Guillermo Arriaga en la Biblioteca Infanta Elena
Guillermo Arriaga en la Biblioteca Infanta Elena - JESÚS SPÍNOLA
NOVELA

Guillermo Arriaga: «Estoy muy contento de ser un “outsider” en el cine y la literatura»

El escritor y cineasta mexicano presentó en Sevilla «El salvaje», una historia de venganza donde vuelve sobre temas que trató en películas como «Amores perros»

SEVILLA Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Para la mayoría, Guillermo Arriaga es el cineasta que firmó junto a Alejandro González Iñárritu «Amores perros» (2000), «21 gramos» (2004) y «Babel» (2006), la trilogía más aplaudida del cine mexicano contemporáneo, aunque las dos últimas estén facturadas en Hollywood. Este narrador también fue guionista de «Los tres entierros de Melquiades Estrada» (2005), la ópera prima como realizador de Tommy Lee Jones, y firmó como director «Lejos de la tierra quemada» (2008).

La identificación con Hollywood de este escritor mexicano nacido en 1958 hace que hasta en su propio país se olviden que sus primeros pasos los dio en la literatura. «Alguna vez la directora de literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes me dijo que por qué no escribía algún día una novela.

Le respondí: mis novelas están traducidas ya a dieciocho idiomas».

De hecho, su visita de ayer a Sevilla tiene que ver con la literatura, ya que presentó en la Biblioteca Infanta Elena, en un acto organizado por el Centro Andaluz de las Letras, «El salvaje» (Alfaguara), su primera novela en casi dos décadas y la más ambiciosa.

Hasta la fecha, lleva tres ediciones en España y se alzó con el premio Mazatlán, que lograron antes que él otros compatriotas suyos como Carlos Fuentes, Octavio Paz, Sergio Pitol, Juan Villoro y Jorge Volpi, entre otros. «Creo que la literatura tiene que ser apuesta y los lectores afortunadamente lo agradecen», señala.

La apuesta de «El salvaje» es una narración en la que incorpora numerosas vivencias de su juventud a finales de los años sesenta en una colonia de México DF y donde están los temas que han caracterizado su narrativa, en una historia de venganza en la que se dan cita la cría de chinchillas en azoteas de barrio para la industria peletera, el menudeo de drogas a ambos lados de la frontera con EEUU, la corrupción policial y de la Justicia, la experiencia psicodélica del hippismo mexicano en un cine lisérgico, violentos grupos de fundamentalistas cristianos… que se superponen a una segunda trama de tintes casi mitológicos de un inuit obsesionado hasta la locura con la caza de un lobo.

Novela de iniciación

El resultado es una voluminosa novela de iniciación de un joven de diecisiete años, que ha perdido a su familia de forma violenta, llena de elipsis, digresiones sobre mitologías nórdicas y africanas, «flashbacks», diversas tramas… que le ha llevado a Arriaga un proceso de escritura de cinco años, explorando un territorio literario apenas intuido al arrancar la narración.

«Cuando comencé a escribir de la novela no sabía de qué se trataba. Tenía historias que sabía que valía la pena contar, como las azoteas, el mundo de las chinchillas… pero no sabía a dónde se iba a dirigir», explica el escritor, quien reconoce que la escritura es para él un «descubrir».

Creo que la venganza está inscrita en lo más profundo de los seres humanos
Guillermo Arriaga

Fueron esas historias las que desembocaron en uno de los grandes temas de «El salvaje». «Fue un proceso de descubrir qué le estaba sucediendo al personaje, así que el tema de la venganza brotó casi de forma natural», señala Arriaga, quien reconoce que la venganza ejerce fascinación «porque es necesario resarcir el daño que nos han provocado» y ver «qué tanto nos inclinamos hacia la justicia y qué tanto hacia la venganza».

«Como vivo en un país donde la Justicia está podrida, corrupta e impune, qué te queda. La novela plantea que más allá de la justicia y la venganza hay muchos caminos más, incluso el salir adelante puede saltarse la venganza. Claro que lo puede decir uno desde la perspectiva de que no te han matado a nadie. Yo no sé qué haría si asesinaran a mi hijo, dónde me situaría, hasta donde buscaría vengarme. Creo que la venganza está inscrita en lo más profundo de los seres humanos», explica.

«El salvaje» es una novela que persigue mostrar la realidad, aunque apartándose de las técnicas realistas decimonónicas y abrazando la renovación novelística del siglo XX para presentar un mundo caótico y fragmentario.

«Creo que si hay dos autores realistas son Rulfo y Faulkner. Además, tenemos una forma de narrar en la vida cotidiana que es así de caótica y cuando todos contamos una historia usamos estructuras muy sofisticadas, que ni el cine ni la literatura habían recogido. Es importante recogerlas, como hicieron Rulfo, Joyce, Faulkner, Virginia Woolf… el flujo de conciencia, el armado poliédrico… así contamos las historias en la vida real».

Cine y literatura

¿Pero cuándo Arriaga, cineasta y novelista, se da cuenta de que la historia le pide ser escrita o ser filmada? «Creo que es el punto de vista. En el cine, el punto de vista por más que se ha intentado hacer la primera persona ha sido complicado, ni siquiera con la voz en off. Siempre eres un “voyeur” de lo que está pasando y esta novela es una primera persona. Obviamente, pensé si podía hacerse película, pero no había manera, porque lo interesante era lo que el personaje estaba dilucidando. El mundo interior del personaje era más importante que el mundo exterior. En ese momento decidí que era una novela».

Hollywood es una industria generosa, meritocrática. Yo nunca me he sentido echado a un lado por ser mexicano
Guillermo Arriaga

Tras culminar «El salvaje», Guillermo Arriaga explica que, además de producir películas, está en un «proceso incipiente» de construir una novela y escribir una película. En Hollywood, añade, reconoce sentirse cómodo.

«Hay gente con estupendo gusto que quiere hacer películas arriesgadas. Yo he hecho películas en las que nadie me ha corregido lo que he escrito y siempre me están invitando a hacer otras nuevas. Es una industria generosa, meritocrática. Yo nunca me he sentido echado a un lado por ser mexicano».

Esa situación no ha cambiado con la llegada de Donald Trump a la presidencia, más bien al contrario. «Hollywood está aferrándose y defendiendo aún más los valores que lo sostienen: la libertad, la generosidad, la solidaridad y el respeto al talento y la diversidad. Defiende los mejores valores de Estados Unidos».

Cine y literatura, director y novelista, convierten a Arriaga en un autor en una tierra de nadie en la que, sin embargo, el narrador afirma sentirse muy cómodo. «Siempre quise estar fuera de cualquier grupo literario o de cualquier corriente. Me siento muy contento de ser un “outsider” en ambos campos. No me importa si me reconocen o no, me tiene sin cuidado. Lo que quiero es que la obra tenga una consecuencia, lo que me parece más importante que ser reconocido por los de tu propio gremio».

Ver los comentarios