El tenor peruano Juan Diego Flórez
El tenor peruano Juan Diego Flórez - SIMON FOWLER / DECCA

Juan Diego Flórez: «Gracias a la música, los niños sin recursos ven una luz en su futuro»

El tenor peruano, una de las grandes figuras de la ópera actual, ofrece un recital en el Teatro Real

Madrid Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Unas repentinas molestias han impedido al tenor peruano Juan Diego Flórez (Lima, 1973), una de las grandes figuras de la ópera actual, viajar a Madrid para reunirse con los medios de comunicación antes del recital que ofrecerá el lunes en el Teatro Real, donde estará acompañado al piano por Vincenzo Scalera y en el que interpretará obras de Henri Duparc, Wolfgang Amadeus Mozart, Gioachino Rossini, Gaetano Donizetti, Ruggero Leoncavallo y Paolo Tosti. Su vuelta al Real coincide además con la publicación reciente de su último disco, «Italia», en el que interpreta canciones tan populares como «O sole mio», «Torna a Surriento» o «Mattinata». Desde Viena atiende por teléfono a ABC con una voz jaspeada por ligeras toses y carraspeos.

«Estoy un poco mejor, gracias», dice al preguntársele por su salud.

Usted comenzó en la música como cantante pop. ¿Qué le aporta este repertorio popular?

«Cuando estudiaba, canté en el metro de Nueva York para "recusearme" y ganar unos dólares extra»

Siempre me gustaron las canciones italianas, y en cierta forma me acompañaron desde que comencé a estudiar canto lírico, a los 16 o 17 años. En el Conservatorio todos cantábamos estas canciones, siempre fueron importantes para nuestra formación. Y antes de empezar mis estudios, recuerdo que mi abuela tocaba en el piano algunas canciones italianas entre sus tangos, milongas y valses criollos. Yo las escuchaba sin saber lo que eran, pero conocía las melodías. Y después siempre han estado presentes en mi vida. Cuando canté en el metro de Nueva York para «recursearme» y ganar unos dólares extra mientas estudiaba, interpretaba algunas de ellas. Son canciones bellas y he querido hacer un «mix» con algunas más populares y otras que no lo son tanto.

¿Llegó usted a cantar en el metro para sacar unas monedas?

-Sí, claro. Allí iba yo, con mi guitarra (ríe).

Ha hablado de la formación. Usted tiene un proyecto social y educativo, «Sinfonía por el Perú», para ayudar con la música a niños con bajos recursos, y entre sus planes figura la creación de una Academia en Lima.

«Siempre he tenido mucho interés en todo lo que contribuya a la transformación social a través de la música»

Siempre he tenido mucho interés en todo lo que contribuya a la transformación social a través de la música. Cuando supe que con la música podía hacer eso, con las orquestas, con los coros, en los diferentes centros que tenemos ya, decidí que tenía que llevar a cabo el proyecto de la Academia, que es parte de «Sinfonía por el Perú». Queremos que sea el punto de llegada, en cuanto a estudios se refiere, de esos niños que pertenecen a los diferentes centros y quieren tener una formación un poco más elevada; hay que dar a aquellos niños que se quieren dedicar a la música la oportunidad de poder seguir su formación. Los núcleos conforman la parte social de «Sinfonía por el Perú», tenemos también una orquesta y un coro nacionales infantiles, y ahora tendremos la Academia, que no solo será peruana; será también latinoamericana, queremos irradiar a Latinoamérica y atraer a los mejores estudiantes jóvenes para que vengan a Lima.

Imagino que la labor en Venezuela de José Antonio Abreu le habrá servido de inspiración.

Cuando supe de su proyecto y viajé a Venezuela para dar un concierto, fui unos días antes para conocer sobre el terreno lo que estaban haciendo y de qué se trataba este sistema de orquestas. Me quedé realmente impresionado por sus logros sociales y decidí que tenía que hacer lo mismo en el Perú; desde entonces he trabajado incansablemente en este proyecto.

