Fotografía de E. coli, una de las 500 especies que pueden vivir en el intestino humano
Fotografía de E. coli, una de las 500 especies que pueden vivir en el intestino humano - NIAID
SCIENCE

El «puñado» de bacterias que nos hace humanos

La flora intestinal moldeaba la evolución de los homínidos 15 millones atrás, y sus huellas pueden encontrarse en hombres y grandes simios

MADRID Actualizado: Guardar
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Si un contable se decidiera a investigar el cuerpo humano, concluiría que está hecho principalmente de bacterias. Al echar cuentas, resulta que hay diez veces más microbios que células de Homo sapiens en todos y cada uno de los rincones del cuerpo. Solo dentro del intestino, hay entre 400 y 500 especies de bacterias, más un número considerable de virus, hongos y protozoos. Por eso, esta parte del cuerpo es uno de los lugares más ricos en especies de todo el planeta.

Pero los números resultan fríos. Lo importante es que esos microbios, que forman la llamada flora o microbioma intestinal, tienen un papel clave para el sistema inumne, la alimentación y hasta el comportamiento. Por eso, es fundamental entender de dónde vienen y hacia dónde van estos microbios.

Con este objetivo en mente, ayer fue publicada una investigación en la revista « Science» en la que se reconstruye el pasado evolutivo de esta importante fracción del ser humano.

Según sus conclusiones, la flora intestinal de hoy en día ha estado acompañando al humano desde incluso antes de que fuera humano, a través de un proceso conocido como coevolución y que implica que tanto humanos como bacterias se han dado forma mutuamente a lo largo de millones de años.

«Sabíamos que los humanos y sus parientes próximos, los grandes simios, acogían a esas bacterias en sus intestinos», dijo Andrew Moeller, investigador en la Universidad de California, Berkeley, y coautor del estudio. «Y la mayor pregunta que queríamos responder es, ¿de dónde vienen todas esas bacterias? ¿Las obtuvimos del entorno o las heredamos de nuestros ancestros? ¿Durante cuánto tiempo han estado con los hospedadores?».

Antes de esta y otras investigaciones similares, la pregunta era si, aparte de influirnos, las bacterias habían cambiado nuestra genética y nosotros la suya. La respuesta es, según estos investigadores, es que sí, y que esto lleva ocurriendo desde hace al menos 15 millones de años, a partir del microbioma intestinal del ancestro común de los homínidos, un grupo que incluye a humanos y a grandes simios.

Coevolución entre humanos y microbios

Después de secuenciar, leer, y comparar los genes de los microbios encontrados en las heces de chimpancés, bonobós, gorilas y humanos, en concreto ciudadanos de Connecticut, Estados Unidos, los investigadores pudieron reconstruir el árbol evolutivo de la flora intestinal de los homínidos.

«Esta investigación comprueba que la evolución de la flora y de los homínidos es congruente y que ocurre en paralelo», explicó a ABC Andrés Gómez, investigador en el Instituto J. Craig Venter, California. «Los humanos y nuestros ancestros hemos coevolucionado con las bacterias de nuestro interior», añadió, lo que quiere decir que ambos miembros de la pareja se han esculpido mutuamente, modulando incluso su herencia genética.

Este proceso de cambio genético, que en biología se conoce como coespeciación, no depende, solo, de que los padres le dejen una cierta herencia a los hijos. «En mi opinión, el ambiente tiene una influencia tremenda en el microbioma, sobre todo a través de la dieta», dijo Gómez. De este modo, el entorno al que está expuesto un grupo de animales, y el tipo de alimentación que siguen, moldean su flora, y esta les moldea a ellos.

Esto que se está empezando a vislumbrar en la historia de los homínidos en general, es algo que se puede ver en marcha en los humanos. «Hay muchas investigaciones que sugieren que los estilos de vida occidentales, con una dieta menos diversa, más procesada y menos rica en fibra, junto al uso de fármacos y antibióticos, están causando un declive de la diversidad de la flora intestinal», ha explicado Andrés Gómez.

Quitarle piezas a un motor

Tal como ocurre en un bosque del Amazonas, perder diversidad es un proceso en el que se pierde el legado dejado por la naturaleza durante cientos de millones de años. Con la desaparición de especies, se pierden las piezas de un motor que ya nunca funciona igual.

En este sentido, algunos científicos como Gómez han sugerido que este declive de las bacterias puede estar tras la aparición de las «enfermedades de la civilización», como la obesidad, la diabetes, la hipertensión y las alergias, que se han disparado en los últimos decenios.

Para Joseph Petrosino, director del « Centro de Investigación Alkek de Metagenómica y Microbioma», aunque es difícil demostrar que esa coevolución entre bacterias y humanos siga ocurriendo, porque hay muchos factores influyendo, sí está claro que «los microbios siempre han sido un componente importante de la salud humana a través de la evolución, al igual que ha ocurrido con las formas de vida más simples y pequeñas», tal como explicó a ABC.

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