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La deconstrucción de España

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Proyectar el futuro a través del presente, conformado por el devenir de los hechos históricos que lo circundan, es una opción legítima. El futuro inmediato se localiza en el día 10 de noviembre. El presente, en los recursos que hay que interponer ante el constitucional. Los antecedentes inmediatos, en la aprobación de la Constitución de 1978. Como antecedentes remotos, lo acontecido en primera persona en Azaña durante la II República y el gran visionario de la cuestión que fue Ortega Y Gasset.

Decía el insigne filósofo que «el problema catalán. es un problema que no se puede resolver, que sólo se puede conllevar.». Su intervención tuvo lugar en el debate de aprobación del Estatuto de Autonomía. Pero antes de reflexionar sobre el artículo 1º del mismo, se preguntó interpelando a la Cámara que, «¿cuál es el propósito, la intención con que nos ha sido presentado este Estatuto, no sólo por parte de los catalanes, sino de otros grupos de los que integran las fuerzas republicanas?» Azaña había manifestado en un principio, cuando actuaba como neófito, ensimismado y engañado ante la situación, que «si algún día dominara en Cataluña otra voluntad y resolviera ella remar sola en su navío, sería justo el permitirlo y nuestro deber consistiría en dejaros en paz, con el menor perjuicio posible para unos y para otros». Es posible que ZP se dejase llevar de la misma inconsciencia e inconsistencia política de quien con supuesto carácter de hombre de Estado actúa de esa manera. Azaña lo plantaba de la siguiente manera: «se negocia y se llega a un acuerdo para encajar el Estatuto de Autonomía dentro de la Constitución republicana». Lo mismo y con iguales malos resultados que con la Constitución de 1978. No sé cuál será el pensamiento que al respecto tenga ZP del desastre por él originado, pero sí se sabe lo que al respecto decía Azaña una vez reconsiderado su error, «una persona de mi conocimiento asegura que es una ley de la historia de España la necesidad de bombardear Barcelona cada cincuenta años. El sistema de Felipe V era injusto y duro, pero sólido y cómodo. Ha durado para dos siglos».

Me quedo con la sapiencia de Ortega. No solo hacía análisis acertado, sino que además proponía soluciones impecables. Decía que «el problema catalán es un caso corriente de lo que se llama nacionalismo particularista». Es un sentimiento que se apodera de un pueblo o colectividad y le hace desear ardientemente vivir aparte de los demás pueblos o colectividades. Pero ese sentimiento es impuesto por una minoría que patrimonializa el mismo.

Esto es extrapolable a toda Europa. Las dos grandes Guerras del siglo XX tuvieron lugar por acontecimientos de naturaleza nacionalistas. Europa es el paraíso terrenal en un mundo que más se parece a un infierno. Trabajemos para que ese paraíso sea parte inherente a nosotros mismos, en nuestra condición de europeos y Europa de manera decidida combata con todas sus armas ese peligro llamado nacionalismo.