Presentación del libro «La tauromaquia de Miquel Barceló»
Presentación del libro «La tauromaquia de Miquel Barceló» - PEPE ORTEGA
REAL MAESTRANZA DE CABALLERÍA

Ignacio Antonio Sáez descubre la mirada taurina de Miquel Barceló

La real corporación edita una obra que profundiza en un aspecto poco estudiado del pintor mallorquín

SEVILLA Actualizado: Guardar
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La tauromaquia es uno de los temas, como la muerte o el paso del tiempo, que dan vida a la obra de Miquel Barceló. Sin embargo, esta faceta, expresada no solo en carteles de toros sino también en pinturas y grabados, ha sido muy poco estudiada por los especialistas. Este hecho, entre otros, animó al arquitecto mallorquín Ignacio Antonio Sáez a consagrar su tesis doctoral a la figura de su paisano, cuya síntesis, titulada «La tauromaquia en la obra de Miquel Barceló», acaba de publicar en un libro lujosamente ilustrado la Fundación Real Maestranza de Caballería de Sevilla junto a la Universidad de Sevilla.

En ella, el autor propone un análisis lo «más objetivo posible» de la obra taurina del pintor.

El propio arquitecto habló ayer sobre este texto en la Casa de la real corporación, en un acto, donde intervino también el escritor Fernando Marías, que sirvió también para la puesta de largo del número 38 de la «Revista de estudios taurinos».

Sáez confiesa que él es el primer «sorprendido» de que un tema como la tauromaquia en la obra de Barceló, al que en principio pretendía dedicar un artículo, se haya convertido en una tesis doctoral. «Lo empecé redactando como un artículo que viajó desde Palma de Mallorca hasta Madrid y de Madrid a Taiwán, donde un amigo mío, Pepe Campos, profesor de la Universidad de Wenzao, me animó a hacer la tesis y me puso en contacto con un profesor de la Universidad de Granada».

Ese profesor de la Universidad de Granada es Santiago Vera Cañizares, profesor titular de pintura en la Facultad de Bellas Artes, quien sería el director de una tesis que defendió en mayo de 2014. El germen de este trabajo, explica este aficionado a los toros y a la pintura de Barceló, es el hecho de que un pintor de «primera línea» como el mallorquín dedicase parte de su pintura a los toros y que no «llamara la atención como lo hacían otras temáticas suyas, como el mar, África o el Himalaya».

Una de las razones que cita el propio autor en su libro es la polémica que envuelve a la tauromaquia e, incluso, al arte relacionado con la Fiesta, a pesar de haber transitado este camino artistas de la talla de Goya, Fortuny, Picasso, Manet… «Creo que estamos hoy en día dentro de un pensamiento políticamente correcto que hace que, más allá de los círculos de los aficionados, no parezca pertinente hablar de toros y, en ese sentido, me parece que Barceló es un ejemplo interesantísimo, porque pinta toros sin responder al estereotipo de la persona que le gustan los toros. Creo que la tauromaquia tiene que recuperar la normalidad de poder hablar de toros desde el punto de vista artístico y taurómaco, y no ser un tema tabú», manifiesta.

En las páginas de «La tauromaquia en la obra de Miquel Barceló», Sáez realiza una aproximación a la obra de su paisano contextualizándola dentro de las aproximaciones del arte a la Fiesta, para después analizar la introducción del artista en este mundo, al que llega de forma «gradual y madura». «Salvo un cartel de 1986, Barceló comienza a pintar toros a la vuelta de su viaje a África en 1990. Allí toma contacto con el pueblo dogón de Mali y le ocurren dos cosas: se lleva libros de Michel Leiris, conocido por sus libros donde relacionaba la tauromaquia con el arte; y también entra en contacto con la obra de Marcel Griaule, un compañero de aquel, que estudió los ritos del pueblo dogón. Ahí se produce una transformación y recupera el tema de los toros».

A estas influencias se suman otras que lo llevan a la tauromaquia, como señala este investigador. De entrada, por la «evolución plástica de lo que estaba pintando en ese momento: cráteres, bodegones, platos… cosas redondas que lo llevan a la plaza de toros». A lo que se suma el «elemento mitológico y vinculado al Mediterráneo, que hace que lo enlace con Mallorca».

Esta atención a los toros donde se dan cita lo telúrico y el primitivismo se manifiesta, por ejemplo, en el cartel de 2008 para la temporada taurina de Sevilla, que generó una cierta polémica, precisamente, por esa conexión con lo primitivo. «Es interesante analizar lo que estaba pintando en ese momento, muy imbuido por el arte rupestre de Lascaux y Altamira», señala Sáez antes de añadir que Barceló «ha pintado siempre lo que le ha dado la gana sin importarle si le iba a gustar a quien lo viera».

Finamente, este arquitecto explica que este libro sobre Barceló pretende ser también una defensa de la tauromaquia en Mallorca, donde «gracias al trabajo de la federación de peñas taurinas y de los aficionados se consiguió paralizar la proposición de ley para la prohibición de las corridas hasta que saliera la sentencia del Constitucional». Un hecho que tuvo consecuencias imprevistas para sus promotores: «A raíz del ruido que ha habido, hubo más toros este verano en Mallorca, una revuelta contra las prohibiciones, donde mucha gente que no iba desde hace años a los toros ha ido, sin importarles el cartel, por la rabia de que los iban a prohibir».

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