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Ya en su momento escribí que los pequeños y medianos municipios constituyen el reservorio de la auténtica democracia. Esto es así por dos razones. En primer lugar porque el ciudadano de a pie está muy próximo a quien entrega su voto. En segunda instancia, y como consecuencia de lo anterior, conserva la prerrogativa de premiar o castigar a las personas concretas que ocupan los cargos manteniendo o retirándoles su confianza.

En Medina pudimos observar este fenómeno en las últimas elecciones municipales. Un censo de votantes mayoritariamente fiel al PSOE, como se vio en las pasadas europeas, cambió el sentido histórico de su voto con el propósito de desalojar del poder a las personas que en ese momento lo ejercían. Si la democracia tiene que ser expresión de la libertad, aquí asistimos a la cristalización de ese derecho frente al férreo poder de las siglas.

Ahora, el nuevo Consistorio de IU que salió de aquellas municipales se dispone a llevar a cabo un experimento que trata de rescatar la esencia primordial de la democracia. Ante los numerosos aspirantes al puesto de Juez de Paz, el Ayuntamiento, que posee la prerrogativa del nombramiento, ha decidido llevar a cabo un plebiscito para que sea el pueblo quien lo elija.

En estos tiempos en que vivimos, cuando los grades partidos sólo le piden opinión a la plebe cada cuatro años y luego se dedican en exclusiva a darse dentelladas en el reparto del botín obtenido en las urnas, cuando se articulan leyes para usarlas de mordaza, en principio me parece que es de aplaudir toda iniciativa encaminada a enviarle a la ciudadanía el mensaje de que continúa siendo dueña de su destino. Puede que sólo se trate de un gesto, pero hasta el más humilde de los gestos, si se hace desde la honradez y la sinceridad, manifiesta más fuerza y más verdad que las grandes exhibiciones democráticas vacías de contenido real.

Ahora bien, hasta el más simple de los experimentos lleva en su interior el germen de la catástrofe. Por ello quienes convocan esta singular consulta deben extremar las precauciones para que su desarrollo se lleve a cabo dentro de la más estricta legalidad y la más absoluta transparencia. Desconozco los mecanismos arbitrados para garantizar el ordenado curso de esta elección, pero la más leve sombra de sospecha, el más mínimo error podría convertir una hermosa iniciativa en un fracaso estrepitoso.