Don Juan Carlos firma ante Rajoy el documento en el que comunica su deseo de abdicar.
Don Juan Carlos firma ante Rajoy el documento en el que comunica su deseo de abdicar. - Casa del Rey

Las razones que llevaron al Rey a abdicar

Impecable en el terreno institucional, Don Juan Carlos estaba lastrado por tres circunstancias personales: el caso Nóos, Corina y las operaciones

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«Poco conocen al Rey Don Juan Carlos quienes creen que se le puede presionar para hacer algo que no quiere». Así responde una de las personas que mejor le conocen cuando se le pregunta si el Monarca pudo recibir presiones para que abdicara. Cuando se cumple un año de que Don Juan Carlos anunciara su deseo de abdicar, ABC reconstruye, con fuentes próximas al Monarca, el relato de los hechos y reflexiones que llevaron al Rey a traspasar la Corona a su hijo.

Don Juan Carlos llevaba largo tiempo barajando la posibilidad de abdicar. Dos años antes de hacerla efectiva había encargado a su equipo más estrecho de colaboradores y consejeros (tanto de La Zarzuela como externos) que empezara a trabajar con calma y sin prisa en un borrador sobre un posible relevo.

El Rey, por su forma de ser, siempre ha sido muy proclive a improvisar, pero un asunto de tal trascendencia institucional como el relevo lo quería dejar resuelto.

Sabía que su hijo, Don Felipe, estaba en su mejor momento para asumir la Corona y percibía el «impulso de renovación» que había surgido en la sociedad. No sólo el olfato político le pedía abdicar; también el sentido dinástico. El Rey que había traído la democracia a España y que había propiciado la mejor etapa de su historia presentía que su tiempo había pasado y había que ceder el paso «a una generación más joven, con nuevas energías».

Romper el cerco impuesto

Su situación personal tampoco era la misma que una década antes. Don Juan Carlos ha sido un Rey impecable desde el punto de vista institucional, pero en el terreno personal le aflora cierta rebeldía que nadie ha logrado controlar. Ni siquiera los presidentes del Gobierno más exigentes, aunque no todos lo fueron. Rodeado desde niño por consejeros que le marcaban la senda a seguir, había desarrollado una capacidad especial para romper el cerco impuesto y buscar válvulas de escape. A eso le ayudaban su encanto personal, la fascinación que ejerce cuando se lo propone y el respeto que suscita su figura.

Después de un reinado brillante de casi 39 años de duración, había tres circunstancias personales que lastraban al Rey: una, la presencia de Corinna zu Sayn Wittgenstein -de soltera, Corinna Larsen-, una ambiciosa mujer 26 años más joven que él, con grandes aspiraciones en el mundo de los negocios y gran afán de protagonismo. La segunda, una larga racha de operaciones quirúrgicas -cuatro de ellas por complicaciones-, que no terminó hasta que se puso en manos del doctor Miguel Cabanela. Y la tercera, el caso Nóos, por el que su yerno, Iñaki Urdangarín, y también su hija la Infanta Doña Cristina, se convirtieron en los primeros miembros de la Familia Real en declarar ante el juez por un caso de corrupción. Aún tendrán que rendir cuentas ante la Justicia.

El 2 de junio de 2014 el rey sorprendió con el anuncio de su abdicación
El 2 de junio de 2014 el rey sorprendió con el anuncio de su abdicación

Como en una tormenta perfecta, las tres bombas estallaron en un periodo de cinco meses, y la suerte provindencial que había acompañado al Rey durante toda su vida se esfumó de golpe el 14 de abril de 2012. Ese día Don Juan Carlos tuvo que ser trasladado de urgencia desde Botsuana, donde la opinión pública no sabía que estaba, tras sufrir una caída y fracturarse la cadera en el peor momento posible, con la prima de riesgo a más de 400 puntos y la sensibilidad social en carne viva.

En aquel momento el nombre de Corinna irrumpió por primera vez en los medios de comunicación españoles. Lo que no se supo entonces es que aquella mujer intentó que el avión privado que traía al dolorido Rey de regreso a España con una triple fractura en la cadera hiciera una escala primero en Ginebra para dejarla a ella y a su hijo, lo que retrasaría más de tres horas la llegada del vuelo a Madrid. Los acompañantes de Don Juan Carlos se negaron rotundamente y el avión voló directamente a la capital española. Tras el accidente de Botsuana, Corinna abandonó Madrid al día siguiente y no volvió a regresar a España, aunque ambos siguieron coincidiendo en el exterior hasta el pasado otoño, cuando dejaron de verse definitivamente. Algunas fuentes atribuyen a esta mujer una nueva relación.

