Wulff, en la primera sesión del juicio en Hanover. :: J. S. / AFP
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753 euros sientan en el banquillo al anterior presidente de Alemania

Como jefe del Gobierno de Baja Sajonia, Wulff promocionó la película de un amigo que le pagó una suite de lujo en un hotel de Múnich

BERLÍN. Actualizado: Guardar
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Hablamos de 753,90 euros. Una simple factura de hotel en Múnich, eso sí, en suite de lujo, para acudir a la Oktoberfest -el popular festival de la cerveza- acompañado por su familia. Es una cantidad ridícula si se piensa que quien se sienta en el banquillo acusado de cohecho por supuestamente dejarse agasajar por un productor cinematográfico es el anterior presidente de Alemania, Christian Wulff. Y que esa visita a la tradicional fiesta de la cerveza en la capital bávara, junto a dos cortas vacaciones en la lujosa isla germana de Sylt, pagadas también por amigos suyos, condujeron en febrero de 2012 a la dimisión de Wulff de la jefatura del Estado por supuestas prácticas «amiguistas», es decir, por recibir presuntamente «regalos» a cambio de favores aprovechando su cargo.

De todas las acusaciones que surgieron contra Wulff hace dos años, entre ellas la de ocultar un crédito de un multimillonario amigo para financiar su casa en las afueras de Hanover, sólo ha llegado a los tribunales la del agasajo durante el festival de la cerveza. Todas ellas se remiten además a su etapa como jefe del Gobierno de Baja Sajonia, antes de que la canciller, Angela Merkel, le propusiera convertirse en presidente del país, en junio de 2010.

Ayer, durante la primera sesión del juicio que se celebrar en la Audiencia de Hanover, Wulff habló de «farsa» y de «acusaciones sin sentido» en una declaración de casi una hora, en la que aseguró que a lo largo de su carrera política nunca se dejó regalar nada y subrayó que el productor David Groenewold, que le acompaña en el banquillo, es amigo personal desde hace muchos años.

«También los políticos tienen derecho a tener amigos», dijo el anterior presidente de Alemania, quien aseguró haberse enterado después de su estancia en Múnich de que Groenewold había pagado de su bolsillo la diferencia en el hotel para que Wulff y su familia ocuparan una suite lujosa en vez de simples habitaciones dobles. El expresidente relató al tribunal que, al conocer que su amigo había asumido esos costes, le devolvió el dinero. La acusación sugiere que Groenewold agasajó a Wulff para que promocionara su película 'John Rabe' ante el antiguo jefe de Siemens Peter Löscher.

Caro y absurdo

«Me siento personalmente afectado por la unilateralidad de las investigaciones, la ilimitada transparencia que se ha buscado de mi vida, la pérdida de toda esfera privada», dijo el expresidente, quien subrayó que la campaña mediática en su contra provocó «daños personales que perdurarán probablemente toda la vida».

Tanto Christian Wulff como Groenewold habían rechazado antes la oferta de la Fiscalía de cerrar el caso y renunciar al proceso a cambio de una multa de 20.000 euros. El juicio, en el que se prevén 22 sesiones y 47 testigos, no concluirá antes de la primavera y es el primero en la historia del país contra un antiguo jefe de Estado. Para muchos, un proceso caro, absurdo y vergonzoso. Y todo por 753,90 euros.