¿Y cuáles son esos logros sociales, cómo se materializa este trabajo?

«Los niños que participaron en nuestros centros de "Sinfonía por el Perú" mejoraron sus notas y su conducta»

En Perú hemos hecho un estudio durante dos años. Por una parte hemos estudiado a los niños integrados en «Sinfonía por el Perú» y a un grupo de niños que no entró en el proyecto. Comparamos a los dos grupos y vimos que los primeros mejoraban en distintos rubros. Por ejemplo, en el colegio: eran mejores en Matemáticas, en conducta y en distintos aspectos... Mejoraba su actitud en casa también, eran mejores hijos. Crecía igualmente su autoestima, su creatividad, sufrían menos violencia doméstica, eran objeto de menos trabajo infantil... Todos esos parámetros cambiaban para mejor. Eso es lo que yo ya sabía que hacía la música, pero aquí está demostrado. Con la música los niños aprenden valores, que hace que cambien, sobre todo los niños sin recursos; ser pobre es sentirse nadie, sentirse abandonado, y mediante la música sienten que valen y que son alguien. Esto es suficiente para que se miren de un modo diferente y proyecten su futuro de manera diferente. Eso al margen de lo que la música aporta al alma.

Volviendo a su carrera, ¿en qué momento se encuentra su voz?

He empezado a entrar en el repertorio francés; el próximo año cantaré «Werther» y «Les huguenots», volveré a hacer «Romeo y Julieta». Sigo con un repertorio belcantista más «lírico», como «Lucia di Lammermoor», que voy a cantar por primera vez en el Liceo de Barcelona, en diciembre, y más adelante haré «Lucrezia Borgia». Al mismo tiempo he probado también un repertorio más clásico, y quiero en el futuro abordar las óperas de Mozart, que nunca he hecho en escena.

Ainhoa Arteta me hablaba hace unos días de que el mundo de la ópera actual propicia cada vez más que los cantantes sufran crisis vocales en torno a los cuarenta.

A esa edad, la voz cambia un poco. Nosotros envejecemos, y la voz también. No es un cambio muy marcado pero influye en los cantantes. Pero al tiempo eso puede ser una oportunidad, porque la voz se vuelve más redonda, y si uno tiene buena técnica puede mantener los agudos, fundamentales lo queramos o no, y también entrar en un repertorio diferente.

Usted ha protagonizado algunos «bises» muy sonados, tanto en la Scala de Milán como en la Ópera de París; hay quien está en contra de esa costumbre; ¿cree que al mundo de la ópera le sobra solemnidad?

«La gente que acude al teatro y es realmente aficionada a la ópera no necesita de solemnidad»

Creo que sí; al fin y al cabo, no es más que música, que habla de facetas del ser humano que no tienen nada de solemnes. Si hablamos de «Rigoletto», por ejemplo, se habla de traición, de libertinaje, de sordidez... Al final, la gente que va al teatro y es realmente aficionada no tiene esa solemnidad. Acude regularmente porque le gusta la ópera, va en vaqueros, conoce a los cantantes, el repertorio...

Después del recital en el Teatro Real, va a recibir a los aficionados y a firmar autógrafos.

Me gusta reunirme con los fans, siempre lo he hecho cuando he tenido tiempo. Me parece que es importantísimo y me divierte además. Al margen, está el disco, y a mucha gente le gusta y le hace ilusión que se lo firme.

Está metido en las redes sociales: Facebook, Twitter, Instagram... ¿Qué importancia le da?

Hoy en día tienen mucha; hay que estar comunicado, especialmente con los fans. Yo no tengo página personal de Facebook, la tengo como artista. Y mediante esta plataforma me mantengo conectado con el mundo exterior. También tengo un grupo de fans, que se llama Florecidos, a los que doy información.

Ver los comentarios