Trabajadores de una plataforma petrolera levantada en el Delta del Níger. :: R. C.
MUNDO

Desde Nigeria con ambición

Aliko Dangote, el hombre más rico de África, impulsa el mayor proyecto del continente para explotar petróleo

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Las multinacionales nigerianas no sólo exportan fe. Las sectas surgidas en el país africano se extienden por el planeta, pero no son las únicas iniciativas nativas con éxito internacional. La única religión del Dangote Group es el dinero, como corresponde a las firmas carentes de compromisos espirituales. Ubicado en Lagos, la capital económica del país, este conglomerado empresarial posee numerosos intereses, si bien su última y audaz estrategia apunta a la explotación de petróleo, el refino del crudo y la generación de plásticos. Aliko Dangote, el hombre más rico del continente según Forbes y el vigesimoséptimo del mundo, busca el control de todo el proceso industrial no sólo para atenuar el control que ejerce el Norte sobre el comercio de materias primas, sino también para competir con Europa, Norteamérica y las potencias orientales en su propio terreno. África busca su lugar en el mercado global.

Al principio fue el cemento. La privatización de una empresa estatal en 2000 supuso el arranque de la fulgurante ascensión del magnate, procedente de una rica familia musulmana del norte. El 'boom' de la construcción multiplicó una fortuna ya asentada en el sector de la alimentación. La biografía de Dangote señala que, cuando era un niño de primaria, distribuía golosinas en Kano, su ciudad natal, a través de los empleados de su padre, y que comenzó su aventura empresarial en 1978, cuando contaba con 21 años, gracias a un préstamo de algo más de 500.000 nairas (poco más de 2.000 euros) que le concedió un pariente y que le permitió entrar en los negocios de sal, harina o azúcar. Una visita a Brasil le inspiró su deseo de invertir en la manufacturación. Nigeria, como otros muchos estados meridionales, ha de importar la mayoría de los bienes de consumo. La tela de araña económica se ha expandido extraordinariamente a lo largo de los últimos treinta años en áreas tan diversas como las operaciones portuarias, el transporte o las telecomunicaciones, y sus críticos vinculan este rápido éxito con la privilegiada amistad con el expresidente Olusegun Obasanjo. La condición de multinacional del emporio llegó al extender sus hilos a otras catorce repúblicas africanas e iniciar proyectos en Sudamérica.

Pero ni un 'stock' de valores que se calcula en unos 14.500 millones de euros ni su posición preeminente en la Bolsa de Lagos permitían suponer que la ambición del multimillonario se hallaba en mantillas. La opinión pública nigeriana quedó conmocionada cuando el pasado mes de septiembre el 'holding' anunció un gigantesco plan de inversiones que incluye la puesta en marcha de una refinería con capacidad para procesar 400.000 barriles diarios, una planta de fertilizantes y una fábrica petroquímica, entre otras iniciativas. Tan sólo la primera de las factorías reduciría a la mitad la demanda nacional. El desembolso inicial supera ampliamente los 11.700 millones de euros y se convertiría en el proyecto privado más importante llevado a cabo hasta la fecha en África.

Un país polarizado

Pero una operación tan osada requiere un control absoluto sobre los recursos, y los círculos financieros de Londres y Nueva York se han agitado con el conocimiento de las avanzadas negociaciones de Dangote con Shell y Chevron Texaco para adquirir los ricos yacimientos de crudo del Delta del Níger. Su adquisición le otorgaría un protagonismo insólito en la producción y comercialización de combustible y favorecería las aspiraciones de Nigeria de convertirse en la primera potencia africana en detrimento de Sudáfrica.

El riesgo de esta apuesta es enorme, habida cuenta de la inseguridad existente en la región. A lo largo de la pasada década, durante el auge de la milicia separatista, la explotación quedó prácticamente paralizada y la proliferación de bandas armadas la ha convertido en el epicentro de la piratería, superando incluso el impacto de la somalí. Además, las compañías extractivas han sido llevadas al banquillo por la contaminación generada. Hace un año, los tribunales holandeses fallaron contra Shell por el vertido de millón y medio de barriles en el periodo entre 2004 y 2007.

La inestabilidad nigeriana tampoco contribuye a su empeño por convertirse en el mejor representante de una potencia emergente de clase media, rango en el que se hallan países como México o Malasia. El desarrollo aparece lastrado por la polarización política del país, con partidos ligados a intereses tribales y religiosos, y el índice de corrupción más elevado de África. El régimen ha sido calificado como una plutocracia sustentada en el fraude masivo y sistemático.