De la ovación a la crítica

Tres meses antes de la caída, el Rey había recibido en el Congreso de los Diputados, durante la apertura de la nueva legislatura, una de las ovaciones más largas que se recuerdan (más de dos minutos de duración) con el Hemiciclo puesto en pie. Fue un homenaje muy emotivo con el que las Cortes le agradecían, entre otras cosas, su respuesta al caso Nóos, que acababa de estallar.

Tras el accidente de Botsuana, Corinna no volvió a regresar a España

Don Juan Carlos había afirmado en su Mensaje de Navidad que « la Justicia es igual para todos», en referencia a su yerno, Iñaki Urdangarín, que estaba siendo investigado por un supuesto caso de corrupción, y aquellas palabras habían sido acogidas muy positivamente por la opinión pública. Sin embargo, después de Botsuana, los aplausos se convirtieron en un aluvión imparable de críticas, que el Rey sólo pudo atenuar en parte pidiendo perdón en público. En aquel momento, todos sus éxitos pasados -incluida la hazaña de haber restaurado las libertades en España y de haberlas defendido el 23-F- parecían haber caído en el olvido. Botsuana, Corinna y el caso Nóos habían borrado todo lo anterior.

Cadena de operaciones

Ese 14 de abril empezó también una larga racha de fuertes dolores, operaciones traumatológicas y complicaciones postoperatorias que redujeron la actividad del Monarca. En dos ocasiones saltaron las alarmas por la salud del Rey: la primera vez fue durante la Cumbre Iberoamericana de Cádiz, en noviembre de 2012, cuando Don Juan Carlos anunció que volvería a ser operado. Para quitarle hierro a la situación, se le ocurrió la broma de «voy a pasar por el taller, es decir, operarme de la cadera izquierda, que tengo bastante maltrecha». Pero lo preocupante en aquel momento no era someterle a una nueva intervención, sino los efectos que estaban teniendo las altas dosis de corticoides en el organismo del Rey, quien ya mostraba síntomas visibles, como el rostro redondo, rojo e hinchado.

Don Juan Carlos sanciona su última ley ante Doña Sofía
Don Juan Carlos sanciona su última ley ante Doña Sofía

La segunda vez que saltó la alarma fue en septiembre de 2013, cuando se confirmó que padecía una severa infección en la prótesis de la cadera izquierda. «Tengo unos dolores que me están matando», se quejaba el Rey. Además del enorme sufrimiento, la infección estaba poniendo en peligro su vida. Asesorado por sus médicos de La Zarzuela, el Rey accedió a cambiar de traumatólogo y ponerse en manos de los doctores Cabanela y Trousdale, que le sometieron con éxito a dos nuevas operaciones para acabar con la infección. Desde entonces, no ha tenido que volver a pasar por el quirófano.

En esas circunstancias personales, Don Juan Carlos sopesaba las ventajas y los inconvenientes de abdicar. Dudaba sobre qué era lo mejor para España en una etapa tan compleja en el panorama político y económico. Entre operación y operación, trataba de recuperar el terreno perdido con un esfuerzo extraordinario de actividad, tanto en España como en el exterior, pero la opinión pública se mostraba difícil de reconquistar. Cada día se publicaban nuevas noticias sobre el caso Nóos que erosionaban la imagen de la Corona.

El tiempo apremiaba

El día de su reaparición en público, tras su última convalecencia, las cosas tampoco salieron como el Rey esperaba. Don Juan Carlos había regresado esa misma mañana de Londres, donde la víspera celebró su 76 cumpleaños, y cuando leyó su discurso en la Pascua Militar (6 de enero de 2014) se equivocó varias veces y se mostró fatigado. Cuando terminó el acto en el Palacio Real regresó a La Zarzuela con mal sabor de boca y empezó a madurar la decisión de abdicar. Habría preferido hacerlo en otras circunstancias, con niveles más altos de popularidad, pero ello requeriría disponer de más tiempo. Y él sabía que lo hacía esa primavera, después de las elecciones europeas, o tendría que esperar casi dos años, porque en 2015 se celebrarían cuatro procesos electorales, cuyos resultados inciertos podrían dibujar un Parlamento fragmentado que complicaría el procedimiento. Además, en ese momento estaba Alfredo Pérez Rubalcaba al frente del PSOE, lo que garantizaría el respaldo de los socialistas al relevo en la Corona.

