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El ocaso de una era

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La obsesiva ocupación de colgar en facebook el ocasional mensaje con la expectativa de que guste a nuestros agregados y de comentar o compartir, al tiempo, los suyos; de simultanear esta tarea con la de responder a los constantes whatsapp o mail que irrumpen en el móvil. El inmisericorde estruendo de los petardos. La atropellada cena pendiente del reloj y concentrados en el sonido de los cuartos para que no nos sobren ni falten ninguna de las míticas uvas de la suerte. La histeria de una noche en la que nos sentimos triunfadores porque seguimos vivos y en la que brindamos para que la nueva etapa nos depare todo tipo de venturas, como si el año fuese el bombo de la lotería o la lámpara de Aladino. Se ven, de repente, reemplazados por la calma del día después, en el que como siempre nos preguntamos por qué hemos corrido tanto y formado tal alborozo si el mundo inexorablemente continúa su curso.

El extinto ha sido con seguridad un año complejo que nos ha traído un mayor empobrecimiento, lo que implica más vulnerabilidad y dependencia de quienes rigen nuestros destinos. La justicia social se ha debilitado en pro de una sociedad menos igualitaria y donde las grandes fortunas se concentran en manos de una minoría, a costa de un cada vez mayor número de pobres de solemnidad. La felicidad ciudadana ha menguado y somos menos optimistas. El año que nace, a pesar de los 'cantos de sirenas', continuará siendo duro y más duro porque quienes han de acomodar sus decisiones a la realidad continúan sin hacerlo. Mientras que muchos de nuestros representantes no asuman que la situación que padecemos es consecuencia de su impresentable comportamiento no se pondrán en marcha medidas encaminadas a corregir las consecuencias. Nos encontramos, además, frente a un escenario mundial en vertiginoso proceso de cambio y que nada tiene que ver con el que existía antes de 2008. El informe 'Global Trends 2030. Alternatives Worlds' (Tendencias mundiales 2030: nuevos mundos posibles) asegura que el declive de los países occidentales, liderados por los EE UU, es imparable. Vamos hacia un mundo multipolar. El futuro de la Unión Europea depende de la competencia que ejercen los nuevos países emergentes. La generalización del acceso a la Red y la universalización del uso de las nuevas tecnologías transforma la configuración tradicional de los países y difumina las convencionales estructuras del poder.

Como predijeran los mayas, asistimos al ocaso de una era. Los tradicionales modelos de relación humana y de organización social ya no funcionan; no hay otra que estar abiertos a nuevas actitudes y procederes.