Decenas de personas piden votar «tanto sí como no» el 9 de noviembre. :: A. GARCÍA / EFE
ESPAÑA

La calle vive la Diada sin enfrentamientos

Procesión de fe independentista ante el monumento a Casanova con apenas incidentes

BARCELONA. Actualizado: Guardar
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El miércoles fue la Sociedad Civil Catalana, colectivo contrario al movimiento soberanista, la que hizo una ofrenda floral ante la tumba de Rafael Casanova, comandante de las tropas que defendieron Barcelona durante el asedio de las tropas de Felipe V en 1714. Ayer el turno le llegó a los líderes políticos encabezados por Artur Mas, y organizaciones de todos los colores sociales, culturales, deportivas, y también ciudadanos. Unos y otros reivindicaron para su causa la figura de Casanova, un jurista de la alta burguesía cuya ideología resulta complicada de definir.

Además del presidente de la Generalitat, ante la tumba de Casanova desfilaron el líder de Esquerra, Oriol Junqueras; la presidenta del Parlamento autonómico, Nuria de Gispert, o el futbolista Xavi Hernández en representación de la plantilla del Barcelona, y el capitán del Espanyol. El PP y Ciutadans, quizá por ahorrarse los abucheos, optaron por celebrar sus actos en otros puntos de Barcelona. Tampoco los soberanistas radicales de la CUP acudieron.

La líder de los populares catalanes, Alicia Sánchez-Camacho, aprovechó su parlamento para clavar un rejón en la espalda política de Mas: «Quería pasar a la historia como un mártir, y pasará como el responsable del fracaso más grande de la historia de Cataluña».

Las ausencias de estos dos partidos no impidieron que en la tumba de uno de los héroes de 1714 se escucharan pitos, abucheos e imprecaciones, «nazi» y «facha» fueron las más corrientes, como las recibidas por el líder de Uniò, Josep Antoni Duran Lleida, una de las bestias negras del independentismo por su moderado nacionalismo.

El incidente más serio se produjo con la llegada del líder xenófobo Josep Anglada, fundador y exmiembro de la ultraderechista Plataforma per Cataluña, quien tras dejar las flores fue sonoramente increpado y vio como una de las coronas que portó fue pisoteada por la multitud. Anglada, para congraciarse con un público independentista, pidió a la Banda Municipal de Barcelona que entonara el himno de Cataluña, 'Els Segadors'. Los músicos se negaron y alegaron que no pueden tocar cada vez que un ciudadano se lo pide.

Poco antes, un hombre con uniforme militar de camuflaje quemó ante el monumento una 'senyera' y un pañuelo palestino. Tras afirmar que tenía por costumbre pegar fuego a «todas las banderas», comentó que lo hacía por «defender el amor y no la guerra». Fue desalojado por dos mossos en prevención de males mayores, aunque no llegó a ser detenido.

Veinte manifestaciones

Las cerca de veinte manifestaciones que transcurrieron durante la mañana por las calles de Barcelona se desarrollaron dentro de un clima de normalidad. El único amago de tensión se produjo cuando coincidieron una concentración de cuatro decenas de ultraderechistas con otra de dos centenares de ideología antifascista. El rápido despliegue de los Mossos d'Escuadra evitó males más allá de silbidos y amenazas orales. Uno de los presentes en el segundo grupo era el diputado autonómico de la CUP David Fernández, quien criticó la autorización de la manifestación de los grupos de ultraderecha.