El consejero delegado y presidente de Gowex, Jenaro García, posa junto al logo de su empresa de wi-fi antes del escándalo por falsear las cuentas de la compañía. :: J. LIZÓN / EFE
Las responsabilidades El papel del asesor registrado El papel de los reguladores

Las lagunas donde creció el monstruo de Gowex

El caso de la empresa de wi-fi revela las deficiencias del sistema de regulación de los mercados La CNMV y el MAB se colocan al final de una cadena de responsabilidades que lideran el asesor y el auditor

MADRID. Actualizado: Guardar
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La estafa de Gowex ha dañado seriamente la reputación del Mercado Alternativo Bursátil (MAB), en el que la compañía tecnológica cotizaba. Pero ha hecho algo quizá más grave, que es dejar en entredicho todo el sistema de supervisión de los mercados. ¿Cómo es posible, si no, que una misteriosa y prácticamente desconocida firma de análisis como Gotham haya detectado, a miles de kilómetros de distancia, lo que durante cuatro años ha pasado desapercibido para las empresas de auditoría y asesoramiento o a los supervisores como BME o la CNMV? El que nadie se diera cuenta de que Jenaro García había falseado las cuentas de su empresa pone al descubierto las lagunas donde creció el monstruo de Gowex.

«Todo el mundo se ha ido pasando la pelota de las responsabilidades, en parte quizá porque cada uno no sabía muy bien cuál era exactamente su cometido», cree Javier Flores, responsable de análisis de la Asociación Europea de Inversores Profesionales (Asinver). La asociación denunció la pasada semana ante la Fiscalía a buena parte de los implicados en el escándalo: la propia empresa tecnológica (con su presidente a la cabeza), la auditora (M&A), el asesor registrado (E&Y) y Bolsas y Mercados Españoles (BME), el operador del MAB. No así a la Comisión Nacional del Mercado de Valores, «porque al fin y al cabo, tiene delegadas en BME la mayor parte de las capacidades de regulación», explica Flores.

Aunque no hay un consenso sobre el grado de culpabilidad de la CNMV en este caso, expertos del mercado y analistas financieros sí coinciden en poner al frente de la cadena de responsabilidades al auditor y al asesor. «Primero está la empresa auditora, porque es la encargada de verificar que lo declarado por la empresa refleje de forma fiel su contabilidad. Su palabra es ley», asegura Juan Luis García Alejo, director de análisis y gestión de Inversis. Una apreciación con la que no está de acuerdo Flores, quien señala en primer lugar al asesor registrado, una figura que obligatoriamente debe acompañar a todas las empresas del MAB.

Los asesores (en este caso, E&Y) intervienen en todas las fases de incorporación de las cotizadas al mercado alternativo. En un primer momento evalúan sus características con vistas a su potencial cotización y orientan el proceso a una adecuada salida al mercado. Luego prestan apoyo en la selección de las entidades colocadoras, o preparan la documentación a presentar en el MAB, entre otras funciones. A partir del momento en el que la compañía ya cotiza en el mercado, se encargan de su asesoramiento permanente, de ayudarle en el cumplimiento de los requisitos de información y de comprobar que estas informaciones se ciñan a la normativa, estableciendo los procedimientos de supervisión interna pertinentes.

«Por decirlo de alguna forma, no sólo llevan y traen al niño del colegio. También le ayudan a hacer los deberes en casa. Es como tener a la troika dentro», ilustra Flores. A su juicio, «la auditora está en un escalón inferior. Da fe de que la documentación que presenta la empresa está conforme al reglamento. Luego suelen hacer comprobaciones, que en estos casos suelen ser aleatorias, para ver que se ajustan a la realidad».

Los costes de auditoría

Angels Roqueta, profesora de finanzas de EADA, además de economista, auditora y abogada, aporta otro punto de vista. «En el mundo de las auditoras ocurre que hay una presión a la baja de sus honorarios absolutamente brutal. Tienen que revisar muchos documentos, hacer trabajos con un gran coste que muchas veces no son remunerados adecuadamente», apunta. En el caso de Gowex, el coste de la auditoría de 2013 fue de 68.500 euros, cifra considerada como «anormalmente baja» para una compañía que dijo haber facturado 183 millones de euros.

«Para mí lo más peligroso de este mercado es que, al final, los únicos supervisores resultan ser el auditor y el asesor. Todo esto pone de manifiesto que el MAB es un mercado que en realidad no es tal. No hay ninguna regulación», señala Jesús Palau, del departamento de Control y Dirección Financiera de Esade. «Es la milmillonésima vez que se demuestra que los mercados no se regulan ellos solos», apostilla.

Bolsas y Mercados Españoles defiende -aparte de que el de Gowex es «un hecho aislado» que también ha afectado a mercados más exigentes como el continuo (caso Pescanova)- que la principal función del MAB es exigir que ese cumpla el reglamento del mercado. «En definitiva, que funcione», apuntan fuentes del operador del MAB, que se define a sí mismo como un mercado «con una regulación a medida, diseñada específicamente para ellas (las empresas que cotizan en él) y unos costes y procesos adaptados a sus características». Para incentivar el acceso de las pymes al MAB, y precisamente por su menor tamaño, los requerimientos de información son menores, en cantidad y en calidad, que en otros mercados como el continuo o el Ibex-35. «Pero no es ese el problema, porque el grado de exigibilidad de transparencia es similar al de otros mercados», sostiene García Alejo.

Llueve sobre mojado

Las irregularidades de Gowex han escapado, también, a la CNMV, que se encuentra en la cúspide de entramado supervisor. «Para ella es muy difícil saber si lo que está mirando -en este caso, las cuentas de Gowex- no se corresponde con la verdad. Se ha de tener una intuición finísima para hacer lo que hace Gotham, que son auditorías forenses», señala Jesús Palau. Lo que a decir de algunos ha venido a hacer el organismo que preside Elvira Rodríguez es seguir el humo sin fijarse dónde está el fuego. Es decir, investigar a Gotham por un posible abuso de mercado, uno de los mandamientos que la CNMV ha de seguir a pies juntillas.

No son pocos también los que recuerdan que, en el caso del órgano supervisor, llueve sobre mojado: la comercialización de preferentes o el más reciente fraude de Pescanova son baldones que ya pusieron anteriormente en cuestión las capacidades de la CNMV. «Pero no hay que olvidar que Madoff engañó a la todopoderosa SEC -el regulador de los mercados estadounidense- y a depositarios de primer orden», recuerda García Alejo.

Los partidos de la oposición ya se han lanzado al cuello del supervisor, que por su parte sigue reclamando más medios. «Cada vez tenemos más obligaciones y más papel, y eso se hace con personal», se quejaba días atrás Elvira Rodríguez. El Plan Nacional de Reformas incluye una serie de medidas genéricas encaminadas a lograr un «funcionamiento más eficiente» de la CNMV, una mejora de su «eficacia, facilitando la labor de supervisión, inspección y sanción», y un «incremento de las capacidades regulatorias». El ministro de Economía, Luis de Guindos, anunciaba por su parte una revisión de la ley de auditorías, que en teoría endurecerá las incompatibilidades y restringirá los servicios que estas compañías pueden prestar a las cotizadas. Mientras todo esto suceda, «necesitamos que haya muchas más Gotham», sostiene Palau.