Miembros de la tripulación de uno de los pesqueros gaditanos que ayer regreso al puerto de Barbate tras ser amenazada en Marruecos. :: FRANCIS JIMÉNEZ
CÁDIZ

«Me han engañado, pero ya no lo harán más, que se queden con la licencia»

Los pescadores de Barbate y Algeciras se sienten abandonados por las autoridades y muestran su frustración ante la actitud de la flota marroquí

BARBATE. Actualizado: Guardar
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«El español para España. El español a dormir. Así te lo dicen, para que los entiendas, que hablan igual que tú y que yo. Y llegas allí de madrugada, después de tres horas de camino, que has hecho el gasto para el combustible, para la 'carná' y hay que pagarle a la gente. Yo creo que nos han engañado, pero ya no me engañan más, se van a quedar con la licencia». El enfado de Sebastián Leiva, armador del barco algecireño 'Mis cachorros', era incontenible. A las espaldas tiene más de treinta años en la mar, varios acuerdos de pesca con Marruecos y la triste sensación de que esto va para largo.

Poco amigo de las cámaras, ayer hacía esfuerzos para atender a los medios que le preguntaban por el acoso que sufre la flota gaditana en el caladero marroquí. Sabe que los titulares de prensa agilizan los trámites, pero maldita la gana de seguir hablando de la ruina. Y efectivamente «esto es una ruina», se lamentaba ayer en el puerto de Barbate mientras veía cómo su gente tiraba la 'carná' tras tenerla ensartada en los palangres. «Por mí hoy no salía más y entregábamos todos las licencias», pero otros barcos han vuelto y él se unirá a ellos. «Trae otra caja y ya estamos en marcha», decía a Francisco Jiménez, su técnico de pesca. Otra jornada de trabajo que empalman sin dormir. «Vamos a llamar a la familia para que esté tranquila», decía este pescador antes de salir. Por delante quedaban veinte millas desde Barbate que recorren en tres horas y ya hasta la medianoche no volvería a puerto.

Ésa es la sensación que comparten los pescadores gaditanos que ayer volvían a sufrir las amenazas e intimidaciones de la flota marroquí. «A mí me han enseñado un cuchillo y me han amenazado con cortarme las cuerdas», contaba Manuel Muñi, hijo del armador del barco de ese mismo nombre. No ha querido entrar en provocaciones, pero hace falta aguante para contenerse. «Hemos pagado unas licencias, ya nos han cobrado el segundo trimestre y no hemos pescado todavía allí», lamentaba. «Esto supone un dinero curioso y nosotros no tenemos ayuda ni apoyo de nadie, nada». En la cofradía le dicen que apunten matrículas y nombres de los barcos que les impidan faenar, pero «lo que queremos es trabajar tranquilos, que nos dejen como siempre». Aún amarrado a puerto recordaba que antes se llegaba a un acuerdo con ellos y a veces se compartía la pesca cuando algo no quedaba claro, pero «lo de ahora no lo hemos vivido nunca».

Insultos e intimidaciones, decía haber recibido Manuel Muñi, cuando contaba que acercan pesqueros más grandes a los suyos amenazando con chocar. «Sólo nos faltaba eso, que nos arruinaran el barco». ¿Y sobre patrullera marroquí que vigilaba el caladero durante la noche? «Esa se quitó de en medio en cuanto supo que salía la flota marroquí de Tánger». Los armadores gaditanos aseguran que no están dispuestos a seguir sufriendo este acoso y buscarán los momentos en los que no estén para volver. «Mañana es día de rezo», decía uno de los pescadores con cierta esperanza, «a lo mejor no salen y podemos estar tranquilos por lo menos una noche».