dentro de unos años, cuando alguien escriba la historia de la danza en España (si es que alguien lo hace), tendrá que hablar de los exiliados, y tendrá que dedicarle un capítulo especial a Tamara Rojo, una artista superlativa de la que disfrutan hace veinte años en Gran Bretaña (por fortuna, viene con frecuencia a España). En Londres, Tamara Rojo está desarrollando una espléndida labor al frente del English National Ballet (ya supone algo extraordinario que una española dirija una de las grandes compañías de aquel país).

«Lest we forget», el programa que ha presentado en los teatros del Canal, lo demuestra. En primer lugar, por la coherencia que manifiesta; no se trata de programar así como así, sino de buscar el lugar del arte de la danza dentro de la sociedad y la cultura.

Por eso un programa dedicado a la Primera Guerra Mundial, sobre la que reflexionan jóvenes coreógrafos (en Madrid, para que no se hiciera demasiado larga la velada, se han presentado tres de las cuatro coreografías estrenadas en Londres).

También prueba el rigor de su trabajo el nivel de la compañía británica, excelente, compacto y dúctil, con muy buenas individualidades, sobre todo en las mujeres.

Coreográficamente, el programa es desigual. «No man’s land», de Liam Scarlett, es una pieza formalmente muy bella, con una extraordinaria ambientación y un correcto uso de los conjuntos, que desemboca en un hermoso paso a dos. Con «El pájaro de Fuego», Tamara quería mostrar el momento de la danza en el momento en que estalló el conflicto. La versión de George Williamson es poco imaginativa y simplemente correcta en su recreación. Con «Dust», el trabajo de Akram Khan, la temperatura del escenario sube varios grados. Es una coreografía al tiempo hermosa  (uno de sus momentos más bellos es deudor de Dimitris Papaioannou), potente, profunda, emocionante... Y permite, además, gozar de Tamara Rojo en un lenguaje diferente al que acostumbra, y en el que brilla de igual modo su sensibilidad, su talento y su jerarquía.

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