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El primer audio es el gruñido del chimpancé Frek en 2010. El segundo, el de Frek en 2013, mucho más parecido al de su compañera Lucy. Y el tercero, el de Lucy en 2013. La imagen es de archivo - Foto: archivo / Audio: Watson et al

Los chimpancés que aprendieron otra forma de decir «manzana»

Utilizan gruñidos para poner nombre a las cosas, pero pueden adoptar los sonidos de otros grupos con los que conviven. El lenguaje humano no es tan único como pensamos

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Los chimpancés, las criaturas que más se asemejan a los seres humanos, utilizan unos gruñidos especiales para determinados tipos de alimentos, de forma que sus compañeros saben exactamente lo que significan esas llamadas. Por ejemplo, si el trabajador de un zoo les trae manzanas, uno de ellos avisará al resto del contenido del menú con un sonido específico. Los demás tendrán muy claro qué es lo que hay para comer, alborozo general. Pero resulta que estos gruñidos cambian de grupo a grupo. ¿Qué pasa cuando se juntan dos grupos diferentes? ¿Logran entenderse entre ambos o es como si hablaran en otro idioma? Investigadores lo han comprobado después de que dos grupos separados de chimpancés adultos vivieran juntos en el zoológico de Edimburgo.

Sorprendentemente, nuestros primos primates hacen un notable esfuerzo de convivencia y pueden cambiar esos gruñidos referenciales para hacerlos sonar más parecidos a los de los nuevos compañeros. Todo sea por entenderse.

Los resultados, publicados en la revista Current Biology, sugieren que el lenguaje humano no es tan único como pensamos en su capacidad para hacer referencia a objetos externos con símbolos socialmente aprendidos. «Nuestro estudio muestra que las llamadas de alimentos referenciales de los chimpancés no son fijas en su estructura y que, cuando se exponen a un nuevo grupo social, pueden cambiar sus llamadas para que suenen más como las de sus compañeros», dice Katie Slocombe, de la Universidad de York.

Los científicos habían aceptado generalmente que la estructura acústica de las llamadas de los chimpancés era fijas, y que las diferencias eran sobre todo una cuestión del grado de excitación de los animales. Sin embargo, la nueva investigación encontró que la estructura acústica de los gruñidos que hacían referencia a alimentos producidos por dos grupos de chimpancés adultos convergió en el transcurso de tres años, ya que sus miembros llegaron a conocerse mejor. Esa convergencia acústica no tenía nada que ver con las preferencias alimentarias individuales.

Los investigadores utilizaron un análisis de audio para demostrar la convergencia de la estructura, pero la diferencia es notable. «Creemos que es muy fácil escuchar cómo los dos grupos llamaban de diferentes maneras para las manzanas en 2010, y cómo en 2013 los individuos holandeses cambiaron sus gruñidos para que sonaran más como los individuos de Edimburgo», dice Stuart Watson, también de la Universidad de York.

Los investigadores creen que los resultados «representan la primera evidencia de animales no humanos que modifican de forma activa y aprenden socialmente la estructura de una vocalización referencial significativa» de otros miembros de su especie. Dada la distancia evolutiva relativamente corta entre los humanos y los chimpancés -de cinco a siete millones años-, nuestro ancestro común más reciente con ellos también podría haber compartido esta «piedra angular» de la lengua.

«Sería muy emocionante para tratar de averiguar qué mueve a los chimpancés a sonar más similares a sus compañeros de grupo», añade Simon Townsend, de la Universidad de Zurich, quien también participó en el estudio. «¿Es para que puedan entenderse mejor? ¿O es sólo para que sonar más similares a sus amigos?». De momento, la pregunta queda en el aire.

Las similitudes de los chimpancés con los seres humanos son fascinantes. Como nosotros, tienen conciencia de sí mismos, capacidad simbólica y cultura transmitida de generación a generación; pueden aprender el lenguaje de los signos con un vocabulario nada despreciable e incluso nos superan en algunas habilidades matemáticas. Y como nosotros, también saben manipular y mentir... y son, por naturaleza, terriblemente violentos e incluso letales.