A finales de mes y coincidiendo con el cumpleaños del Príncipe (30 de enero), el Rey anunció a su hijo su deseo de retirarse. Posteriormente, se lo comunicó a sus colaboradores más cercanos para que remataran el viejo borrador y pusieran en marcha los preparativos. Cada día éstos le preguntaban a Don Juan Carlos si mantenía su intención, o si había cambiado de opinión, como había ocurrido en ocasiones anteriores, pero a partir de ese momento su deseo de retirarse fue siempre firme. Era la decisión más personal e importante de la vida del Rey, y a nadie se le habría ocurrido presionarle a favor ni en contra, ni tampoco él lo hubiera consentido, precisan.

Para hacer efectiva una decisión histórica, bastaba con redactar una ley de tres líneas

Al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se lo comunicó un día clave, tras el funeral de Adolfo Suárez (31 de marzo), como si se terminara una etapa. A la salida de la misa, el Rey y Rajoy se reunieron en La Zarzuela, y Don Juan Carlos le comunicó sus planes. El 3 de abril informó al expresidente Felipe González y al entonces líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, quien pidió permiso para decírselo también a Susana Díaz. Igualmente, comunicó su decisión a José María Aznar y a José Luis Rodríguez Zapatero. Y, cómo no, a Doña Sofía. A quien no se le dijo nada hasta la misma mañana del 2 de junio fue a Corinna zu Sayn-Wittsgenstein y, quizá, por ello, desde el entorno de esta mujer se alimente la teoría de que Don Juan Carlos fue presionado para que abdicara.

A partir de ese momento se sucedieron las reuniones -discretas y reducidas- entre La Zarzuela, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y el subsecretario de Presidencia, Jaime Pérez Renovales, que diseñaron el marco jurídico de la abdicación, la primera que se producía en España en una Monarquía reinante desde hacía 290 años. Para hacer efectiva una decisión que cambiaría la historia, en realidad bastaba con redactar una ley orgánica de tres líneas.

El momento oportuno

Ya solo quedaba elegir el momento más oportuno y se barajaron tres fechas para anunciar el relevo: la última semana de mayo o las dos primeras semanas de junio. Se descartó mayo para separar el anuncio de las elecciones europeas, cuyos resultados habían hecho sonar todas las alarmas porque el bipartidismo que había dado estabilidad a la España democrática empezaba a debilitarse. A pesar de todas las medidas de precaución, hubo algunas filtraciones -del entorno de Aznar y Zapatero- y se escogió la primera fecha en la que todos los miembros de la Familia Real estuvieran en Madrid: el 2 de junio.

El Rey, emocionado, anuncia su decisión por televisión
El Rey, emocionado, anuncia su decisión por televisión

A primera hora de esa mañana, Rajoy acudió a La Zarzuela, donde el Rey le leyó el texto que había escrito para comunicarle su deseo de abdicar. Cuatro horas después, Don Juan Carlos transmitía a través de televisión un mensaje cuya grabación hubo que repetir porque la emoción le impidió seguir hablando. « Quiero lo mejor para España, a la que he dedicado mi vida entera», afirmaba.

Por la tarde, miles de personas convocadas desde las redes sociales por Podemos, IU y Equo se manifestaron en las principales plazas de las provincias, sin comunicarlo previamente al Ministerio del Interior, para reclamar un referéndum sobre Monarquía o República. La Policía hizo un gran despliegue, pero decidió no intervenir mientras no se produjeran altercados. Y no se produjeron, ni ese día ni al otro ni en todo el proceso del relevo, que se desarrolló en un ambiente de normalidad institucional.

Homenajes espontáneos

Lo que sí hubo fue muchos homenajes espontáneos y momentos emotivos en los distintos actos a los que acudía Don Juan Carlos mientras apuraba su agenda como Jefe del Estado, como la enorme ovación que Don Juan Carlos recibió en Las Ventas, o los interminables aplausos que acogía con un nudo en la garganta.

La ley orgánica que hacía efectiva la abdicación quedó aprobada el 11 de junio en el Congreso con 299 votos a favor, 19 en contra y 23 abstenciones. Y el 17 de junio, el Senado le dio luz verde con 233 votos a favor, 5 en contra y 20 abstenciones.

Una vez superados los sencillos trámites legales, Don Juan Carlos reunió el 18 de junio en el Palacio Real a la España institucional que él había ayudado a crear para sancionar su última ley: la de su abdicación. Esa misma noche, en cuanto el BOE publicó la norma, terminó el Reinado de Don Juan Carlos y empezó el de Don Felipe. Y, según Alberto Aza, uno de sus más estrechos colaboradores, también terminó la Transición.