Sociedad

Kilo y medio de misterios neurocientíficos

Pájaros que inspiran cascos de motos, 'celebrities' con fobias y replicantes con síndrome de Asperger, unidos por la neurociencia 'El escritor que no sabía leer' desvela los secretos más curiosos del cerebro

MADRID. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

«El estudio de la mente es también el estudio de quiénes somos. Cada pensamiento, cada idea, cada recuerdo, cada deseo, cada sentimiento, cada decisión y todas las acciones que decidimos llevar a cabo, parten de la actividad de las neuronas de nuestro cerebro. Los resultados de esas pequeñas corrientes eléctricas y diminutas cantidades de mensajeros químicos liberadas por las neuronas están a nuestro alrededor: la música de Cesária Évora, la 'Venus del espejo' de Velázquez, el MacBook Air. Todo eso lo realizan las células del cerebro gracias a sus conexiones sinápticas», explica el director del Laboratorio de Plasticidad Neuronal y Neurorreparación del Instituto de Neurociencias de Castilla y León y autor de 'El escritor que no sabía leer, el doctor José Ramón Alonso Peña.

Este pequeño órgano, de tan solo un kilo y medio de peso, no solo es la estructura más compleja quizás del universo, sino el objetivo de una ciencia que no para de escudriñarlo para descubrir cosas tan asombrosas como las que en este libro, premio Prisma Casa de las Ciencias al mejor texto inédito de divulgación científica, se cuentan.

Así, por ejemplo, es como a través de la observación del cerebro de los simpáticos pájaros carpinteros se podrán diseñar cascos de motos seguros. Pero, ¿cómo? Saber por qué, a pesar de golpear unas 12.000 veces cada día su cabeza contra una superficie tan dura como el tronco de un árbol, el cerebro de estas aves no sufre daños es la clave para un complemento que salva muchas vidas.

Entre los factores involucrados en la protección del cerebro del carpintero se han descubierto, entre otros muchos, un hueso fino y flexible -el hioides-que rodea la cabeza como si fuera un cinturón de seguridad, hueso esponjoso más abundante en la frente y el occipucio que minimiza el daño tras el golpe, y un pico que es más largo por su parte inferior para compensar la fuerza del impacto y dirigirlo hacia la zona inferior de la cabeza, disminuyendo el riesgo para el cerebro. Este conocimiento de ese cráneo tan particular ha abierto una línea de trabajo para diseñar protecciones y cascos más eficientes que puedan evitar de algún modo daños causados por impactos y caídas, sobre todo porque estos daños cerebrales causan el 15 por ciento del total de personas que mueren o quedan discapacitadas.

Las fobias de Hollywood

Hay un problema de carácter psicológico que afecta a millones de personas en el mundo, las fobias. Estos trastornos de ansiedad definidos como miedos persistentes se suelen originar en la infancia, aunque puede haber también un componente aprendido o social. Así Jennifer Aniston tiene miedo a los aviones, pero parece ser que el trastorno se originó después de que uno en el que viajaba estuviera a punto de estrellarse.

Entre las más comunes destacan la agorafobia (a los espacios abiertos), la claustrofobia (a espacios los cerrados), la acrofobia (a las alturas) y la mysofobia (a estar contaminado). Una de las más extrañas, aunque solo sea por su complicadísimo nombre, es la exacosioiexecontaexafobia o miedo al número 666.

Muchas son las celebrities que han confesado padecer alguno de estos trastornos. Nicole Kidman padece lepidopterofobia, o pánico a las mariposas. Pero la australiana no es la única. Orlando Bloom tiene miedo a los cerdos, Madonna a los truenos, Pamela Anderson a los espejos, Scarlett Johansson a las cucarachas, y Alfred Hitchcock se lo tenía a los huevos.

Que mujeres tan hermosas como las mencionadas atonten a los hombres y les pudieran dejar sin habla ante su presencia parece algo lógico, pero no son las únicas que pueden lograr tal efecto.

Un experimento llevado a cabo por la Universidad de Radboud (Holanda) ha demostrado que no es necesario que un hombre interactúe con una mujer para ver limitadas sus capacidades mentales, basta con pensar que puede interactuar con una, sea ella como sea.

En él, un grupo de hombres y mujeres se sometieron a un test de inteligencia. Cuando iban a comenzar, a una mitad les dijeron que el investigador que les observaría para evaluar su rendimiento se llamaba Daniel y a otros que Daniela. Los resultados fueron que aquellos varones que pensaban que quien los observaba era una mujer lo hicieron peor, algo que no sucedió con las observadas por Daniel. «Los investigadores concluyeron que los hombres estamos continuamente pensando en qué impresión les vamos a causar a las féminas. El esfuerzo por resultar atractivo a una mujer parece ser constante y requerir no poca energía cerebral», explica en su libro José Ramón Alonso Peña.

Va a ser cierto lo que dice Woody Allen de que su cerebro es su segundo órgano en importancia, aunque no lo parezca.